“Dilexi te”: el amor a las personas pobres, el trabajo humano y la fuerza de los movimientos populares

“Dilexi te”: el amor a las personas pobres, el trabajo humano y la fuerza de los movimientos populares
Una primera lectura de la exhortación apostólica de León XIV, Dilexi te, en vísperas del V Encuentro Mundial de Movimientos Populares

Este martes, 21 de octubre, comienza en Spin Time, Roma, el V Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP), el primero del pontificado de León XIV, quien desde su elección ha mostrado una atención constante hacia las realidades del trabajo, la pobreza y las organizaciones que nacen de la vida social y popular. Este encuentro, es

Su primera exhortación apostólica, Dilexi te (Te he amado), publicada el 4 de octubre, recoge esa preocupación y la sitúa en el corazón del Evangelio: el amor a las personas pobres, la dignidad del trabajo y la fuerza de la organización popular como expresiones del amor de Dios en la historia.

El documento se inscribe en la continuidad del proceso abierto por el papa Francisco, que caminó junto a los llamados poetas sociales de los movimientos populares y sus sagrados derechos a tierra, techo, y sobre todo, trabajo –las famosas 3T–, reconociendo en ellos una voz profética de los pueblos que luchan por tierra, techo y trabajo.

Una referencia temprana y significativa

Pocos días después de su elección, el 17 de mayo de 2025, durante la Audiencia a los miembros de la Fundación “Centesimus Annus Pro Pontifice”, León XIV dejó entrever la orientación pastoral que hoy confirma Dilexi te. En aquel discurso subrayó la importancia del diálogo, la escucha y la formación crítica en un mundo marcado por la desinformación y el ruido mediático, y afirmó:

“El compromiso de encontrar y escuchar a los pobres, quienes constituyen un tesoro para la Iglesia y para la humanidad. […] Las personas comprometidas con la mejora de la sociedad, los movimientos populares y los diversos grupos obreros católicos son una expresión de esas periferias existenciales donde perdura y brota de nuevo la esperanza. Los insto a dejar que la voz de los pobres sea escuchada”.

Estas palabras anticipaban su visión de una Iglesia que aprende del pueblo pobre y trabajador como sujetos de renovación evangélica y sociopolítica. Se perfila así un nuevo Rerum novarum donde la Iglesia quiere aprender desde la escucha, el encuentro y el compromiso con quienes sufren y acompañan en las periferias, tantas veces visibilizadas por Francisco.

León XIV reivindicó, además, la Doctrina Social de la Iglesia como un instrumento clave “de paz y de diálogo para construir puentes de fraternidad universal”, proponiendo una lectura profundamente ética, espiritual y política del momento histórico presente, contando la voz de “todos, todos, todos”.

El trabajo como participación en la creación

En Dilexi te, el Papa dedica un pasaje central al valor del trabajo humano:

“La falta de trabajo es mucho más que la falta de una fuente de ingresos para poder vivir. […] La Doctrina Social de la Iglesia ha visto siempre el trabajo humano como participación en la creación que continúa cada día, también gracias a las manos, a la mente y al corazón de los trabajadores.” (n. 115)

Esta afirmación condensa su visión de la dignidad de la “T” de trabajo como fundamento de toda vida social. En un tiempo de precariedad e incertidumbre, el Papa invita a recuperar el sentido humano y espiritual del trabajo, recordando que “trabajar es también amar”.

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Los movimientos populares, amor que se organiza

La exhortación dedica un espacio de reconocimiento a los movimientos populares, a los que presenta como una expresión viva de la solidaridad que transforma la historia:

“Han existido, y existen, varios movimientos populares, integrados por laicos y guiados por líderes populares, muchas veces bajo sospecha o incluso perseguidos. Me refiero a un ‘conjunto de personas que no caminan como individuos sino como el entramado de una comunidad de todos y para todos, que no puede dejar que los más pobres y débiles se queden atrás’” (80).

“Estos líderes populares saben que la solidaridad ‘también es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares’” (81).

En continuidad con Francisco, León XIV reconoce en estos movimientos un signo del Espíritu que anima procesos colectivos de esperanza y dignidad. No se trata de una relación paternalista, sino de un aprendizaje mutuo: “la Iglesia tiene que dejarse evangelizar por los pobres y por quienes, desde ellos, sueñan y trabajan por una vida mejor”, subraya.

Dignidad y esperanza compartidas

Dilexi te sitúa a los pobres y a los trabajadores en el centro de la vida eclesial, no por estrategia, sino por fidelidad al Evangelio:

“Los pobres están en el centro de la Iglesia, porque es desde la fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, [que] brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad”. (n. 111)

A las puertas del nuevo Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP), estas palabras cobran una fuerza especial. La exhortación da continuidad a un camino de diálogo y compromiso con quienes viven, trabajan y luchan en las periferias del mundo, “una etapa de un proceso de esperanza” frente a la globalización de la impotencia, según subrayó Mattía Ferrari, coordinador del EMMP.

León XIV, como Francisco, mira al pueblo como fuente de teología y esperanza, y a los movimientos populares como lugares donde “la voz de los pobres se hace Evangelio”. En ellos sigue latiendo la certeza que atraviesa todo su pontificado: el amor se predica, se organiza y se comparte.