Algunas claves de la exhortación apostólica “Dilexi te”

Algunas claves de la exhortación apostólica “Dilexi te”
El papa León XIV ha publicado su primera exhortación apostólica, titulada Dilexi te (Te he amado), un texto pastoral y social que sitúa el amor de Cristo hacia las personas pobres en el centro de la vida cristiana.

El documento retoma el legado del papa Francisco –de cuyo magisterio se declara explícito continuador– y marca la orientación de este nuevo pontificado: una Iglesia pobre, para los pobres y junto a los pobres –en las periferias–.

1. El amor de Dios a los pobres, núcleo del Evangelio

“Yo te he amado” es la palabra de Dios que sostiene la esperanza de quienes viven en la exclusión. León XIV parte de la convicción de que el amor a los pobres no es una opción secundaria, sino el corazón mismo de la fe cristiana. En ellos, dice, “Cristo mismo sigue hablando y actuando en la historia”.

2. Jesús, Mesías pobre y de los pobres

El Papa presenta a Jesús como el Mesías que se hizo pobre, que “trabajó con sus manos, no tuvo donde reclinar la cabeza y murió fuera de los muros de la ciudad”. Por eso, ser Iglesia de Cristo implica situarse en la misma senda: “Iglesia de las Bienaventuranzas”.

3. El trabajo como expresión del amor a los pobres

Uno de los hilos más importante del texto es la revalorización del trabajo humano. León XIV recuerda que el trabajo “es una clave esencial de la cuestión social” y que no puede separarse de la dignidad personal ni del bien común.

Denuncia la precariedad, el desempleo y los salarios indignos como formas de violencia estructural. “La falta de trabajo no solo priva de ingresos: priva de sentido, de reconocimiento y de comunión”, afima

El trabajo digno aparece, así, como una forma concreta de amar y de servir a los pobres, y como camino de realización humana y espiritual.

4. Las estructuras de pecado en la economía

Dilexi te dedica varios pasajes a denunciar la injusticia estructural del sistema económico actual, que el Papa describe como “una máquina que fabrica pobres mientras enriquece a unos pocos”.

Siguiendo la tradición de Juan Pablo II y Francisco, León XIV habla de estructuras de pecado: decisiones colectivas que consolidan un orden injusto basado en la codicia y la indiferencia.

“Las estructuras de pecado son aquellas formas organizadas del egoísmo que convierten la ganancia en ídolo y al pobre en desecho.”

Propone, como alternativa, una “economía del amor y del cuidado”, donde el trabajo digno, la justicia distributiva y la sostenibilidad sean las medidas del progreso.

“No basta con repartir el pan; es necesario cambiar la masa”.

5. Los pobres como sujetos, no objetos de compasión

Dilexi te insiste en que los pobres no son destinatarios pasivos de ayuda, sino protagonistas de su propia liberación. “Dios no se avergüenza de su pobreza; en ellos ha querido revelar su poder”.

Por eso, la Iglesia no debe hablar “por” los pobres, sino caminar “con” ellos, escuchando su experiencia, su sabiduría y su fe.

6. La Iglesia, pobre y para los pobres

En continuidad con Francisco, León XIV reafirma que una Iglesia pobre es una Iglesia creíble.

“Solo una Iglesia despojada de privilegios puede abrazar a los pobres con el amor de Cristo”.

La pobreza evangélica no se reduce a austeridad, sino que implica convertirse en signo de fraternidad, justicia y servicio.

7. Los migrantes, rostro actual de Cristo

En Dilexi te hay una parte que está dedicado a los migrantes y refugiados, presentados como “hermanos que llevan sobre sí las heridas de Cristo”.

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El Papa recuerda que toda la historia de la salvación es una historia de migraciones y que la Iglesia debe responder al desafío migratorio con los cuatro verbos que acuñó Francisco: acoger, proteger, promover e integrar.

León XIV denuncia las políticas del miedo y la indiferencia, recordando que “donde el mundo levanta muros, la Iglesia está llamada a construir puentes”.

La pastoral con migrantes es, según él, una forma esencial de evangelización y de defensa de la dignidad humana.

8. Los movimientos populares, profecía del amor social

El Papa dedica un reconocimiento explícito a los movimientos populares, a los que describe como “una presencia viva del Espíritu en medio de los pueblos”.

En ellos ve la acción del amor cristiano hecho organización, la prolongación del Evangelio en la lucha por la tierra, el techo y el trabajo. “Allí donde los pobres se organizan, el amor de Dios se hace historia”.

Los considera herederos de la Doctrina Social de la Iglesia y aliados naturales en la construcción del bien común. Su acción, subraya, no es ideológica sino espiritual, porque nace del amor y de la justicia.

9. La Doctrina Social de la Iglesia, fuente viva

Dilexi te recorre la línea que une a León XIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, subrayando que todos colocaron la dignidad del trabajo y la opción por los pobres en el centro de la vida cristiana.

El nuevo Papa afirma que la Doctrina Social no es un sistema cerrado, sino “una pedagogía de la caridad social”, que debe actualizarse en diálogo con los pueblos, los movimientos y las culturas.

10. El amor como política del reino

El documento propone una “política del amor” frente a la lógica del poder. Amar a los pobres significa actuar por su justicia, transformar estructuras injustas y promover relaciones basadas en la fraternidad.

“La caridad sin justicia es sentimentalismo; la justicia sin amor se vuelve dureza. Solo el amor justo transforma el mundo”, subraya.

El texto concluye con una invitación a todos los cristianos a dejarse transformar por el amor que Dios tiene a los pobres, concretando ese amor en gestos cotidianos: hospitalidad, defensa del trabajo digno, participación social y vida comunitaria.

“Será posible para aquel pobre escuchar de labios de la Iglesia las palabras de Jesús: Yo te he amado.”

Estamos ante una exhortación espiritual y una propuesta integral de conversión social y pastoral. León XIV ofrece a la Iglesia un horizonte claro: una fe encarnada, una caridad activa y un compromiso estructural con los pobres, los trabajadores, los migrantes y los movimientos que buscan justicia.

Una Iglesia que, al amar a los pobres, se deja amar por Dios y que, al transformar la economía del descarte, anuncia el reino de la fraternidad.