Santiago Gómez, obispo de Huelva: “La justicia social es evangélica y el trabajo decente es parte de ella”

Santiago Gómez, obispo de Huelva: “La justicia social es evangélica y el trabajo decente es parte de ella”
El obispo de Huelva presidió la eucaristía de celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, organizada por la iniciativa diocesana Iglesia por el Trabajo Decente, y exhortó a promover la dignidad laboral como vocación humana y exigencia del Evangelio

La diócesis de Huelva culminó la celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente con una eucaristía presidida por el obispo Santiago Gómez, que puso fin a los actos organizados por la iniciativa diocesana Iglesia por el Trabajo Decente (ITD). En su homilía, el prelado subrayó que “la justicia social es un concepto evangélico y el trabajo decente forma parte de ella”, invitando a la comunidad cristiana a renovar su compromiso por la defensa de la dignidad de las personas trabajadoras.

Previamente a la eucaristía, la plataforma diocesana ITD Huelva había convocado un gesto público bajo el lema “Pringarse por el trabajo decente”, con el objetivo de visibilizar el compromiso cristiano con la dignidad laboral y leer el manifiesto de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, celebrado simultáneamente en decenas de diócesis españolas.

La jornada se desarrolló en un clima de comunión eclesial y compromiso social, con la participación de militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), representantes de Cáritas, de CONFER, responsables parroquiales, miembros de delegaciones diocesanas, como Migraciones y de Laicos.

El trabajo humano es vocación

En su reflexión, el obispo partió del relato del Génesis para recordar que “el Señor concluyó la obra que había hecho y descansó”, invitando a redescubrir el sentido originario del trabajo como colaboración con la obra creadora de Dios:

“El relato del Génesis nos presenta a un Dios trabajador, que crea, ordena y da sentido a todo cuanto existe. Y al finalizar, descansa no por cansancio, sino para enseñarnos que el trabajo humano está orientado no solo a la producción, sino también a la plenitud, al gozo, a la contemplación y al agradecimiento por todo lo creado”.
Por eso, “el trabajo no es castigo ni mera necesidad económica, es vocación”. En él, cada persona “participa en la obra de Dios, con un carácter creativo y colaborador con todos”, destacó.

El prelado evocó también la dimensión encarnada del trabajo en la vida de Jesús, que “vuelve a su tierra y es rechazado por sus paisanos porque lo conocían como el carpintero de Nazaret. Precisamente eso es lo sorprendente: el Hijo de Dios no vivió en un palacio, sino en una familia trabajadora, con un oficio humilde y cotidiano”.
Gómez subrayó que Jesús “conoció el trabajo diario, las herramientas, las manos endurecidas por el oficio”, lo que revela el valor de todo esfuerzo honesto.

“Todo trabajo tiene dignidad, sea intelectual, manual o doméstico. En el Reino de Dios, todo trabajo justo, realizado con disciplina y servicio, contribuye a la edificación personal y a la construcción del bien común”.

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“El trabajo es para las personas, no las personas para el trabajo”

Citando la Doctrina Social de la Iglesia, el obispo recordó que “todo trabajador tiene derecho a condiciones dignas, a un salario justo, al descanso, a la seguridad social y a participar en las decisiones de su trabajo”.

“El trabajo no puede convertirse en esclavitud ni realizarse en condiciones de precariedad. La dignidad del trabajo está unida a la dignidad de las personas que lo realizan”, subrayó.

Citó además al papa Francisco, para quien “el trabajo no solo genera ingresos, sino que construye la identidad personal y el tejido social y es fuente de esperanza”. “Donde hay trabajo digno hay justicia, solidaridad y paz”, subrayó el obispo.

“La justicia social es un concepto evangélico”

Gómez destacó que la comunidad cristiana “comparte la convicción de que la justicia social es un concepto evangélico, y el trabajo decente forma parte de ella”.

“No siempre compartimos todas las estrategias o propuestas ante las cuales los propios cristianos podemos tener opciones y opiniones diferentes, pero sí compartimos esta convicción profunda”, reconoció.

Añadió que el compromiso cristiano “no se alinea automáticamente con ninguna ideología, de derechas ni de izquierdas, pero sí nos exige velar para que no surjan condiciones injustas, trabajadores excluidos o explotados, o personas sin acceso al empleo”.

Por ello, animó a tener presente a “quienes no tienen trabajo o lo tienen en condiciones indignas” y a revisar las propias prácticas “como empleadores, empleados y ciudadanos”.

“Que nadie tenga que elegir entre su dignidad y su subsistencia”

La homilía concluyó con una petición a Dios para “que fortalezca nuestros esfuerzos por un mundo en el que nadie tenga que elegir entre su dignidad y su subsistencia. Que toda persona pueda vivir del fruto de su trabajo con alegría, justicia y esperanza”.

La celebración cerró así las convocatorias organizadas por Iglesia por el Trabajo Decente de Huelva, que se sumó al lema general “Trabajo decente, derecho, no privilegio”, reafirmando el compromiso de la Iglesia diocesana con la defensa del trabajo humano como camino de realización personal, justicia social y fraternidad.