León XIV pide a recuperar “el alma de la política” para combatir la desigualdad, proteger la libertad y afrontar el reto de la inteligencia artificial

León XIV pide a recuperar “el alma de la política” para combatir la desigualdad, proteger la libertad y afrontar el reto de la inteligencia artificial
FOTO | Vatican News
En la audiencia ante representantes parlamentarios de 68 países, con motivo del Jubileo de los Gobernantes, el pontífice reivindicó una política con alma, capaz de responder a las injusticias sociales, de sostener principios universales y de proteger la dignidad humana ante las nuevas tecnologías.

El papa León XIV ha pronunciado este sábado un discurso en clave programática ante los miembros de la Unión Interparlamentaria Internacional, a quienes ha pedido reencontrar la vocación más noble de la política como servicio al bien común, defensa de los vulnerables y garante de las libertades fundamentales.

Ante representantes parlamentarios de 68 países, el pontífice planteó tres grandes desafíos globales: la creciente desigualdad social, la necesidad de garantizar la libertad religiosa y el impacto antropológico de la inteligencia artificial (IA).

“La política ha sido justamente definida como ‘la forma más alta de la caridad’”, recordó citando a Pío XI. Y añadió: “Puede verse verdaderamente como un acto de amor cristiano, que nunca es simplemente una teoría, sino siempre un signo concreto y un testimonio de la constante preocupación de Dios por el bien de nuestra familia humana”, dijo citando la encíclica Fratelli tutti (176) de Francisco.

Superar la desigualdad para evitar la guerra

León XIV hizo un llamamiento urgente a promover “la distribución equitativa de los recursos” como base para construir paz social y evitar el estallido de conflictos. Denunció “la inaceptable desproporción entre la inmensa riqueza concentrada en manos de unos pocos y los pobres del mundo”, evocando el magisterio de León XIII en Rerum novarum.

Advirtió que “quienes viven en condiciones extremas claman para que se escuchen sus voces, y con frecuencia no encuentran oídos dispuestos a escuchar su súplica”. Este desequilibrio, dijo, genera “situaciones de injusticia persistente, que conducen fácilmente a la violencia y, tarde o temprano, a la tragedia de la guerra”.

Frente a ello, una “política sana”, afirmó, puede ofrecer “un servicio eficaz a la armonía y la paz, tanto a nivel interno como internacional”.

Libertad religiosa y ley natural: fundamentos de convivencia

En su segundo bloque, el papa defendió la importancia del diálogo interreligioso y la libertad de conciencia como pilares del pluralismo democrático. “La creencia en Dios, con los valores positivos que de ella derivan, es una fuente inmensa de bondad y verdad para la vida de las personas y de las comunidades”, afirmó.

Propuso además recuperar la ley natural como fundamento ético compartido más allá de las convicciones particulares. “Un punto de referencia esencial es la ley natural, no escrita por mano humana, sino reconocida como válida en todos los tiempos y lugares”, dijo, citando extensamente a Cicerón. “No habrá una ley en Roma, otra en Atenas, una ahora, otra después; sino que una ley eterna e inmutable regirá a todos los pueblos en todo tiempo”.

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Asimismo, reivindicó el valor vigente de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que, a su juicio, “puede contribuir mucho a situar a la persona humana, en su integridad inviolable, como fundamento de la búsqueda de la verdad”.

“Nuestra vida vale más que cualquier algoritmo”

El Papa dedicó una parte central de su intervención al reto de la inteligencia artificial, a la que consideró un “desarrollo que ciertamente será de gran ayuda para la sociedad, siempre que su uso no socave la identidad y dignidad de la persona humana”.

León XIV insistió en que la IA debe ser un medio y no un fin, y alertó contra su potencial deshumanizador. “Nuestra vida personal tiene más valor que cualquier algoritmo, y las relaciones sociales requieren espacios de desarrollo que van mucho más allá de los patrones limitados que pueda preconfigurar cualquier máquina sin alma”, subrayó.

Frente a la “memoria estática” de la IA, reivindicó la memoria humana como “creativa, dinámica, generativa, capaz de unir pasado, presente y futuro en una búsqueda viva y fecunda de sentido, con todas las implicaciones éticas y existenciales que esto conlleva”, en palabras del papa Francisco en la sesión del G7 sobre inteligencia artificial.

“La política no puede ignorar un desafío de esta magnitud”, añadió. “Está llamada a responder a muchos ciudadanos que miran con razón, tanto con confianza como con preocupación, las cuestiones que plantea esta nueva cultura digital”.