La esperanza como motor de cambio: los movimientos populares inspiran una nueva cultura de solidaridad

La esperanza como motor de cambio: los movimientos populares inspiran una nueva cultura de solidaridad
El primer momento significativo del V Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP) ha sido precisamente su presentación pública. La colaboración entre el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la Oficina de Prensa de la Santa Sede y el equipo de comunicación del EMMP ha sido esencial para dar visibilidad a este proceso.

Con esta comparecencia, el encuentro intenta abrir una grieta informativa –permítanme el atrevimiento– en la actualidad mundial, poniendo en el centro un tema habitualmente ausente: la voz organizada de los pobres como protagonistas del cambio.

Aún es pronto para medir su impacto, pero sí puede afirmarse que los periodistas presentes en la Sala de Prensa del Vaticano mostraron interés en comprender y profundizar en la naturaleza y el alcance de este camino compartido entre la Iglesia y los movimientos populares.

Durante el turno de preguntas posterior a la presentación, los ponente profundizaron en el sentido práctico y pastoral de este proceso global impulsado por la Iglesia. Las intervenciones sirvieron para aterrizar en historias concretas el mensaje central del encuentro: que la esperanza nace de la organización y la solidaridad entre las personas precarizadas y descartadas de una vida buena.

El cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, evocó el ejemplo de los cartoneros de Buenos Aires, un grupo de trabajadores humildes y sin derechos que, al organizarse colectivamente, transformaron su realidad.

“Crearon un centro de día para que padres y madres pudieran trabajar sabiendo que sus hijos estaban atendidos, aprendieron a reciclar mejor y lograron un sustento digno. Hoy son un referente y reciben ofertas del mercado. Organizarse cambió su realidad”, señaló.

El padre Mattia Ferrari, coordinador del EMMP, añadió otra historia significativa: el nacimiento del movimiento Refugees in Libya en 2021. Explicó cómo un grupo de migrantes en condiciones extremas consiguió, con el apoyo de esta plataforma y del papa Francisco, intervenir en el IV Encuentro Mundial.

“Aquellos días, el Papa los mencionó en el Ángelus y obispos italianos establecieron contacto directo con ellos. Esa solidaridad salvó vidas y encendió una esperanza que hoy sigue viva”, subrayó.

De los primeros encuentros nació la plataforma del Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP), integrada por seis organizaciones de distintas latitudes: la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) de Argentina; el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST – La Vía Campesina) de Brasil; Slum Dwellers International (SDI); la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de España, en el marco del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC); PICO Network de Estados Unidos; y Mediterranea Saving Humans de Italia.

Esta plataforma tiene la misión de coordinar el proceso global, fortalecer las relaciones entre los movimientos populares, la Iglesia y otros actores sociales, y acompañar los encuentros mundiales y regionales como espacios de diálogo, comunión y acción solidaria.

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La activista congoleña Micheline Mwendike, expresó la dimensión existencial de esa lucha: “Resistir ya es un signo de esperanza. Cada gesto (una manifestación, una colecta, una publicación…) confirma que existimos, que seguimos aquí y que el futuro puede ser mejor”.

Czerny, Ferrari y Mwendike subrayaron que el EMMP no es una estructura burocrática, sino un proceso vivo que se desarrolla en los territorios, donde las comunidades organizadas practican la solidaridad y construyen alternativas humanas frente a la pobreza, la exclusión y la crisis ecológica.

“La plataforma no busca enjaular a los movimientos, sino acompañar sus procesos y fortalecer la comunión entre Iglesia, pueblos y actores sociales”, afirmó Ferrari.

Sobre la elección del edificio autogestionado del barrio romano del Esquilino, conocido como Spin Time, que acogerá el encuentro, los organizadores aclararon que no se trata de una provocación, sino de una opción simbólica por la vida comunitaria.

“El Ayuntamiento de Roma lleva años trabajando para su regularización dentro del plan de vivienda. No es un gesto de ruptura, sino de diálogo. La legalidad cambia; la dignidad no”, explicaron.

El intercambio concluyó con una reflexión sobre el carácter apartidista del proceso y su voluntad de diálogo con todos los sectores sociales y políticos. “Los movimientos populares dialogan a 360 grados, desde la Doctrina Social de la Iglesia, y se reconocen como un sujeto autónomo que busca caminar junto a todos. La solidaridad no tiene ideología; tiene rostro y nombre”, subrayó Ferrari.

Con esta rueda de prensa, elemento de una estrategia comunicativa mayor, se anuncia la apertura de una nueva etapa de un camino compartido entre la Iglesia y los pueblos que luchan por tierra, techo y trabajo –también por la democracia, los procesos de movilidad y dignidad humana y el cuidado por la casa común– frente a lo que el papa León XIV ha llamado “la globalización de la impotencia”.