Lupe Sosa, trabajadora ambulante: “Lo que se sufre no es solo de uno, sino de todo el mundo, y eso nos une en la esperanza”

Lupe Sosa, trabajadora ambulante: “Lo que se sufre no es solo de uno, sino de todo el mundo, y eso nos une en la esperanza”
Una vendedora ambulante de Nueva York llevó al Vaticano la voz de quienes luchan por la dignidad y los derechos

Guadalupe Sosa, mexicana residente en Estados Unidos, fue la elegida por el V Encuentro Mundial de Movimientos Populares para leer la carta dirigida al papa León XIV durante la audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano. Su voz, sencilla y firme, resonó como símbolo de la dignidad de miles de personas humildes y sin derechos.

“Soy parte de la mesa directiva del Street Vendor Project, el proyecto del vendedor ambulante, donde luchamos por los derechos de los trabajadores de la calle, los vendedores”, se presenta Lupe Sosa, con la serenidad de quien lleva su causa en su vida cotidiana. “Estamos luchando porque haya una reforma de ley que nos ampare y nos acoja. Vivimos en una situación en donde el miedo es la inmigración”.

Street Vendor Project es una organización radicada en Nueva York que agrupa a personas que venden comida o productos en la vía pública, muchas de ellas migrantes latinoamericanas. En un contexto de precariedad, racismo y acoso institucional, su trabajo es mucho más que una forma de ganarse la vida: es una expresión de resistencia y de dignidad.

“Tengo cuatro años siendo una persona activa en el movimiento”, explica. “También formo parte de Street Vendor International, la organización internacional del vendedor, donde participo en el área de medios y en el grupo de juventud”.

Una invitación inesperada

El camino que llevó a Lupe hasta Roma comenzó con una invitación. “Me invitó PICO California y ellos fueron contactados por los organizadores del evento. Me tomó por sorpresa, no conocía esta red internacional de movimientos populares”, recuerda.

No está vinculada directamente a PICO, una red comunitaria de inspiración católica, pero su trayectoria y su compromiso la convirtieron en una voz representativa para participar en el encuentro. “Vivo muy enfocada en lo que hago localmente. No tenemos las relaciones que se necesitan crear entre los distintos estados o países para ser más unidos y más empoderados. Por eso este encuentro ha sido una gran oportunidad para abrir esos lazos”.

Por primera vez, esta trabajadora de origen mexicano se encontró con delegados y delegadas de todo el mundo, compartiendo experiencias de lucha y esperanza. “Estar aquí en Roma, escuchando a los compañeros y compañeras de tanto sufrimiento por todo el mundo, me da la sensación de que uno no está solo. No importa el color ni el tamaño ni el lugar: las luchas son las mismas”.

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Una carta desde las periferias del mundo

Cuando el comité organizador del Encuentro le comunicó que sería la encargada de leer la carta al Papa, Lupe sintió el peso y el honor del gesto. “Fue algo inesperado, pero lo asumí como una responsabilidad colectiva. No era solo mi voz, era la voz de todos los trabajadores de la calle, de todos los pueblos que luchan por tierra, techo y trabajo”.

El texto, redactado colectivamente durante las jornadas en Spin Time, comenzaba con un llamado profundo:

“Hoy estamos aquí presentes, hombres y mujeres de los pueblos del mundo, pero también traemos en la memoria a quienes les fue arrebatada la vida por luchar por los sagrados derechos a la tierra, el techo y el trabajo…”.

En su lectura, Guadalupe habló del dolor y la esperanza de las comunidades empobrecidas, de la urgencia de construir una cultura de la paz y de la no violencia, y de la necesidad de una Iglesia que camine junto a los pobres.

“Le pedimos al Papa que siga caminando con nosotros, porque necesitamos una Iglesia con los pobres, como expresión de amor fraterno”.

“Nuestro compromiso transforma realidades”

El encuentro mundial en Roma y la audiencia con el papa León XIV marcaron a Lupe profundamente. “Me llena de alegría que el Papa, una de las figuras más poderosas de la Iglesia, nos apoye y vea la necesidad que tenemos en cada rincón del mundo”, afirma. “Nos escuchó con atención, y eso nos da fuerza para seguir”.

Antes de regresar a Nueva York, Lupe guarda en su memoria las miradas y las palabras compartidas con otras delegaciones. “Hay que llevar ese recordatorio a casa, a nuestros miembros y a nuestra comunidad: lo que se sufre no es solo de uno, sino de todo el mundo. Y eso también nos une en la esperanza”.

“Nuestro compromiso, por humilde que sea, transforma realidades de sufrimiento. No somos invisibles: somos parte de un movimiento mundial que quiere cambiar las cosas”, concluyó abrazada de decenas de aplausos de sus compañeros y compañeras.