La Iglesia en la COP30 alza su voz profética para saldar la deuda ecológica y promover una transición justa

La Iglesia, en su inequívoco compromiso con la justicia climática en la cumbre del clima (COP30) de Belém, abandera el abandono de los combustibles fósiles y la equidad de una transición que debe incorporar las voces y la mirada de las poblaciones vulnerables
El director del Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal de España y experto en climatología, Eduardo Agosta, participante en la COP30, tiene claras los puntos que marcarán el éxito o el fracaso de las negociaciones que esta semana entran en su recta final.
En primer lugar, para la Iglesia es fundamental avanzar en “la financiación para la adaptación y la transición ecológica necesaria”. “No podemos negociar la transición sin abordar la ‘deuda ecológica’ que las naciones enriquecidas por emisiones históricas deben a los más vulnerables”, explica Agosta, para quien “la solidaridad es obligatoria. El grito de la tierra es inseparable del grito de los pobres”, más aún cuando “los primeros en sufrir son quienes menos han contribuido: los pobres, los pueblos indígenas y los jóvenes”.
Igualmente, reclama Agosta “el fin a la era de los combustibles fósiles”, para lo que se requieren formas vinculantes de transición energética que sean eficientes, obligatorias y monitoreables, con un calendario global para la eliminación del carbón, el petróleo y el gas.
En este sentido, defiende un acordar ya trazar un calendario, una hoja de ruta, para abandonar el uso de los combustibles fósiles, algo factible en su opinión en esta cumbre, dado que la presidencia Brasil lo viene negociando y varios países, como Reino Unido y Colombia se han mostrado a favor.
Denuncia del paradigma tecnocrático
No obstante, considera un gran paso, que esta cumbre pudiera nombrar el problema de fondo que no es otro que el “paradigma tecnocrático”, que busca la dominación y el máximo beneficio, tratando a la naturaleza y a la humanidad como objetos desechables.
Agosta espera que el documento final de la cumbre reconozca la existencia de “soluciones falsas”, como los mercados de carbono y la fe ciega en la captura de carbono y la geoingeniería climática, que en el fondo siguen ancladas en el paradigma tecnocrático.
Además, el religioso carmelita remarca la importancia de la iniciativa de Brasil del Balance Ético Global (Global Ethical Stocktake) como una expresión de la “ecología integral”, que persigue, no solo cuantificar los avances, sino promover la responsabilidad moral y social de los Estados, empresas y ciudadanos, con vistas a fortalecer la coherencia ética.
La Iglesia viene defendiendo la “conversión ecológica radical”, una especie de revolución cultural y económica que abandone la fe ciega en la tecnología y adopte una economía centrada en la vida humana, no en el mero beneficio, guiada por la lógica del cuidado.
En Belém la voz de la Iglesia se ha dejado sentir con fuerza. A través de la delegación oficial de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, “con una agenda muy activa en reuniones temáticas”, precisa Agosta, pero también como Pueblo de Dios dentro del espacio para la sociedad civil.
“Es la primera vez que la Iglesia Pueblo de Dios ha tenido tiene este espacio dentro de la COP” y también “la vez que con una representación eclesial a través de sus máximas autoridades territoriales tan extensas”, señala Agosta.
La plataforma “La Iglesia en la COP30” creada para acoger expertos e integrantes de las comunidades de América Latina y el Caribe, África, y Asia ha podido organizar y participar en eventos de la “”Blue Zone“” dentro de la sede de la COP30 y en la “Green Zone” (fuera de ella), por los que han pasado nueve cardenales y más de 50 obispos.
Los cardenales Jaime Spengler (Latinoamérica y El Caribe), Felipe Neri Ferrão (Asia) y Fridolin Ambongo (África) han podido entregar personalmente el Documento de la Iglesia en el Sur Global en camino a la COP 30, “Un llamado por la justicia climática y la casa común” a los delegados nacionales que negociarán los compromisos finales.
La política escucha la religión
El propio jefe del gabinete de la Conferencia de las Partes (COP), Gustau Mañez Gomis, ha felicitado a los cardenales y demás actores católicos presentes al decir que “cuando la religión habla, la política escucha”, sin olvidarse de reconocer el “liderazgo moral de los últimos años” tanto del papa Francisco y como del actual papa León.
Desde luego, el vídeo mensaje del santo padre ha sido un broche de oro a la presencia cristiana en la cumbre climática y un gran respaldo a la voz profética de los cardenales presentes allí. En su declaración, el Papa reforzó la demanda de acciones concretas, no solo aspiraciones y buenas intenciones; recordó que hay tiempo de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C, antes de que la ventana de oportunidades se cierre.
El Acuerdo de París, recordó, ha sido una gran herramienta, pero no es suficiente si no va acompañado con acciones concretas para proteger a la gente y el planeta. Más allá de los pactos, insistió lo que está fallando es la voluntad política de algunos.
La transición justa que defiende y propone la Iglesia en este tiempo requiere una auténtica revolución energética que financie de manera masiva las renovables y las comunidades energéticas para erradicar la pobreza energética, pero sin caer en un nuevo extractivismo que repita la lógica del saqueo.
De ahí que haya que contar muy especialmente con la sabiduría de los pueblos indígenas, recordando que «todo está conectado» y que no se puede salvar el clima sacrificando la tierra y sus gentes, para hacer frente a la demanda de minerales para la tecnología verde
Además, esta transición debe ser financiada con justicia: el Fondo de Pérdidas y Daños y el Objetivo Colectivo Cualificado representan actos de restitución y reconocimiento de la “deuda ecológica”, y los recursos han de llegar directamente a las comunidades más afectadas.

Redactor jefe de Noticias Obreras



