Profesionales Cristianos quiere “seguir cuidando”

La asamblea del movimiento de Acción Católica Especializada Profesionales Cristianos (PX) mantiene su apuesta por una sociedad construida en torno al cuidado, tanto propio como de los demás y la casa común que fomenta la “cuidadanía“.
Han sido tres año de una gran riqueza, en los que nos hemos descubierto frágiles e interdependientes, frente al modelo dominante de autosuficiencia, centrado en el propio ego y en el consumo. Nos hemos descubierto vulnerables y hemos vuelto nuestra mirada a los más vulnerables en nuestras profesiones; hemos detectado muchos déficits de cuidados en ellas, pero también que se cuida mucho y bien.
Hemos reflexionado sobre quién nos cuida y a quiénes cuidamos, en la vida personal, profesional y social. Y hemos vuelto nuestra mirada hacia la espiritualidad del cuidado y hacia la preocupación ecológica por una vida sostenible y respetuosa con la naturaleza. Porque cuidar y ser cuidados es lo que mejor expresa el amor de Dios por sus criaturas y nuestro compromiso con el proyecto de Jesús, que cuidó tanto que dejó su vida en ello.
Lo más valioso ha sido el compartir nuestras experiencia y reflexiones concretas en nuestros ambientes: explicar con ejemplos lo que significa cuidar desde una oficina, desde detrás de una ventanilla o desde la administración de justicia; o en un hospital, en una consulta o en una unidad de cuidados paliativos; lo que significa cuidar en la escuela, la atención que precisan nuestros niños y jóvenes en ese ámbito de cuidados esencial que debe atender el crecimiento de todos, pero especialmente de los más desfavorecidos. Las reflexiones y monografías sobre experiencias concretas de cuidado elaboradas por los militantes nos han alimentado, han hecho crecer nuestra conciencia para ser mejores cuidadores, mejores “cuidadanos” y mejores cristianos.
Hemos caminado en sinodalidad este trienio, en comunión con el camino común emprendido por nuestra Iglesia; pero también nos hemos dolido y avergonzado con los abusos, lo más opuesto al cuidado, y con la situación de desigualdad de la mujer, tan opuesta al trato de igualdad inaugurado por Jesús.
La preocupación por los cuidados, personales y sociales, ha cambiado nuestra mirada. Pero ahora queremos prestar más atención a los aspectos estructurales del cuidado y de la ausencia de cuidados, a los ámbitos colectivos, donde el cuidado o el descuido no se nos impone como evidente y donde el remedio ha de ser obra de todos.
La conciencia de la interdependencia, profundizada estos años, nos hace ver que no solo aportamos cuando cuidamos, sino que esencialmente, en ese cuidado recibimos tanto como damos o más. Nos hace ver también que no siempre estamos en el lado de los buenos, que somos también vulneradores por acción u omisión.
Si no nos preguntamos por nuestras responsabilidades sociales como vulneradores de los demás, por nuestra complicidad con el mantenimiento de situaciones de desigualdad, por nuestra ceguera ante la injusticia, por nuestra indiferencia ante la opresión, no habremos terminado nuestro trabajo.
Reparar los descuidos
Este año vamos a seguir avanzando en ir “de los cuidados a los descuidos”, es decir, en detectar y combatir todas aquellas situaciones contrarias al cuidado del otro en los ámbitos colectivos. ¿Es acaso la polarización política una expresión de cuidado o más bien de desprecio del otro? ¿Qué sucede con el crecimiento del belicismo como único lenguaje posible? ¿O con el olvido de las víctimas? ¿O con la manipulación y la sistemática o tantas situaciones que se nos hacen insoportables? Frente a ellas, la preocupación por el cuidado no exige situarnos en una perspectiva de veracidad, de verdad compartida, de amistad política.
También se nos exige preocuparnos por los usos de la inteligencia artificial (IA) y desarrollar una perspectiva crítica sobre ella desde la perspectiva de los cuidados. ¿Nos aporta libertad o nos esclaviza?
La propuesta cristiana no puede sino ser una oferta de cuidados, pero desde el amor desbordante que se ha derramado en nuestros corazones. Tenemos una responsabilidad moral en el cuidado de nosotros mismos, de la sociedad y de la naturaleza, pero necesitamos la ayuda del Espíritu para que nuestra presencia, además de profesional y eficaz, sea testimonio del amor gratuito de Dios.
Este trienio que hemos dedicado a los cuidados exige preguntarnos ahora por nuestras responsabilidades en los ámbitos colectivos: social, cultural, político, eclesial. Exige concluir en una acción pública, en testimonios y tomas de postura, en denuncias, en propuestas y acciones colectivas necesarias para seguir construyendo la “cuidadanía” desde nuestras profesiones. Y a ello vamos a dedicar el siguiente curso.

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