El otro incendio: cómo la desinformación en redes sociales enciende la polarización política

Cada nueva catástrofe, ya sea un terremoto, una inundación o un incendio forestal como los que han afectado recientemente a varias zonas de la península ibérica, viene acompañada de un fenómeno ya habitual: las redes sociales se llenan de rumores, medias verdades y mentiras que circulan con mayor rapidez que los datos contrastados. Ya lo advirtieron el investigador del MIT Soroush Vosoughi y colaboradores en un artículo en Science: en momentos de crisis, la desinformación se propaga más rápido y llega más lejos que la información veraz.
Si los incendios necesitan unas condiciones concretas para convertirse en una tormenta perfecta de llamas, las redes sociales también las tienen para la expansión del fuego digital: emociones intensas como el miedo y la rabia, necesidad de encontrar culpables y un clima de polarización política que actúa como catalizador.
En esta ocasión, la rabia ha sido el combustible principal. La indignación ante la magnitud de los incendios se ha proyectado en dos direcciones: contra el Gobierno central y, en menor medida, a su favor. Esto ha permitido que circularan toda clase de narrativas, muchas de ellas sin base.
Informaciones falsas con intencionalidad política
Por ejemplo, se ha difundido la idea de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez utiliza los incendios como pretexto para recalificar terrenos y favorecer infraestructuras o proyectos de energías renovables. Maldita.es ha verificado que esta afirmación es falsa, ya que la legislación vigente, concretamente la Ley de Montes, prohíbe expresamente el cambio de uso forestal durante al menos treinta años después de un incendio. La explicación era atractiva emocionalmente, pero no era cierta.
En sentido contrario, también ha tenido recorrido el rumor de que un menor detenido por provocar varios fuegos en Galicia era un “mena”, un menor extranjero no acompañado, lo que encajaba con determinados discursos antiinmigración y las narrativas de culpabilización hacia la inmigración usadas habitualmente por la derecha radical. Newtral ha desmentido esta información: el menor era español y su ingreso en un centro de menores no tenía ninguna relación con su nacionalidad ni con la condición de migrante. En este caso, el objetivo era alimentar el relato político de inseguridad vinculada a la inmigración.
Estos ejemplos ilustran cómo la desinformación no se limita a un error en la información, sino que a menudo tiene una intencionalidad política. Las mentiras actúan como armas discursivas. No es casualidad que en plena emergencia algunos dirigentes hayan hablado también de “terrorismo incendiario”, una expresión que genera alarma y transmite sensación de amenaza organizada, aunque los datos oficiales indiquen que solo una pequeña fracción de los incendios son intencionados.
Las redes amplifican estos mensajes porque responden a la necesidad de señalar a un culpable y simplificar una realidad compleja, dando una explicación plausible y asumible aunque no sea verdadera.
El escenario idóneo para los bulos
La lógica de los rumores es bien conocida: aparecen en contextos de incertidumbre y de alta carga emocional, y se propagan porque ofrecen respuestas rápidas y coherentes con prejuicios o miedos previos. En este sentido, los incendios forestales son un escenario idóneo: hay devastación visible, incertidumbre y un vacío que la desinformación se encarga de llenar.
Así, las plataformas digitales se convierten en el espacio perfecto para que el miedo, la rabia y la polarización política se traduzcan en miles de mensajes compartidos sin apenas filtro crítico.
El reto es que la desinformación no solo acompaña a las emergencias, sino que las reconfigura. En este sentido, puede construir imaginarios colectivos que condicionan la percepción del problema e incluso las respuestas políticas. Si el relato dominante es que los incendios son fruto de una conspiración gubernamental o de una amenaza migratoria, el debate público se desvía de lo que debería ser prioritario, aunque sea en caliente: la planificación, la prevención y la gestión de los riesgos ambientales en un contexto de emergencia climática, las acciones para que no vuelva a ocurrir.
Cómo prevenir la desinformación
Igual que en la gestión forestal sabemos que es preferible invertir en medidas de prevención que reaccionar únicamente cuando las llamas ya avanzan, también en el ámbito de la información hay que apostar por políticas preventivas.
Esto implica educación mediática, presencia activa de expertos y periodistas en la conversación pública y, sobre todo, una mayor responsabilidad de las plataformas digitales. Las empresas que gestionan las redes sociales deben ser conscientes de que cada rumor no verificado que se propaga es un incendio que destruye confianza y polariza a la sociedad, no una oportunidad para retener más tiempo a los usuarios. Es necesario, pues, seguir exigiendo mecanismos más robustos de moderación, transparencia en los algoritmos y colaboración estrecha con medios de comunicación y verificadores.
Los incendios nos recuerdan que la naturaleza tiene unos límites y que hay que actuar antes de que sea demasiado tarde. La desinformación funciona de manera similar: una vez encendido el fuego del rumor, resulta mucho más difícil detenerlo y revertir la ola de falsedad creada. La lección es clara: igual que cuidamos los bosques para reducir el riesgo de fuego, debemos cuidar el ecosistema digital para reducir el riesgo de mentiras.
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Artículo publicado originalmente en The Conversation

Profesor Estudios Ciencias de la Información y la Comunicación Universitat Oberta de Catalunya (UOC)