Juan José Tamayo: “El cristianismo tiene que dar luz en este presente oscuro”

El Congreso de Teología busca alternativas humanistas y evangélicas ante el “colapso mundial”. La Asociación Teológica Juan XXIII organiza su congreso anual bajo el título “Un mundo en tinieblas. ¿Hay razones para la esperanza?”, del 5 al 7 de septiembre, por internet.
Juan José Tamayo, de la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXII, explica que nos encontramos en “una situación de colapso mundial e internacional, nunca antes vista”, por lo que resulta clave “analizar esta realidad con especialistas de las ciencias políticas, de la información y de la teología liberación y teología feminista”.
Más allá del diagnóstico, este congreso busca propuestas ante los “sistemas de dominación “, desde una “valoración ética a la luz de los valores corales humanistas y evangélicos”, explica Tamayo.
Si como dice el Evangelio, “sois la luz del mundo”, el cristianismo ha de “contribuir a dar luz” a este presente oscuro, para lo que Tamayo defiende “un cristianismo con características muy concretas, de liberación, ecológico y ecofeminista, teniendo como referencia la revolución social, política y económica del papa Francisco que ofrece propuestas importantes ante la crisis mundial”.
Frente a quienes defienden “la guerra como forma de resolver los conflictos y naturalizan la violencia en la vida cotidiana y en las relaciones internacionales”, el teólogo apuesta por una “teología de la paz justa”, por “un cristianismo comprometido con la paz, no entendida como mera ausencia de guerra, sino basada en la justicia”, pero también “intercultural e interreligioso, que dialogue con las otras tradiciones y religiones, renunciando a la esa idea de ser el único portador de la verdad y la liberación”.
Así, aboga por “la descolonización del cristianismo”, de modo que “el modelo europeo y occidental no sea el referente único, sino otro decolonial, que respete la diversidad cultural y religiosa en los distintos ámbitos geoculturales”.
Desde su punto de vista, el cristianismo puede contribuir a las liberaciones histórica que incluyan a los que la globalización existente excluye, siendo feminista, cuestionando el sexismo, la homofobia, la violencia de género, y proponga la “sororofraternidad” más allá de la heteronormalidad”.
Igualmente entiende que la religión cristiana ha de profundizar su sensibilidad ecologista, “defender con la misma intensidad que defiende los derechos y la dignidad de la persona los derechos de la tierra” y combatir la idolatría”. No ya “la del Becerro de Oro de Moisés, sino, del propio oro, recuperando la tradición de los profetas, siguiendo a Jesús de Nazaret cuando dijo que no se puede servirá dos señores, Dios y el dinero, y la de los movimientos igualitarios en la Edad Media o las congregaciones mendicantes, incorporando el pensamiento “antiidolátrico” de otros movimientos”.
“Si el cristianismo quiere ser una religión históricamente significativa, tener influencia y detener estos procesos regresivos para la humanidad tiene que asumir una serie de propuestas y compromisos, como la liberación desde la opción por las personas, colectivos y pueblos empobrecidos y apoyar una democracia participativa que no sea simple formalidad bajo la dictadura de los mercados, dentro de las fronteras y de las comunidades cristianas”, concluye.

Redactor jefe de Noticias Obreras