Las Iglesias del Sur global llaman al mundo a una “conversión ecológica” y denuncian “falsas soluciones” climáticas

Representantes del CELAM, la FABC y el SECAM –Iglesias del Sur global– presentan el documento Un llamado por la justicia climática y la Casa Común. La iniciativa, apoyada por la Pontificia Comisión para América Latina, reclama un compromiso moral frente a “guerra a pedazos contra la creación” y advierte de “un sistema de producción y consumo sin regulaciones éticas”
En una más que relevante conferencia de prensa celebrada hoy en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se ha presentado a la opinión pública el documento Un llamado por la justicia climática y la Casa Común: conversión ecológica, transformación y resistencia a las falsas soluciones, que servirá de posición y discernimiento de las Iglesias del Sur global (América Latina, Caribe, Asia y África) en la cumbre de la próxima conferencia de las partes (COP30) –la reunión anual de la ONU sobre el clima–.
Las primera palabras ha sido realizada por Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, quien ha evocado con un lenguaje simbólico el sentido del documento que ha sido entregado al papa León XIV. Cuda ha señalado que “estos tres cardenales de las conferencias episcopales de la Iglesia católica del Sur global, siguiendo la estrella de Belén –ciudad brasileña que acoge la COP 30–, nos guían y nos traen tres regalos. Esos regalos son una renovada fe en Dios, una firme confianza en la humanidad de poder cambiar las cosas y el clamor por una nueva justicia ambiental como forma más alta de caridad”.
La responsable de la Curia vaticana ha recordado que este proceso entronca con la campaña latinoamericana La vida pende de un hilo, impulsada por el CELAM hace seis meses ante las muertes causadas por los desórdenes sociales y ambientales que ya advertía la encíclica Laudato si’. En este sentido, ha explicado que esta campaña sigue activa como un trabajo comunitario y silencioso que busca llegar “al corazón de creyentes y no creyentes” y construir puentes con África y Asia, tal como solicitó el papa Francisco cuando pidió promover experiencias pastorales auténticas de reconciliación e inclusión.
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La teóloga ha destacado que las Iglesias del Sur global, conscientes de que “nadie se salva solo”, han comenzado a construir puentes que expresan la catolicidad que las constituye. A su juicio, el documento presentado hoy es fruto de “la virtuosa capacidad de organización comunitaria que distingue a las Iglesias católicas del Sur global para superar la parte, el conflicto, el espacio y la ideología”.
Citando las primeras palabras del Papa León XIV –“La paz esté con todos ustedes”– insistió en que se trata de “una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante”. En su opinión, esas palabras dinamizaron aún más a las Iglesias del Sur global a desarmar discursos negacionistas y a tomar en serio el cambio climático a consecuencia de “un sistema de producción y consumo sin regulaciones éticas”.
“O nos unimos o nos hundimos”, ha recordado citando a Francisco, convencida de que, como ha reiterado León XIV, “estamos todos en las manos de Dios”. Por eso, ha afirmado, “sin miedo, unidos, tomados de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante”.
La responsable de la PCAL expresó su conmoción, a título personal y para concluir, por “la crueldad que está aconteciendo con nuestros hermanos en la zona de Gaza” y agradeció de forma especial el trabajo de los periodistas, a quienes recordó que su labor “es parte inseparable de la misión evangélica porque nos permite llegar a todos, todos, todos”.
“No hay justicia climática sin conversión ecológica”
Por su parte, el cardenal Jaime Spengler, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) y de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNOB), quiso también reconocer el papel de la prensa en este tiempo marcado por el negacionismo. Hablando en nombre de “los pueblos amazónicos, mártires de la Tierra, podríamos decir, mártires del clima”, ha señalado que el documento no es un gesto aislado, sino fruto de “un proceso sinodal de un discernimiento espiritual y comunitario entre iglesias hermanas del Sur global, África, Asia y América Latina”.
Spengler asegura que el mensaje es claro: “No hay justicia climática sin conversión ecológica y no hay conversión ecológica sin resistencia a las falsas soluciones”. Desde el corazón de la Amazonia, el prelado ha planteado la pregunta de “cómo podemos permitir que un mercado sin regulaciones éticas decida el destino de los ecosistemas más vitales del planeta” o aceptar que la solución climática “sea un negocio para unos pocos y un sacrificio para los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades locales”.
