“Recrear la comunión, la participación y la misión” para integrar la pastoral del trabajo en la vida parroquial

“Recrear la comunión, la participación y la misión” para integrar la pastoral del trabajo en la vida parroquial
La expresidenta de la HOAC, Maru Megina, ha presentado en las jornadas de pastoral del trabajo una propuesta de fondo para que las comunidades parroquiales vivan esta pastoral como un rasgo estructural y esencial de su misión

Megina ha expuesto este domingo una mirada sobre los “retos y tareas” que afronta la pastoral del trabajo en las parroquias, una de las debilidades detectadas en la radiografía de esta pastoral presentada la tarde del sábado. Su intervención parte de las 67 aportaciones recibidas durante el proceso de preparación que “nos ayuda a proponer cómo hemos de vivir e impulsar la pastoral del trabajo en las comunidades parroquiales”, según ha explicado.

La militante hoacista ha recordado que el documento episcopal La Pastoral Obrera de toda la Iglesia, invita a promover una parroquia “cercana y solidaria”. Ha subrayado que este objetivo aún no está plenamente logrado. La pastoral del trabajo, dijo, debe convertirse en una presencia habitual en la vida parroquial, y no en una realidad aislada o reservada a ámbitos especializados.

Esta inserción planea un primer paso: profundizar en el significado de pertenecer a una comunidad parroquial. “La parroquia es celebración de la fe, experiencia de comunión, conocimiento mutuo y espacio de aprendizaje. Pero también es vínculo con la vida real del barrio, con sus problemáticas personales, familiares y laborales”, ha insistido.

Comunión: superar compartimentos y escuchar las periferias

Megina ha desarrollado su exposición en tres claves: comunión, participación y misión. En la primera ha subrayado la urgencia de superar los compartimentos estancos y recrear la sinodalidad en el día a día. En este sentido, ha recordado la carta del papa Francisco a los párrocos de 2024, cuando afirma que las comunidades deben ser lugares “desde los cuales los bautizados parten como discípulos misioneros y adonde regresan […] para compartir las maravillas obradas por el Señor”.

Ha destacado que las periferias existenciales del territorio (migrantes, familias empobrecidas, jóvenes sin oportunidades, trabajadores precarizados) deben ocupar un lugar central en la vida parroquial. “Hacer de las parroquias un lugar de acogida donde las personas encuentren diálogo y escucha desde sus situaciones de vida”, ha dicho. También ha pedido que se asuma sin miedo la convivencia con otras confesiones y sensibilidades, gestionando la diversidad como una riqueza pastoral.

Participación: pasar de la presencia a la corresponsabilidad

El segundo eje estuvo centrado en la participación. Megina ha reclamado a los movimientos obreros cristianos una presencia estable, humilde y creíble en las parroquias. “Dedicar tiempo de presencia para ser creíbles, tejer lazos con los distintos grupos”, ha señalado, subrayando la necesidad de ganar confianza en comunidades donde el mundo del trabajo no siempre se percibe como un tema pastoral.

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Entre las tareas propuestas destacó la organización de asambleas parroquiales participativas, consejos pastorales activos donde el laicado ejerza corresponsabilidad real y la atención permanente a la vida del barrio: siniestralidad laboral, conflictos, deterioro de servicios públicos, fechas clave del mundo del trabajo. La pastoral del trabajo debe actuar como “despertador de la comunidad”, defendió para “ir transitando desde una pastoral para a una pastoral con el mundo del trabajo”.

Misión: parroquias al servicio de la vida obrera

El tercer bloque estuvo dedicado a la misión, citando otro pasaje de la carta del papa Francisco: las parroquias han de organizarse “al servicio de la misión que los fieles llevan adelante en la vida familiar y laboral”. Esto implica dejar de centrarse exclusivamente en las actividades internas y abrirse al territorio.

Megina ha pedido acercarse a mujeres, jóvenes y personas migrantes, escuchando sus experiencias y haciendo que “se sientan protagonistas de su propia promoción”. También ha reclamado crear entornos de acogida para las personas migradas, impulsar la dimensión sociopolítica de la fe y fomentar una espiritualidad nacida del trabajo y del barrio.

Además ha reivindicado una comunicación eclesial clara y profética, capaz de denunciar aquello que vulnera la dignidad humana: “Aprender a comunicar desde el Evangelio con gestos claros”, ha dicho. Finalmente, ha propuesto la creación y dinamización de Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera, concebidos como espacios para animar la misión en las periferias laborales de cada comunidad.