Trabajadores y trabajadoras cristianas se suman a las movilizaciones contra el odio racista

La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) participa este jueves en la concentración de Madrid, que se suma a la de mañana en València, impulsada por entidades sociales, sindicales, vecinales y eclesiales. Estas convocatorias denuncian la escalada de violencia xenófoba en Torre Pacheco y exigen una respuesta institucional firme. La Iglesia, a través de diversas voces, ha alzado también su voz
Diversas organizaciones sociales, vecinales, sindicales, eclesiales, políticas, periodísticas y de defensa de los derechos humanos han convocado una concentración este jueves, 17 de julio, a las 20:00 horas en la plaza del Callao de Madrid, “En defensa de la democracia, es hora de acabar con los grupos organizados del odio” y en repulsa ante las “cacerías” contra vecinos y vecinas de origen migrante de Torre Pacheco. Entre las participantes estarán Marimar González y Gema Martín, responsables de Compromiso y Organización, respectivamente, de la HOAC, una de las diversas organizaciones que se han adherido.
La movilización responde a los graves hechos ocurridos en la localidad murciana de Torre Pacheco, donde grupos de ultraderecha han protagonizado “cacerías” contra vecinos y vecinas de origen migrante. “Sabemos que estos sujetos de extrema derecha representan una minoría, pero una minoría organizada, muy peligrosa y financiada para socavar nuestra convivencia, nuestra libertad y nuestra democracia”, denuncia el manifiesto difundido.
El objetivo de esta movilizaciones es plantar cara a los discursos de odio, los ataques racistas y la proliferación de bulos en redes y pseudomedios de comunicación. Las organizaciones reclaman una respuesta institucional “firme y contundente” frente a quienes promueven la violencia, la exclusión y la impunidad. “Queremos barrios, pueblos y ciudades donde prime el respeto, la tolerancia y la cohesión social”, afirman.
València también se moviliza
Al día siguiente, el viernes 18 de julio, a las 19:30 horas en la plaza del Ayuntamiento de València, tendrá lugar una segunda concentración impulsada por la plataforma València pels Drets de les Persones Immigrades. Militantes de este movimiento de trabajadoras y trabajadores de la Iglesia también participarán en esta convocatoria.
El acto es un ejercicio de solidaridad con la población migrante de Torre Pacheco. “Rechazamos con toda firmeza la campaña de criminalización colectiva desatada contra la comunidad marroquí en particular —y migrante en general— residente en la localidad”, se lee en el manifiesto Ni violencia racista ni criminalización colectiva que ya supera el millar de adhesiones.
El texto incluye nueve exigencias urgentes dirigidas a los poderes públicos: desde protección inmediata para las familias amenazadas hasta formación en derechos humanos para fuerzas de seguridad y operadores jurídicos. También se exige “una investigación inmediata y sin impunidad” de los hechos y campañas públicas para desmontar los bulos racistas.
Una quiebra de los derechos humanos y de nuestra propia humanidad
En una reciente editorial titulada Migrantes: la quiebra de los derechos humanos, la HOAC ya advertía: “las inhumanas políticas migratorias son una negación práctica de los derechos de las personas migrantes. Pero constituyen también una profunda quiebra de los derechos humanos, porque suponen una negación real de la igual dignidad de todas las personas”.
Citando al papa Francisco en Fratelli tutti, recuerdan que “los migrantes no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona (…) Nunca se dirá que no son humanos, pero en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos” (n. 39). Son víctimas de “una pérdida de ese sentido de la responsabilidad fraterna sobre el que se basa toda sociedad” (n. 40). “Nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona” (n. 129).
La organización eclesial denuncia además de estas actitudes de odio, el olvido parlamentario de la Iniciativa Legislativa Popular para regularizar a cientos de miles de personas migrantes y el “mercadeo indecente” con los menores no acompañados hacinados en Canarias y Ceuta. “Como sociedad, deberíamos ser mucho más activos y mucho menos indiferentes ante tanta inhumanidad”.
La Iglesia alza la voz
Los hechos de Torre Pacheco han generado una oleada de declaraciones desde diversos ámbitos eclesiales. El obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, mostraba preocupación y rechazaba cualquier tipo de violencia “que nunca arregla nada ni es una solución de nada; al contrario, crea intranquilidad, y más en un pueblo que se ha distinguido siempre porque ha dado trabajo, por la convivencia y por la integración”.
El director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Fernando Redondo Pavón, expresaba su firme rechazo a los discursos de odio y la “incitación a la violencia” contra las personas migrantes, a cuenta de hechos, efectivamente muy graves, pero puntuales, y en ningún caso, explicables por la procedencia o la religión profesada, como ha pasado estos días en Torre Pacheco. “Como cristiano y más específicamente como director del Departamento de Migraciones, no puedo dejar de manifestar mi preocupación, disconformidad y repulsa ante las proclamas y acusaciones que en estos días algunos grupos y personas están vertiendo en contra de las personas migrantes”, afirma Redondo.
Por su parte, Redes Cristianas ha manifestado que estos hechos “son el resultado de un caldo de cultivo que se ha venido cocinando con discursos de odio, mentiras interesadas y políticas que deshumanizan. […] No informan: deforman. Alimentan el miedo, la desconfianza, la división”. También afirman: “La dignidad no se negocia. No hay amor posible sin justicia. […] Que nadie utilice la fe como escudo para el desprecio. Que nadie use la ley para perseguir al inocente”.
Desde la CONFER, junto a otras entidades eclesiales, se ha adherido al manifiesto Ni violencia racista ni criminalización colectiva: “la violencia racista es absolutamente inadmisible y condenable. Condenamos especialmente los llamamientos a la violencia, a la ‘cacería de inmigrantes’, realizados en las redes por grupos de extrema derecha perfectamente identificables”.
El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), por su parte, ha calificado de “inadmisible” la escalada de odio y ha recordado que “ningún hecho, por grave que sea, justifica la criminalización de todo un colectivo ni los ataques indiscriminados y extremadamente violentos”. “El racismo y la violencia no deben tener cabida en la sociedad ni debe ser tolerado y justificado de ninguna de las maneras. Los discursos de odio deben ser perseguidos”, subrayan.
Unidad frente al odio
Las entidades convocantes y adheridas a estas movilizaciones sostienen que es hora de actuar. “Defender la dignidad de todas las personas no es una opción, es una obligación”, destaca el manifiesto.
“Nuestro compromiso debe ser construir una sociedad plural, donde la diversidad sea una fortaleza, justa y segura para todas. Contra el racismo, nuestra arma más potente es la solidaridad”, concluye.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)