El Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos denuncia la violencia del éxodo migrante en América Latina

El Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos denuncia la violencia del éxodo migrante en América Latina
El Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) ha hecho público su mensaje con motivo del Día Internacional de los Migrantes 2025, que se conmemora el 18 de diciembre, invitando a todos las fuerzas comprometidas con las migraciones a reflexionar en esta ocasión sobre el gran éxodo que cientos de miles de personas emprenden en América Latina buscando una vida digna en Estados Unidos. El comunicado destaca también el movimiento migratorio en el interior del continente, ejemplificándolo en el desplazamiento forzoso de una mujer venezolana con sus cuatro hijos desde su país a Colombia

La selva del Darién, al norte de Colombia, es el peligroso escenario del tránsito de miles de personas que atraviesan Panamá hacia el norte. En esa ruta se encuentran con traficantes de personas, robos, extorsiones, violaciones y reclutamiento de menores por grupos armados. Solo en 2023 caminaron por esa selva 500.000 personas, si bien al año siguiente el flujo se redujo un 42% debido a la presión de la Administración norteamericana sobre el gobierno panameño.

El papa León XIV en Dilexi te nos ha recordado que “la experiencia de la migración acompaña la historia del Pueblo de Dios. Abraham parte sin saber adónde va; Moisés guía al pueblo en peregrinación a través del desierto; María y José huyen a Egipto con el Niño. El mismo Cristo, que ‘vino a los suyos, y los suyos, y los suyos no lo recibieron’ (Jn 1, 11), vivió entre nosotros como extranjero. Por eso la Iglesia siempre ha reconocido en los migrantes una presencia viva del Señor que, en el día del juicio, dirá a los que estén a su derecha: ‘Fui extranjero y me acogisteis’ (Mt 25, 35)”.

La Iglesia continúa hoy con su servicio a los migrantes mediante iniciativas como los centros de acogida para refugiados, las misiones fronterizas, los esfuerzos de Cáritas Internationalis y otras instituciones. El Magisterio contemporáneo reafirma claramente este compromiso. El papa Francisco ha insistido en la necesidad de atender a las personas que buscan una vida mejor destacando que “la respuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas puede resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar”. Se trata no solo de integrar a los migrantes y refugiados; también a todos los que habitan en las periferias existenciales.

El MMTC recuerda que “la Iglesia como madre, camina con quienes caminan. Donde el mundo ve amenazas, ella ve hijos, donde se construyen muros, ella construye puentes. Sabe que su anuncio del Evangelio es creíble solo cuando se traduce en gestos de cercanía y acogida; y que en todo migrante rechazado, el mismo Cristo llama a la puerta de la comunidad”.

De igual manera, el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos está llamado a ofrecer estos lugares de acogida y liberación de la palabra.

Un rostro del éxodo latinoamericano

Como botón de muestra del desplazamiento forzoso de miles de personas en América Latina, el MMTC ha hecho público el caso de Mónica, que huyo de Venezuela después de ser detenida, torturada y violada por haber firmado un manifiesto público contra el presidente Nicolás Maduro. En su testimonio ha contado que nació en Caracas y cuando era pequeña fue adoptada por una pareja de emigrantes portugueses. Durante el Gobierno de Maduro, se expropió una finca y varios apartamentos a su padre que posteriormente murió de un infarto. Un año más tarde también falleció su madre.

Mónica, licenciada en Ciencias de la Alimentación, y otros amigos firmaron un manifiesto contra el presidente venezolano. La respuesta del régimen fue quitarle todos su derechos. “Me llevaron presa junto a una amiga. Fuimos violadas por ocho militares en diferentes momentos y circunstancias de nuestras vidas”. Las dos mujeres vivieron el horror de pasar 23 días en el Helicoide, un centro comercial inacabado que está considerado el mayor centro de torturas policiales de América Latina. “Nos encerraron en un cuarto oscuro llamado ‘la tumba’. Solo puedes estar de pie, no puedes ver y te mantienen completamente desnuda; simplemente te matan en vida”.

A su amiga la asesinaron en un siniestro juego de la ruleta rusa en el que los militares “sortearon” a quien eliminar. A ella le arrancaron el clítoris, lo que provocó que sus abogados lograran sacarla de aquel infierno en vida siendo trasladada a un hospital, donde según ha narrado, le restituyeron este tejido sin anestesia. Aún en situación de detención, su hermano pagó una altísima fianza para que saliera en libertad. Para entonces su marido, en Colombia, había reunido dinero para que ella dejara atrás Venezuela con sus cuatro hijos.

El tránsito hacia el sur no fue fácil, tuvieron que caminar en medio de un río humano atravesando hasta 33 controles policiales del régimen bolivariano. En el último control, les interceptó un general del Ejército que rompió las cedúlas de identificación y el pasaporte que portaba. También les quitaron parte del dinero que llevaba escondido entre pañales y un peluche y les robaron los zapatos.

Esta migrante y sus cuatro hijos caminaron descalzos tres horas y media más hasta alcanzar a las seis de la mañana un gran portón que se abrió dando paso al éxodo humano. “Una funcionaria de Migraciones me dijo ‘Bienvenida a Colombia’ y me puse a llorar”, recuerda. Una vendedora ambulante les compró pañales y chanclas y siguieron su camino hasta Medellín donde se reunieron con su marido. La acogida del pueblo colombiano hace ya ocho años ha permitido que esta familia empiece una nueva vida con techo y trabajo garantizados.