Centenario de la Juventud Obrera Cristiana (JOC)

El sábado 28 de junio se celebró en la abadía de Montserrat un encuentro de 500 militantes de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) para conmemorar el centenario de la organización. Supongo que el acrónimo será una incógnita para no pocas personas. Quizás convenga hacer un breve recorrido sobre lo que supuso la JOC en nuestras tierras.
Situémonos a inicios del siglo XX: niños y jóvenes entraban masivamente en el circuito del trabajo, en el mundo adulto, sin transición alguna y abocados a una brutal explotación. Eso era un hecho en todas las áreas industriales de Europa. En Bélgica, niños y jóvenes trabajadores empezaron a reunirse los domingos bajo la dirección de burgueses y nobles; participaban en actividades religiosas y eran instruidos desde la perspectiva de atenuar el paso, forzado y precoz, de la infancia a la vida profesional, desde una óptica moral y religiosa. La religión paternalista era considerada como un instrumento de las clases dirigentes y una parte del clero se mostraba contraria a la acción obrera. Cristianismo y socialismo parecían nociones irreconciliables y ambos corrientes rivalizaban por atraer a los trabajadores a sus partidos y sindicatos.
En este contexto, Joseph Cardijn, coadjutor de Laeken hasta 1918, asumió la dirección de las obras sociales en la zona de Bruselas. En 1915 había fundado un sindicato de aprendices, del cual nacería en 1919 la asociación Juventud Sindicalista, afiliada a la federación de sindicatos cristianos de Bruselas. La principal aportación de Cardijn se comprende mejor después de su experiencia: solo los jóvenes trabajadores salvan a los jóvenes trabajadores. Impregnado de su formación sociológica, el movimiento utilizaba la encuesta para captar los problemas sociales y, complementariamente, la revisión de vida obrera: ver, es decir, tomar conciencia de las injusticias; juzgar, analizando y confrontando esas injusticias; y finalmente, actuar, para llevar a cabo acciones colectivas contra ellas. El periódico del movimiento adoptó en 1924 el título de Jeunesse Ouvrière Chrétienne, al tiempo que Cardijn organizaba reuniones con sacerdotes responsables de obras sociales, donde su proyecto fue aceptado, de manera que oficialmente nació la Juventud Obrera Cristiana.
En cuanto a España, antes de la Guerra Civil existían focos dispersos en diversas diócesis, como Barcelona, Valladolid e incluso Valencia, pero según expresión de Juan José Tamayo, no llegaron a poseer las intuiciones misioneras posteriores. Tras la contienda el movimiento fue clausurado en toda España, salvo en Valladolid y otros puntos aislados. No será hasta 1946, ya en el contexto internacional de la derrota del fascismo y una incipiente guerra fría, cuando se restauran o crean de nuevo núcleos de juventud obrera organizada, concretamente la Juventud Obrera de Acción Católica (JOAC). En esta etapa, ciertamente, el movimiento tenía un sesgo más asistencial que reivindicativo. El nombre tradicional se perdió porque la organización internacional se desenvolvía en contextos democráticos con sindicatos libres. En 1954 asumió la responsabilidad nacional Mauro Rubio Repullés, sacerdote de vocación tardía que había estudiado a fondo los métodos apostólicos rurales y obreros, en contacto con dirigentes de estos movimientos especializados en Bélgica, Francia y los suburbios de Londres, con lo cual la organización tomó un nuevo impulso.
Mientras tanto, dos seminaristas valencianos formados en Comillas habían empezado a beber de la fuente jocista. En efecto, en julio de 1949 el sacerdote Joseph Cardijn visitó aquel seminario para impartir cuatro conferencias. El sacerdote belga impactó profundamente en los seminaristas Josep Vila y Josep Antoni Comes. Vila fue nombrado consiliario de la JOAC valenciana en 1954 y la organización comenzó su despegue, tanto en la rama masculina como en la femenina. El reconocimiento público de Pío XII a Cardijn y a la JOC, así como la presión de la militancia, llevaron a la restauración del nombre tradicional: JOC.
Los primeros núcleos valencianos se ubicaron en las comarcas centrales y en los Poblados Marítimos de Valencia, alrededor de la construcción naval. Cuando la JOC valenciana comenzó a estructurarse estaba formada por tres federaciones, dos de ellas en zonas netamente industriales: las comarcas centrales y Valencia y su área metropolitana, y la otra en la Safor. Los núcleos eran Alcoi, Valencia y Gandía. En cuanto al número de militantes, Josep Sanchis Micó, antiguo dirigente nacional y alcalde socialista de Benetússer en las primeras legislaturas democráticas, sostiene que eran más de mil los miembros del movimiento. Se queda corto: la cifra total se acercaba más a dos mil. Más allá de los números: adolescentes trabajadoras comenzaron a perder el miedo a hacer valer sus derechos laborales y a tomar conciencia de su valor como personas, no como objetos, ya fueran productivos o sexuales. Puedo asegurar que a aquellas antiguas militantes todavía se les iluminan los ojos al evocar aquellas acciones, ciertamente intrépidas en aquel contexto.
La organización solo conoció trabas del régimen. Es comprensible. De hecho, la primera gran huelga de protesta contra la situación laboral en la posguerra valenciana no fue llevada a cabo por ninguna organización política clandestina o sindical. Fue protagonizada, el 24 de abril de 1958, por Dionisio Vacas, militante de la JOC, quien consiguió que parasen los 2.800 trabajadores de Papelera Española. El Partido Comunista tenía convocada una huelga once días después, pero Vacas, que entonces tenía 24 años, con el conocimiento del arzobispo, se adelantó. Como él mismo me contaba, la fábrica estaba automatizada, de manera que a las nueve de la mañana pulsó dos botones y la fábrica, sencillamente, se detuvo: era la primera gran huelga en el franquismo en Valencia.
En 1958 la responsabilidad de la organización recayó en Josep Antoni Comes, que estuvo al frente hasta noviembre de 1966: la época álgida del movimiento. Los métodos formativos de la JOC pasaron no solo a otros movimientos de juventud de Acción Católica, sino también a esta misma formación: miles y miles de personas en las diócesis valencianas. Por ello, más allá de los encontronazos con el sistema franquista, se formaron cuadros que más tarde contribuirían a fortalecer el sistema democrático. No solo en la política —el exalcalde socialista de Burjassot, José Luis Andrés Chavarrias, es otro ejemplo—, sino también en el sindicalismo: USO inicialmente, pero también CCOO y UGT, así como en los movimientos ciudadanos.
Visto el panorama, el encuentro de la JOC en Montserrat resulta una excelente promesa.

Profesor y catedrático de Historia.