Las rutas migratorias a España se cobran la vida de 1865 personas en los primeros cinco meses de 2025

En los primeros meses de 2025 han fallecido 1865 personas, de las cuales 112 eran mujeres y 342 eran niños y niñas menores de edad, en su intento de llegar a las costas españolas, según el último informe de la organización “Ca-minando Fronteras”.
En este tiempo, alerta la entidad, 38 embarcaciones han desaparecido con todas las personas a bordo, de los 113 naufragios e incidentes en la frontera occidental
euroafricana.
Muestra del riesgo que asumen quienes tratan de llegar a Canarias es lo ocurrido con un cayuco con 183 personas, entre ellas siete mujeres, que zarpó desde Nouadhibou (Mauritania) el 7 de marzo de 2025. Tras alertar de su presencia en el mar, el operativo de rescate no logró encontrarla hasta nueve días después. La Marina marroquí terminó por asumir la intervención y el cayuco llegó al puerto de Dajla el 17 de marzo. A bordo sobrevivían 176 personas, pero ya se habían registrado siete muertes.
Con el mismo destino, el 26 de enero de 2025, una embarcación neumática con 52 personas a bordo —incluidas 7 mujeres y un niño— partió desde Tarfaya. Desde el primer aviso, se activaron los protocolos de seguimiento, pero la coordinación de la búsqueda quedó en manos de Marruecos. Con el paso de las horas y el empeoramiento del clima, España intervino con un avión de Salvamento Marítimo, pero no se halló rastro alguno.
La ruta atlántica, la más letal
La ruta migratoria atlántica que parte de Mauritania, Senegal y Gambia y desde las localidades de Dajla, en el Sáhara occidental y Guelmin, al sur de Marruecos, con destino a las Islas Canarias, se consolida una vez más como la “más letal y peligrosa de todas”.
El 80% de todas las muertes registradas en estos primeros meses del año hacia España ocurren en estos trayectos, siendo el más mortífero de todos el que comienza en Mauritania, una tendencia que se mantiene desde el año pasado.
De enero a mayo de este año se ha detectado una disminución notable de salidas desde Senegal y Gambia, produciéndose algunas puntuales desde Guinea Bissau y Guinea Conakry.
Otra de los fenómenos recurrentes tiene que ver con la presencia de embarcaciones neumáticas que cada vez salen de lugares más alejados, como Guelmin, Sidi Ifni y Tiznit, lo que implica “distancias aún mayores” en condiciones muy precarias.
De hecho, se mantiene un elevado porcentaje de “desapariciones”, consolidando un patrón de mortalidad invisible, y del que son ejemplo de nuevo la llegada de cayucos a las costas de América Latina.
La organización ha documentado cayucos hallados en Brasil y Trinidad y Tobago, lo que hace pensar en que las personas fallecen en condiciones de sufrimiento extremo, a menudo por deshidratación, inanición o exposición prolongada a los elementos.
El Estrecho, frontera sin derechos
En el Estrecho, se han hallado cuerpos en avanzado estado de descomposición y sin posibilidad de identificación, “una constante en esta ruta” a la que recurren jóvenes y adolescentes que intentan alcanzar Ceuta a nado, equipados únicamente con trajes de neopreno o dispositivos de flotación caseros.
Este área “no solo funciona como frontera física, sino también como espacio simbólico y político de negación de derechos, donde el derecho a la vida, la identidad y la memoria quedan sistemáticamente vulnerados”, apuntan en la organización.
Argelia, lugar de tránsito
La ruta argelina del Mediterráneo occidental se está convirtiendo en una opción para personas en tránsito por Argelia, y de manera muy significativa los nacionales procedentes de Somalia, evidenciando una auge de los desplazamientos forzados desde el cuerno de África con la región del Magreb por las crisis políticas y la violencia estructural.
El pasado mes de abril, 23 personas de origen somalí partieron desde Argel en una embarcación precaria rumbo a las Islas Baleares, acompañadas por otra patera en un pequeño convoy. Al poco de zarpar, el motor se averió, dejándolos a la deriva desde el primer día. Quince días después, una embarcación de fibra fue rescatada a 42 millas de la costa de Xàbia (Alicante). A bordo se encontraban 16 personas en estado grave y una fallecida. Según los testimonios, durante la travesía murieron seis personas más, cuyos cuerpos fueron arrojados al mar. Los supervivientes, en su mayoría jóvenes de entre 15 y 27 años, sufrían deshidratación, infecciones y agotamiento extremo.
El informe alerta de “la falta de activación temprana de medios de rescate” en la zona, así como la escasa intervención coordinada de medios aéreos que permitan detectar embarcaciones en situación de emergencia en tiempo útil”. También apunta a una “débil colaboración internacional con Argelia y una falta de protocolos conjuntos”, que ha contribuido a que numerosos casos de desaparición.
Durante este periodo, se ha registrado un aumento notable de cuerpos sin vida hallados en las costas de las islas Baleares, lo que permite inferir que algunos de los naufragios se produjeron relativamente cerca del litoral.
Alborán, sin apenas datos
El trayecto por el mar de Alborán presenta el menor volumen de casos documentados y una profunda opacidad de información que impide construir con precisión las tragedias, se dice en el informe, que vincula la escasez de datos con la ausencia de alertas tempranas, así como con la llegada de personas a tierra en condiciones de extrema vulnerabilidad y desinformación.
“Aunque las cifras han bajado comparándolas con el mismo periodo del año pasado, no podemos normalizar estas cifras y por eso debemos continuar exigiendo a los diferentes países que protejan la vida de todas las personas por encima de las medidas de control migratorio”, ha explicado la coordinadora de la investigación, Helena Maleno.
Control por encima de las vidas
Según el informe, las políticas de control migratorio y la degradación de los estándares de protección de la vida en el mar han sido factores determinantes en el 47% de las tragedias analizadas.
Otros de los factores que aumentan la mortandad son la falta de activación y la inacción en los operativos de búsqueda, aun conociendo la posición de las embarcaciones, la desigualdad territorial en la aplicación de los protocolos de protección, la coordinación deficiente entre países, la falta de investigación de las causas y consecuencias de los naufragios, así como la grave precariedad de las embarcaciones y salidas con malas condiciones meteorológicas.
La organización exige a las autoridades proteger y defender la vida de las personas migrantes en la frontera y un trato digno a las víctimas ya sus familiares.
El análisis, en el marco del trabajo del Observatorio de Derechos Humanos, incluye un monitoreo exhaustivo de las rutas migratorias de la Frontera Occidental Euroafricana, una frontera que comprende desde el Mediterráneo Occidental hasta el Atlántico y recopila datos de primera mano de las cifras de personas muertas y desaparecidas en los cruces fronterizos.
Caminando Fronteras recopila las llamadas de emergencia que atiende las 24 horas al día todos los días del año para elaborar el informe con fuentes primarias, de datos directos de personas migrantes, familias, comunidades y el seguimiento de las acciones vinculadas a cada tragedia.
Muchas de estas muertes son evitables, al ser “el resultado de decisiones políticas, de omisiones calculadas y de una arquitectura fronteriza que normaliza la muerte como parte de los sistemas de control migratorio”, plantea el colectivo.

Redactor jefe de Noticias Obreras