Una alegría compartida y una responsabilidad renovada

Este fin de semana tuve la oportunidad de participar en el Pleno de Representantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Andalucía, celebrado en Antequera. Fue una jornada de encuentro fraterno, de trabajo sereno y de comunión verdadera entre las diócesis. Una de esas citas que nos reafirman en la misión compartida y nos recuerdan que seguimos siendo comunidad, cuerpo vivo, aun en medio de nuestras fragilidades.
Llegábamos al pleno con un trabajo previo importante realizado en cada diócesis. Un trabajo que no solo va a permitir concretar el plan de la zona, sino que refuerza directamente las prioridades y tareas del Plan de trabajo de la HOAC. Como ha sido siempre, este camino compartido ayuda a crear comunión, especialmente cuando se hace desde el deseo sincero de apoyarnos mutuamente, de cuidar con esmero a las diócesis más pequeñas o debilitadas, para que ninguna quede atrás. Por eso estamos especialmente agradecidos y alegres por este encuentro.
Desde la Comisión General se ha venido insistiendo en la importancia de que las interdiocesanas funcionen bien y se conviertan en espacios que animen, sostengan y acompañen a las diócesis con menos recursos o presencia. En Andalucía eso lo tenemos claro desde hace tiempo. La zona se ha organizado históricamente para ser esa respuesta necesaria, para vivir la fraternidad como principio organizativo y espiritual.
Durante el pleno, además de revisar el bienio y compartir experiencias desde las diócesis, celebramos también la renovación del equipo de la HOAC de Andalucía. Quiero dar las gracias, en nombre propio y creo que también de toda la militancia, a Juan Díaz por su entrega generosa durante estos cuatro años en los que ha dinamizado la vida de la interdiocesana. Sabemos que no ha sido fácil. Seguramente ha habido momentos duros, etapas de esfuerzo silencioso, intentos por avanzar cuando todo parecía cuesta arriba. Pero también estoy convencido de que en esos momentos ha confiado en el Espíritu que nos sostiene, en la comunidad que camina junto a él, en los compañeros y compañeras que hemos compartido este tiempo. Toda esa experiencia es un regalo que, sin duda, seguirá nutriendo su militancia, cada vez más decidida y comprometida.
Y, cómo no, agradecer también el paso al frente de Gerardo Labrador, nuestro nuevo presidente andaluz. Sabes, Gerardo, que cuentas con el apoyo y el cariño de todas y todos, y que no estarás solo en esta tarea. El ánimo de la militancia, la presencia de quienes te rodean y el respaldo de la Comisión Permanente están a tu servicio. La responsabilidad es grande, sí, pero también lo es la esperanza que depositamos en el camino que seguiremos recorriendo juntos.
Por último, no quiero dejar de decir que este pleno ha sido también un soplo de aliento en estos tiempos inciertos, dolorosos, marcados por la desigualdad, la precariedad, la guerra y el desencanto social. Más que nunca, necesitamos una militancia que no desfallezca, que sepa mirar con ternura y firmeza la realidad y se comprometa activamente en transformarla. Las trabajadoras y trabajadores de este país necesitan nuestro apoyo, nuestra solidaridad, nuestro acompañamiento cotidiano para cambiar mentalidades, instituciones, estructuras… Para hacer posible otras formas de vivir y convivir desde el bien común.
Sigamos, pues, al servicio de la Iglesia y del movimiento obrero, con la buena noticia de Jesús en nuestra forma de sentir, pensar y actuar. Con humildad, con confianza, con alegría. Porque el reino de Dios también se construye en espacios como este.

Presidenta general de la HOAC