En su opinión, es urgente cambiar rápido el estilo de vida, la producción y el consumo porque “los problemas medioambientales tienen raíces éticas y espirituales”. En este sentido, ha denunciado expresamente “el enmascaramiento de intereses bajo nombres como ‘capitalismo verde’ y ‘economía de transición’ que perpetúan lógicas extractivistas y tecnocráticas”, y ha rechazado la financiarización de la naturaleza, los mercados de carbono, los monocultivos energéticos sin consulta previa, la apertura de nuevos pozos petrolíferos y “la minería abusiva en nombre de la sostenibilidad”.
Frente a todo ello, el cardenal ha defendido la “feliz sobriedad de la que nos habló el papa Francisco, inspirada en el buen vivir de los pueblos amazónicos” y apuesta por una transición justa, popular y comunitaria con mujeres, jóvenes y comunidades locales en el centro. Además ha anunciado que desde Belén, “la puerta de la Amazonia”, la Iglesia ofrecerá el compromiso de educar en ecología integral, acompañar a las comunidades que sufren y mantener la vigilancia mediante un observatorio de justicia climática que se encargará de monitorear los compromisos nacionales.
“Un punto de inflexión moral”
La tercera de las intervenciones la ha realizado el cardenal Filipe Neri, arzobispo de Goa y Damão y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC, por sus siglas en inglés), quien ha afirmado que el mensaje no es diplomático, sino “eminentemente pastoral” y dirigido “a la conciencia, a las conciencias”, subrayando que no se trata solo de cambiar las políticas, sino de “cambiar los corazones”.
El prelado ha expuesto que en Asia “millones de personas viven ya los efectos devastadores del cambio climático: tifones, migraciones forzadas, pérdida de islas, contaminación de los ríos”, mientras avanzan “falsas soluciones, mega infraestructuras, desplazamientos para producir energías limpias que no respetan la dignidad humana y una minería desalmada en nombre de las baterías verdes”.
De ahí que haya reclamado que “el fondo de pérdidas y daños debe ponerse en marcha urgentemente” y que los países más desarrollados reconozcan y asuman “su deuda social y ecológica como principales responsables históricos de la extracción de recursos naturales y de las emisiones de gases de efecto invernadero”, una deuda climática que alcanzará, dijo, “los 192 billones de dólares en 2050”.
A esto se suma, ha recordado, que cada año se extraen “aproximadamente 2 billones de dólares del Sur global a través de mecanismos corporativos, bancarios y gubernamentales”. Por ello, ha pedido “una financiación climática justa y accesible para las comunidades y organizaciones locales, incluidas las mujeres, que no genere más deudas”.
Según ha explicado, la Iglesia quiere “promover alternativas, programas educativos, nuevas vías económicas basadas en el decrecimiento, economías circulares, espiritualidad ecológica, políticas de protección y acompañamiento de mujeres y niñas y jóvenes, y el fortalecimiento de las redes interreligiosas para la defensa de la vida”. Por eso, ha pedido que “la COP30 no sea un evento más, sino un punto de inflexión moral”, convencido de que “necesitamos amor y unidad para construir un mundo nuevo donde reine la paz, que la esperanza florezca entre nosotros como un árbol de vida”.
“África quiere respirar”
Finalmente, ha intervenido el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa y presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM, por sus siglas en inglés), quien ha denunciado–con cierto énfasis– que “África no es un continente pobre, como se repite a menudo, es un continente saqueado y vandalizado”, asegurando que, aunque África contamina menos que ninguna otra región, es la que paga el precio más alto, con desertificación que ya afecta “a 500 millones de personas”.
Ambongo ha denunciado que “en nombre de la transición energética se aniquilen comunidades enteras en busca de minerales estratégicos” como litio, cobalto o níquel, y que “los mercados del carbono conviertan nuestros bosques en activos financieros” mientras millones de personas siguen sin agua potable.
El arzobispo ha advertido además que “la carrera por el mineral estratégico es en África el origen de la proliferación de grupos armados”; aludiendo también a la tensión entre la República Democrática del Congo y Ruanda, ironizando que “Trump propone” una reconciliación para asegurarse el mineral. “Ya está, basta”, afirmó con rotundidad.
El prelado ha reclamado que se escuche a quienes viven en primera línea del colapso climático y se ponga en el centro “el cuidado de la vida, la soberanía de los pueblos indígenas y rurales en sus territorios y la defensa activa de los derechos de las mujeres, de los migrantes climáticos y de las nuevas generaciones”.
El presidente de la conferencia africana ha destacadao que el documento recoge “diez compromisos y diez demandas específicas con llamadas a la acción” y ha exhortado que “África quiere vivir, África quiere respirar, África quiere contribuir a un futuro de justicia y paz para toda la humanidad”, convencido de que lo hará “con su fe, su esperanza y su invencible dignidad”.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)