De la denuncia a la acción: los movimientos populares avanzan hacia una nueva alianza global

De la denuncia a la acción: los movimientos populares avanzan hacia una nueva alianza global
Tras la primera parte de la apertura del V Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Roma, una nueva etapa de esperanza y compromiso global, tuvo lugar la intervención del Comité Político del EMMP, junto al cardenal Czerny que invitó a soñar un mundo nuevo: “Con Jesús, siempre es tiempo de Jubileo” y el dirigente argentino Juan Grabois, primer coordinador de este espacio mundial

El ambiente estaba cargado de emoción y de encuentro. Agradecimientos, memoria y esperanza marcaron un inicio que se resumen en una misma convicción: la organización popular, la organización de este sistema de descarte y muerte, es la expresión concreta de la esperanza.

Al inicio del acto, se hizo un reconocimiento a todas las delegaciones presentes procedentes de todas las latitudes. Cada grupo se fue levantando y saludando entre aplausos del resto, en un momento cargado de simbolismo que expresó la diversidad y la unidad del encuentro.

“Hoy más que nunca debemos gritar que tierra, techo y trabajo son derechos sagrados”, proclamó Charo Castelló, del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC).

Once años de camino compartido

Castelló abrió la sesión recordando los once años de historia que separan este encuentro del primero celebrado en 2014. “Ha sido un camino de trabajo intenso, con dolor y sufrimiento, pero también con mucho amor y sueños compartidos”, afirmó.

Destacó que el movimiento se encuentra ante “un punto de inflexión” que no invita a mirar atrás, sino “a impulsar hacia adelante nuevas formas de lucha, alianzas y organización”, en continuidad con el camino iniciado por el papa Francisco y confirmado por el papa León XIV.

“El nuevo Papa no solo ha querido recibirnos, sino también confirmar este diálogo entre la Iglesia y los movimientos populares”, subrayó, invitando a “identificar los retos de hoy: las guerras salvajes, el descuido de la vida, el auge de la extrema derecha y el deterioro de la democracia”.

“La cultura del encuentro no es un diagnóstico, es una forma de construir poder popular”

El secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) de Argentina, Alejandro Gramajo, ofreció una reflexión política sobre los desafíos actuales de los pueblos.

Denunció la consolidación de un capitalismo “financiero y especulativo” que destruye el trabajo productivo y soberano, y alertó sobre los efectos de la revolución tecnológica, que reemplaza mano de obra humana y profundiza la exclusión.

“Los movimientos populares nacimos de esa crisis. Somos la nueva forma de disputar el poder y el capital desde los trabajadores excluidos”, afirmó.

Gramajo recordó que, según la OIT, el 65% de los trabajadores del mundo vive en la informalidad, una realidad que exige “pensar políticas concretas y construir puentes de diálogo”.

Puso como ejemplo la experiencia argentina de la Ley de Barrios Populares, que ha permitido identificar más de 6.000 comunidades sin acceso a agua ni servicios básicos.

“No somos diagnosticadores de la realidad, somos constructores de consensos y políticas públicas. La cultura del encuentro no es una conversación; es un método para transformar la sociedad”, dijo.

Agradeció al papa León XIV por continuar el legado de Francisco y poner el acento “no en romantizar la pobreza, sino en disputar el poder para cambiar las estructuras que la generan”.

Voces desde el norte y el sur global

Desde Estados Unidos, Gloria Morales-Palos, integrante de PICO California, relató con emoción la dureza del contexto migratorio.

“Se habla mucho de democracia y libertad, pero cuando los migrantes levantamos la voz, somos silenciados o criminalizados”, denunció.

Narró el caso reciente de su primo, detenido tras treinta años de residencia en situación administrativa por resolver, y la importancia de la Iglesia como espacio de acompañamiento: “No podemos detener las deportaciones, pero sí podemos ser testigos del sufrimiento y la esperanza”.

“Si somos pro vida, debemos creer que todos merecemos vivir con dignidad. Nadie es criminal por huir de la pobreza y buscar un futuro para su familia”, afirmó conmovida.

Desde Sudáfrica, Rose Molokoane, de Slum Dwellers International, ofreció una denuncia rotunda de las políticas de vivienda y del impacto del cambio climático sobre los pobres.

“Los gobiernos toman decisiones sobre nosotros, sin nosotros. Las políticas de vivienda no atienden a los pobres: cada día hay desalojos y más asentamientos informales”,

Molokoane hizo un llamamiento a unir las luchas globales: “El papa León XIV ha tomado el testigo de Francisco; ahora debemos actuar. Halala movimientos populares, halala”, cantó y animó.

 “Nuestro proyecto no es reparar el capitalismo, sino construir vida”

La brasileña Ayala Ferreira, del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), llevó la reflexión al terreno histórico y transformador.

Recordó las raíces de los movimientos populares en la resistencia a las dictaduras latinoamericanas y en el compromiso cristiano con los pobres.

