Organizaciones de Iglesia y sociedad civil exigen en la COP30 que la justicia climática sea una prioridad moral y no una opción

Organizaciones de Iglesia y sociedad civil exigen en la COP30 que la justicia climática sea una prioridad moral y no una opción
A pocos días del inicio de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP30), que se celebrará en Belén (Brasil), diversas organizaciones de inspiración cristiana y entidades de la sociedad civil exigen a los gobiernos pasar de las promesas vacías a la acción concreta y abandonar la era de los combustibles fósiles: “El tiempo de las excusas se acabó. Es la hora de la justicia”

Con motivo de la próxima Cumbre del Clima de la ONU (COP30), que se celebrará en Belém, Brasil, un amplio grupo de organizaciones católicas y ambientales ha hecho público un mensaje dirigido a los líderes mundiales y a la ciudadanía: “La justicia climática es una urgencia moral, no una opción”.

El comunicado, firmado por Departamento de Ecología Integral, Conferencia Episcopal Española, Cáritas Española, CONFER, Justicia y Paz, ECODES, Greenpeace, el Movimiento Laudato si’, el Movimiento Rural Cristiano y diversas diócesis de la Iglesia, denuncia que “el cambio climático ya no es una amenaza futura; es una crisis presente que castiga con mayor fuerza a los más pobres y vulnerables”.

En el año en que se cumplen diez años del Acuerdo de París y de la encíclica Laudato si’, las entidades firmantes reconocen que “no hemos hecho lo suficiente” y apelan a los gobiernos reunidos en la Amazonía a que pasen “de las promesas vacías a la acción concreta”. El documento articula su llamamiento en torno a tres pilares de justicia: en la acción, en la transición y en las finanzas, insistiendo en que la ecología integral exige escuchar conjuntamente “el clamor de la tierra y el clamor de los pobres”.

Justicia en la acción: abandonar lo que nos destruye

Las organizaciones advierten que los actuales compromisos climáticos nacionales son “insuficientes y nos conducen a un calentamiento global devastador”. Reclaman a los países ricos y a los mayores emisores planes drásticamente más ambiciosos y un calendario vinculante para el fin de la era fósil. “Seguir invirtiendo en petróleo, carbón y gas es financiar nuestra propia destrucción”, afirman.

Asimismo, instan a detener la deforestación antes de 2030 y a proteger a las comunidades indígenas, a las que reconocen como “los mejores guardianes de los bosques y de la biodiversidad”.

Justicia en la transición: proteger a las personas, no solo al planeta

La necesaria transformación energética y productiva debe planificarse, según el texto, “para que no cree nuevas pobrezas”. Exigen una Transición Justa que garantice empleos dignos, protección social y apoyo directo a comunidades locales e indígenas.

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El texto apuesta por fomentar la agroecología y por poner fin a los subsidios a la agricultura industrial contaminante, favoreciendo a los pequeños agricultores y a las mujeres rurales. Además, alerta frente al riesgo de que la transición energética “se convierta en una nueva forma de colonialismo”, reclamando una gestión equitativa de los minerales críticos que evite la expoliación de pueblos y ecosistemas.

Justicia en las finanzas: pagar la deuda ecológica

El tercer eje del mensaje apela a la responsabilidad histórica de los países desarrollados. “Las naciones ricas construyeron su prosperidad sobre un modelo de desarrollo basado en combustibles fósiles, generando una deuda ecológica masiva con el Sur Global”, denuncian. Por ello, reclaman financiación climática real, en forma de donaciones y no préstamos, para que los países empobrecidos puedan adaptarse y desarrollarse de manera limpia.

También exigen dotar urgentemente el Fondo para Pérdidas y Daños creado en la COP27 con “cientos de miles de millones de dólares”, y apoyar un ‘Jubileo por el clima’ mediante el alivio o cancelación de la deuda externa de las naciones más vulnerables.

“La historia los juzgará”

El comunicado concluye con una doble apelación. A la ciudadanía global, le pide que “no sea espectadora, que eleve su voz y exija responsabilidad a sus líderes”. Y a los gobiernos reunidos en Belém, les advierte que “la historia los juzgará”, recordándoles que tienen en sus manos “la oportunidad de ser recordados como quienes eligieron la vida, la dignidad humana y el bien común”. “El tiempo de las excusas se acabó. Es la hora de la justicia”, concluyen.