León XIV sueña con una Iglesia sinodal que se abaja, acoge y escucha

León XIV sueña con una Iglesia sinodal que se abaja, acoge y escucha
Este fin de semana el proceso sinodal ha vuelto a emerger con fuerza de la mano de León XIV que no solo continúa la senda emprendida por el papa Francisco, sino que en muchos lugares del mundo reúne al Pueblo de Dios que recorre ya este siglo XXI con fidelidad al Evangelio, impulsado por el soplo renovador del Espíritu.

En la homilía de la Eucaristía del Jubileo de los Equipos Sinodales y Organismos, el papa León XIV instó con toda determinación a construir una Iglesia que “no juzga”, “totalmente sinodal, totalmente ministerial, totalmente atraída por Cristo y dedicada al servicio del mundo”.

Prevost hizo una llamada a redescubrir “el misterio de la Iglesia, que no es una simple institución religiosa ni se identifica con las jerarquías o con sus estructuras”, sino, como explicita el Vaticano II, “signo visible de la unión entre Dios y los hombres, de su proyecto de reunirnos a todos en una única familia de hermanos y hermanas”.

Especialmente relevante para el desarrollo del estilo sinodal y las estructuras de participación, resulta la comprensión del “misterio de la comunión eclesial, generada y custodiada por el Espíritu Santo”, lo que implica que “las relaciones no responden a las lógicas del poder sino a las del amor”.

Así explicó que, en la Iglesia, “nadie está llamado a mandar, todos lo son a servir; nadie debe imponer las propias ideas, todos deben escucharse recíprocamente; sin excluir a nadie, todos estamos llamados a participar; ninguno posee la verdad toda entera, todos la debemos buscar con humildad, y juntos”.

El papa León pidió intercesión de la Virgen María para superar” las divisiones internas” y “las disputas mutuas”, en aras de construir “una Iglesia que no se mantiene erguida como el fariseo, triunfante y llena de sí misma, sino que se abaja para lavar los pies de la humanidad; una Iglesia que no juzga como hace el fariseo con el publicano, sino que se convierte en un lugar acogedor para todos y para cada uno; una Iglesia que no se cierra en sí misma, sino que permanece a la escucha de Dios para poder, al mismo tiempo, escuchar a todos”.

“Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios”, afirmó, citando el último mensaje de Cuaresma del Papa Francisco.

Basándose en el Evangelio del día, el Pontífice reflexionó sobre la parábola del fariseo y el publicano, subrayando que, aunque ambos suben al templo a orar, lo hacen sin verdadera comunión. “Ambos recorren el mismo camino, pero su caminar no es un caminar juntos; ambos rezan al Padre, pero sin ser hermanos y sin compartir nada”, señaló.

“Cuando se aprovecha del propio cargo para ejercer poder y ocupar espacios, se rompe la comunión”

León XIV advirtió que esta dinámica puede repetirse en la vida eclesial cuando el “yo” prevalece sobre el “nosotros”, generando personalismos, exclusión y clericalismo. “Cuando se aprovecha del propio cargo para ejercer poder y ocupar espacios, se rompe la comunión”, dijo.

En contraste, el publicano representa la humildad y la conciencia de la necesidad de Dios. “También en la Iglesia debemos reconocernos todos necesitados de Dios y necesitados los unos de los otros”, exhortó el Papa, invitando a ejercitarse en el amor mutuo, la escucha recíproca y la alegría de caminar juntos. Citando a San Clemente de Roma, añadió: “Cristo está con los que son humildes de corazón y no con los que se exaltan a sí mismos por encima de la grey”.

El Papa destacó el papel de los equipos sinodales como imagen de una Iglesia colegial y acogedora. “Nos ayudan a comprender que, en la Iglesia, antes de cualquier diferencia, estamos llamados a caminar juntos en busca de Dios”, afirmó. Esta actitud, dijo, permite ensanchar el espacio eclesial para que sea verdaderamente inclusivo y participativo.

Finalmente, León XIV instó a afrontar con confianza las tensiones que atraviesan la vida de la Iglesia —entre unidad y diversidad, tradición y novedad, autoridad y participación— dejando que el Espíritu Santo las transforme. “Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, guiados por un corazón inquieto y enamorado del Amor”, concluyó.

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Participación, colegialidad e integración

El sábado por la tarde, en el Aula Pablo VI se celebró un encuentro con los equipos y organismos sinodales, en el que se compartieron más de quince experiencias de comunidades basadas en la participación, la colegialidad y la integración de carismas de todos los continentes evidenciaron que es posible, mostrando que el estilo sinodal no solo es viable, sino profundamente transformador.

Desde la Amazonía hasta Asia, pasando por América, África y Oceanía, los participantes compartieron iniciativas que promueven la escucha, la participación activa y el discernimiento comunitario.

Entre los testimonios destacados, Mauricio López expuso el trabajo de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), que articula una Iglesia integrada y participativa, con fuerte presencia de mujeres indígenas y comunidades locales.

En Asia, se presentó un proyecto educativo en escuelas budistas de Tailandia que fomenta valores sinodales entre estudiantes y docentes.

En América Latina, la arquidiócesis de Lima mostró cómo sus 129 parroquias celebran asambleas sinodales periódicas, fortaleciendo la comunión entre laicos, religiosos y sacerdotes.

También se abordaron experiencias de acogida familiar en Líbano, procesos de escucha en San Diego (EEUU), inclusión de personas con discapacidad en Italia, y redes ecuménicas en África.

“La sinodalidad no se enseña, se vive”

En su intervención final, el Cardenal Grech subrayó que “la sinodalidad no se enseña, se vive”, y la definió como una cultura del encuentro capaz de ofrecer respuestas proféticas a los desafíos contemporáneos. “La sinodalidad es contagiosa”, afirmó, invitando a quienes aún no la comprenden a experimentar el camino común.

Ensanchar la Iglesia

El viernes, el Papa León XIV había mantenido una conversación improvisada con los participantes del Jubileo de los Equipos Sinodales y los órganos de participación, respondiendo a siete preguntas formuladas por delegados de todos los continentes.

El encuentro, moderado por la hermana Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los Obispos, se desarrolló en un ambiente de escucha y corresponsabilidad, reflejando el espíritu sinodal que anima a la Iglesia en el siglo XXI. La religiosa presentó una síntesis del proceso sinodal vivido entre octubre de 2021 y octubre de 2024,destacando los frutos recogidos a nivel continental.

Junto al Papa estuvieron presentes el cardenal Mario Grech, como secretario general del Sínodo, y monseñor Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría General.

La Iglesia debe ser “puente entre culturas y religiones”

Durante el diálogo, León XIV elogió la vocación misionera de la Iglesia, subrayando que está llamada a “escuchar el clamor de la tierra” y a garantizar que se respeten los carismas de todos sus miembros. Recalcó que la Iglesia debe ser “puente entre culturas y religiones”, trabajando activamente por la paz y la comunión.

El Papa insistió en que la sinodalidad no puede reducirse a una estructura organizativa, sino que implica una conversión espiritual y pastoral. “Aprender” fue una de las palabras más repetidas en sus respuestas, reflejando la actitud de apertura que debe caracterizar a toda comunidad eclesial.

León XIV animó a los equipos sinodales a seguir ensanchando el espacio eclesial, para que sea verdaderamente colegial y acogedor, capaz de afrontar con confianza las tensiones entre unidad y diversidad, tradición y novedad, autoridad y participación.