“Somos la memoria viva de esa historia, y la esperanza es la semilla que debemos seguir cultivando”, afirmó.

“El capitalismo es un proyecto de muerte; nuestro proyecto es de vida, para todos los seres que habitan la tierra”.

Ferreira advirtió de que los tiempos actuales exigen “un compromiso radical con la esperanza activa”, capaz de unir las luchas por tierra, techo y trabajo en un gran proyecto de transformación social y ecológica.

De la denuncia a la acción común

En representación de la comunidad anfitriona, Andrea Alzetta, portavoz de Spin Time, intervino para subrayar el papel simbólico de este espacio como “arca” que acoge y pone en práctica los ideales del encuentro. Recordó que el tiempo actual exige ir más allá de la denuncia para construir acciones comunes y una alianza planetaria de movimientos populares.

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Alzetta denunció la violencia estructural que atraviesa el mundo: las guerras, las deportaciones, los genocidios y el hambre; y reivindicó la necesidad de transformar la indignación en organización, de convertir la resistencia en una práctica de vida colectiva.

Afirmó que el futuro se juega en la capacidad de los pueblos para actuar unidos, “construyendo caminos de justicia que no dependan de los poderosos, sino de la fuerza popular y de la cooperación entre iguales”.

“Nuestra fuerza no es ideológica, sino fraterna”

El coordinador del EMMP, Mattia Ferrari, cerró las intervenciones del Comité Político recordando las palabras del papa Francisco: “Los movimientos populares son un huracán de esperanza”.

Subrayó que la raíz del proceso no está en la ideología, sino en las relaciones humanas y en la fraternidad que se construye desde los pobres.

“La herida de la piel, el dolor de los pueblos, es el dolor de Dios y de la historia. Por eso existimos como plataforma: para que esa herida se convierta en esperanza compartida”, expresó.

Cardenal Czerny: “Con Jesús, siempre es tiempo de Jubileo”

La participación e intervención del cardenal Michael Czerny –un momento muy importante y significativo para la comunidad de Spin Time y para el propio encuentro– marcó el momento espiritual del espacio. Invitado por Ferrari para hablar del “sueño del papa Francisco para los movimientos populares”, articuló su mensaje en tres grandes sueños: el del Jubileo, el de los Encuentros Mundiales y el de este quinto encuentro como signo de cumplimiento.

“Soñar —dijo— no es escapar de la realidad, sino tener una visión que orienta, que motiva el cambio y que muestra el camino”.

Recordó el sentido bíblico del Jubileo como tiempo de descanso, liberación y redistribución justa: “Con Jesús, siempre es Jubileo”, afirmó, citando el mandato de liberar a los oprimidos y anunciar la buena noticia a los pobres.

E hizo suyas las palabras pronunciadas por Francisco en Bolivia: “Nadie sin comida ni agua, ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin futuro, ningún anciano sin una vejez venerable”.

El segundo sueño, explicó, es el propio proceso de los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares, que desde 2014 representan “un torrente de energía moral que brota al incluir a los excluidos en la construcción de un destino común”.

Enumeró los objetivos renovados de este quinto encuentro: dar voz a los que no la tienen, acompañar sus esfuerzos de desarrollo integral, explorar modelos económicos alternativos, recibir las enseñanzas de los papas Francisco y León XIV —Evangelii gaudium, Laudato si’, Fratelli tutti y Dilexit te— y promover el diálogo entre los movimientos y las Iglesias locales.

“Este encuentro es una señal de esperanza —dijo—, porque traéis ante Dios y ante la humanidad una realidad que suele ser silenciada: los pobres no solo sufren la injusticia, también luchan contra ella”.

Czerny subrayó que el sueño de Francisco se cumple al ver a los movimientos “reconocidos no solo por la Iglesia, sino como parte viva y actuante de ella”.

“Los tres sueños se funden en uno: el antiguo sueño del Jubileo, el sueño de los encuentros mundiales y la invitación del papa León XIV a caminar juntos, movimientos populares e Iglesia, en el tercer milenio”, concluyo.

Antes de despedirse, evocó los cuatro grandes sueños de Querida Amazonia, aplicables a todos los pueblos: “Sueño con un mundo que luche por los derechos de los pobres; que conserve su riqueza cultural; que proteja la belleza de la creación; y con comunidades cristianas encarnadas, comprometidas y con rostro propio”.

Grabois: continuidad y compromiso

El acto de apertura concluyó con la intervención de Juan Grabois, quien reforzó el legado del papa Francisco y el comienzo del pontificado de León XIV, subrayando la continuidad del proceso de los movimientos populares. Su mensaje fue de gratitud y compromiso, al destacar el papel del cardenal Czerny y de Mattia Ferrari y todo el nuevo comité político en la consolidación de este espacio mundial.

Grabois recordó el camino compartido durante más de una década y animó a las delegaciones a perseverar en la defensa de los sagrados derechos a la tierra, el techo y el trabajo, como base de la justicia social y de una Iglesia encarnada junto a los pobres.