La pobreza persistente repunta en España: 6,7 millones atrapados en la precariedad estructural

La pobreza persistente repunta en España: 6,7 millones atrapados en la precariedad estructural
La pobreza persistente vuelve a crecer en España tras varios años de corrección. En 2024, el 13,6% de la población vivió en situación de carencia prolongada, según datos de Eurostat, lo que equivale a 6,7 millones de personas.

A pesar de la evolución positiva de algunos indicadores macroeconómicos (mejora del empleo, descenso del paro, subida de salarios por el aumento de salario mínimo…), la precariedad laboral y la debilidad del sistema de protección social impiden que estos avances se traduzcan en una mejora real para millones de hogares.

Un sector de la población está instalada en la pobreza estructural, entendida como la situación de quienes han estado por debajo del umbral de ingresos durante al menos tres de los últimos cuatro años.

La infancia y los hogares migrantes son los más golpeados. En 2024, la pobreza persistente entre menores de edad se disparó hasta el 20,6%, convirtiéndose en el grupo más afectado.

Las familias monoparentales, en su mayoría encabezadas por mujeres, y las familias numerosas con ingresos bajos, enfrentan dificultades estructurales para superar el umbral de pobreza, incluso cuando hay adultos trabajando.

La renta disponible equivalente –que ajusta los ingresos del hogar según su composición– marca el umbral de pobreza en 11.584 euros anuales por persona. Por ejemplo, una familia con dos adultos y dos menores se considera pobre si no supera los 24.327 euros anuales. Esta fórmula revela cómo las economías de escala en el consumo no siempre compensan la falta de ingresos suficientes.

Los datos que Eurostat ofrece ahora correspondiente en realidad a 2024, después de haber sido recopilados y validados.

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El trabajo precario no basta para salir de la pobreza

Expertos como Elena Bárcena, catedrática de Economía Aplicada, y Carlos Gradín, profesor en la Universidad de Vigo, advierten que el empleo creado es a menudo parcial, precario o mal remunerado, y no logra compensar la pérdida de prestaciones sociales. Además, la falta de una prestación universal por hijo a cargo agrava la situación de los menores, generando efectos duraderos en su salud, educación e integración social.

Desde EAPN España, su presidente Carlos Susías alerta sobre la vulnerabilidad de ciertos perfiles de hogar, especialmente aquellos encabezados por mujeres migrantes, que enfrentan mayores obstáculos para acceder al empleo por las responsabilidades de cuidado. La brecha de empleo entre mujeres nacidas fuera de la UE y las nacidas en España alcanza los 12 puntos porcentuales.

La pobreza persistente no solo refleja una carencia económica, sino también una falla estructural del modelo laboral y de protección social. El “colchón familiar”, tradicional salvavidas en tiempos de crisis, muestra signos de agotamiento. La cronificación de la precariedad impide que las redes familiares sigan sosteniendo a quienes no logran salir del círculo de la pobreza.