13 Congreso de CCOO: Respuestas

13 Congreso de CCOO: Respuestas
Los días 19, 20 y 21 de junio, CCOO celebrará su 13 Congreso Confederal. Lo hacemos en unos tiempos complejos, difusos, difíciles de interpretar. Es por eso por lo que queremos situar a nuestra organización como un referente a la hora de facilitar respuestas a las incertidumbres de la clase trabajadora.

Pensamos que las mayorías sociales y las personas trabajadoras están reclamando certezas, espacios de seguridad, mejoras en las condiciones materiales de vida, y también elementos de identidad colectiva.

Y seguimos pensando que el mundo del trabajo es un espacio fundamental en el que se dirimen esos elementos claves para establecer condiciones dignas de vida, pero también espacios de vertebración y vínculo social. Eso es en gran parte el sindicalismo, al menos el de clase.

Un congreso consiste en elegir direcciones, renovar propuestas, pero también hacer balance. Cuando CCOO quiere presentarse como un espacio sólido, una herramienta de organización consolidada de la clase trabajadora, no lo hacemos desde la abstracción. En cada uno de los cuatro últimos años, más de un millón de personas han estado afiliadas a nuestra organización, hemos incrementado un 10% los ingresos por cuotas sindicales hasta los 150 millones en 2024, lo que nos ha permitido reforzar nuestra autonomía económica. Hemos superado la cifra de 112 mil representantes sindicales electos en los centros de trabajo, en un contexto de expansión del conjunto del sindicalismo. Porque, y esto es importante decirlo, aspiramos a ser más, pero aspiramos a que el conjunto del sindicalismo de clase aumente su implantación. Concurrimos con otros, pero no aspiramos a crecer a costa de otros, sino de implantarnos más donde el sindicalismo no está o es débil.

Contamos con 363 sedes en todo el país y queremos seguir aumentando esa red porque pensamos que en tiempos virtuales (sin despreciar ni mucho menos las herramientas digitales) las personas deben contar con espacios físicos y reales de encuentros a los que recurrir y en los que reconocerse. La confiabilidad que da la cercanía, en tiempos de apologistas del caos y del que «nada sirve para nada», nos parece fundamental.

Queremos reforzar la idea de que CCOO no es un ente ajeno y representativo destinado «a conseguir» derechos, sino que es, ante todo, una herramienta para organizar a la clase trabajadora en su actual diversidad. Es desde ese refuerzo organizativo desde el que se pueden obtener las correlaciones de fuerzas suficientes para desarrollar todo el potencial que nos da nuestra función constitucional y representativa. En este caso, el orden de los factores sí es relevante para definir el producto.

El sindicato tiene que adecuar sus formas de organización a esa diversidad de situaciones que hoy define ecosistemas laborales muy distintos. Vínculos débiles o inexistentes en empresas o sectores posfordistas, o nuevas realidades laborales. Es estratégico definir formas de facilitar la organización de las personas migrantes que, sí o sí, van a venir a nuestro país buscando un futuro mejor y a las que, además, necesitamos no solo, como se suele decir, para pagar las pensiones, sino para que el país no se pare.

Por otro lado, cada vez es más importante sindicalizar los espacios de trabajo. Hoy hacer sindicalismo tiene dificultades y complejidades añadidas. Cada vez será más patente la diferencia de derechos en los espacios donde las personas trabajadoras estén organizadas y dónde no lo estén. La reivindicación sindical hoy es mucho más que salario y jornada (siendo esto muy relevante).

Por poner un ejemplo, combatir las distintas desigualdades, empezando por la de género, requiere de una acción sindical de proximidad y cada vez más cualificada. Poder negociar un plan de igualdad precisa de conocimientos para saber cómo hacer un diagnóstico que revele las verdaderas causas de las desigualdades en un centro de trabajo, ante las cuales plantear las medidas correctoras. Y esto requiere formación sindical, personas que apoyen a quienes están en los centros de trabajo. Una organización confiable y cercana.

Queremos extender a las CCOO por centros de trabajo sin presencia sindical, organizar colectivos históricamente ajenos a las dinámicas colectivas por pertenecer a grupos laborales de alta cualificación que ven su actividad laboral desde el paradigma individualista.

También queremos fortalecer los procesos de negociación colectiva favoreciendo la participación de la clase trabajadora en las dinámicas negociales. Nuestro modelo de eficacia general de lo pactado en el convenio hace que los derechos sean de aplicación general al conjunto de personas de un determinado ámbito (sectorial o de empresa), estén afiliadas o no, haya sindicato en su empresa o no. Este sistema, de mucho potencial protector, sin embargo, puede incentivar la desvinculación del trabajador/a respecto a su convenio, al percibirlo como algo que «cae del cielo». Tenemos que revertir esa inercia, fortaleciendo el vínculo y la participación de las plantillas con sus convenios. Protocolizar incluso los procesos de negociación para que siempre tengan que contar con espacios de asamblea y puesta en común de la marcha de las negociaciones.

En tiempos virtuales las personas
deben contar con espacios físicos y
reales de encuentros a los que recurrir
y en los que reconocerse

Quizás haya llegado la hora también de plantear un fondo económico que apoye a las personas trabajadoras que en la negociación colectiva se vean empujadas a convocar huelga, de manera que se refuerce su posición en los conflictos.

Necesitamos reforzar la idea de que los servicios públicos son básicos para crear comunidad y conciencia pública, además de la única garantía de proteger igualitariamente a las mayorías sociales. En la actualidad, la estrategia privatizadora de los servicios públicos pasa por un deterioro paulatino de la calidad en la prestación del servicio (sanidad, educación, universidad, etc.) para instalar la idea de que el aseguramiento privado es la única forma de disponer de atención de calidad. Así se extraen rentas de las familias, concertando desde el poder público con empresas concesionarias que hacen un negocio cautivo, en buena parte sufragado con fondos públicos y en otra parte con las rentas de las familias que se ven incentivadas a pagar.

Ese modelo profundiza en la desigualdad y la segregación social. La trampa de bajar impuestos consiste en eso. En la base del deterioro de los bienes públicos, que finalmente supone una extracción de renta desde la ciudadanía a poderes económicos, con una sociedad más desigual, menos humana. Canibalismo social.

Es necesario incorporar a las clases medias asalariadas (una forma de llamar a la clase trabajadora con un nivel medio-alto de renta) a la defensa política del Estado social.

Estos son los esbozos de algunos de los debates y propuestas con las que CCOO afronta este congreso, en un momento de gran relevancia. En una disputa de época sobre cómo reconstruir sociedades en el contexto de profundos cambios geoestratégicos. La ola ultra que asola el mundo está ahí, es un riesgo. Pugnando por ofrecer seguridades a través de las apelaciones a las viejas jerarquías interpretadas en claves reaccionarias. Frente a la idea de caos, el nihilismo cínico, la disputa del náufrago en el bote salvavidas, hay que construir un relato de esperanza, un futuro deseable. Hay que hacerlo organizándose, creando comunidad, lealtades, intereses de clase. En ese camino, nos vemos.