“El modo de producción capitalista es la causa principal de la crisis climática creciente”

La Carta final de la Cumbre de los Pueblos, entregada este domingo al presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, reúne las voces de más de 70.000 participantes que reclaman justicia climática, feminista y popular desde la Amazonía.
Belém do Pará se convirtió esta semana en el epicentro de las resistencias globales. Tras cinco días de debates, intercambios y articulación entre movimientos sociales de todo el mundo, los organizadores de la Cumbre de los Pueblos entregaron este domingo su documento central, la Carta final, al presidente de la COP30, el embajador André Corrêa do Lago, como gesto político dirigido a los Estados reunidos en el marco de las negociaciones climáticas.
El texto recoge la voz de más de 70.000 participantes de pueblos originarios y tradicionales, organizaciones campesinas, sindicatos, colectivos feministas, juventudes y periferias urbanas. El documento se abre afirmando que “asumimos la tarea de construir un mundo justo y democrático, con buen vivir para todas y todos. Somos la unidad en la diversidad”.
La vida y el sostenimiento cotidiano se colocan en el corazón de la propuesta, pues, como señala la carta, “no hay vida sin naturaleza. No hay vida sin ética y sin el trabajo de cuidados”. Ese horizonte redefine la mirada política del encuentro: “colocamos el trabajo de reproducción de la vida en el centro; eso es lo que nos diferencia radicalmente de quienes quieren preservar la lógica de un sistema económico que prioriza la acumulación privada”.
Diagnóstico estructural y fracaso del orden internacional
La carta traza un análisis directo de las causas de la crisis climática. Asegura que “el modo de producción capitalista es la causa principal de la crisis climática creciente” y sitúa a los grandes conglomerados empresariales como agentes clave del colapso ecológico. Entre ellos identifica que “las industrias de la minería, la energía, las armas, el agronegocio y las Big Tech son las principales responsables de la catástrofe climática en la que vivimos”.
La desigualdad climática aparece como una realidad ya visible, pues “las comunidades periféricas son las más afectadas por los eventos climáticos extremos y el racismo ambiental”.
La carta también denuncia la falta de eficacia del sistema político global, afirmando que “es evidente el fracaso del actual modelo de multilateralismo”, que no ha logrado frenar los crímenes ambientales ni proteger a las poblaciones más vulnerables.
Guerra, imperialismo y la centralidad del Sur global
La situación internacional atraviesa el documento. Sobre Palestina, afirma que “desde hace más de 80 años, el pueblo palestino ha sido víctima de un genocidio practicado por el Estado sionista de Israel” y declara “nuestro repudio total al genocidio practicado contra Palestina”, además de “nuestro apoyo y abrazo solidario al pueblo que resiste con valentía”.
En la misma línea, alerta de la creciente militarización en el Caribe y América Latina al señalar que “el imperialismo continúa amenazando la soberanía de los pueblos, criminalizando movimientos sociales y legitimando intervenciones que históricamente han servido a intereses privados”.
La carta insiste en que las alternativas no vendrán desde arriba, sino desde la cooperación popular: “Las verdaderas soluciones se fortalecen por este intercambio de experiencias desarrolladas en nuestros territorios y por muchas manos”.

Feminismo, cuidados y transición justa
El feminismo constituye uno de los pilares del documento. El texto afirma que “el trabajo de reproducción de la vida debe ser visibilizado y valorado, y compartido por toda la sociedad y el Estado”, recordando que “nuestro trabajo sostiene la economía”.
La carta sintetiza su horizonte de manera clara: “Queremos un mundo con justicia feminista, autonomía y participación de las mujeres”.
En relación con las políticas climáticas, la declaración advierte contra las distracciones tecnocráticas: “Somos contrarios a cualquier falsa solución a la crisis climática que perpetúe prácticas perjudiciales o desvíe la atención de soluciones basadas en la justicia climática y de los pueblos”.
Asimismo, critica el rumbo de la transición energética asegurando que “la transición energética está siendo implementada bajo la lógica capitalista” y reafirma que “consideramos la energía como un bien común”.
Las demandas incluyen la protección de territorios indígenas, la restauración ecológica, la agroecología, la soberanía alimentaria, políticas de vivienda digna, saneamiento, agua garantizada y transporte público accesible.
Reparación, justicia económica y defensa de quienes protegen la vida
La carta reclama “la justa y plena reparación de las pérdidas y daños impuestos a los pueblos” y denuncia la violencia que padecen quienes defienden la naturaleza, afirmando que “denunciamos la continua criminalización de los movimientos, la persecución, el asesinato y la desaparición de nuestras lideranzas”.
También exige un cambio radical en el sistema financiero global, al afirmar que “no son los pueblos y países del Sur global quienes deben seguir pagando deudas a las potencias dominantes”.
El documento finaliza con un llamamiento directo a la organización y la articulación global. La Cumbre recuerda que “si la organización es fuerte, la lucha es fuerte” y sostiene que “es tiempo de avanzar de manera más organizada, independiente y unificada”.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)



