“Magdalena dejó de ser vista como una líder religiosa a una mujer merecedora de un exilio penitente”

“Magdalena dejó de ser vista como una líder religiosa a una mujer merecedora de un exilio penitente”
La teóloga y autora del capítulo sobre liturgia y participación sinodal, del libro Caminar juntas y juntos. Soñar la Iglesia, vivir la misión (Ediciones HOAC, 2024), Paula Depalma participó en la III Escuela de Teología Feminista organizada por la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia con una comunicación en torno a la figura de María Magdalena y las interpretaciones interesadas que a lo largo de la historia han ocultado su relevancia como discípula.

¿Por qué la figura de María Magdalena es esencial entre los cristianos de todos los tiempos? ¿Cómo se ha tratado la figura de Magdalena por la historiografía y la teología?

Me interesa rescatar la imagen de Magdalena con un título especial. Me refiero al título de Apóstala de los apóstoles, que es un reconocimiento dentro de la Iglesia latina de esta figura y que señala un giro que excede a su persona histórica ya que se abre como modelo incluso en la comprensión de la Iglesia y sus ministerios.

Este título se refuerza el 10 de junio de 2016, cuando la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto por el cual se eleva la celebración de santa María Magdalena al grado de fiesta en el Calendario romano general, por expreso deseo del papa Francisco . Sin embargo, el título tiene una tradición patrística que se desdibuja en la Iglesia latina hasta ser recuperada en 1988, por el papa Juan Pablo II en la carta Mulieris dignitatem donde se refirió a ella como la “apóstol de los apóstoles”.

La evolución de esta figura apostólica en la historiografía, en la teología y en la iconografía es muy interesante de analizar. Antes de ello, podemos ver cómo se describe en algunos textos canónicos.

Los relatos evangélicos nos presentan a una mujer líder en el anuncio de un Dios lleno de vida y cercano a los creyentes. Posee puntos de autoridad, seguimiento, superación de trabajos (o demonios) y es líder de redes de mujeres (encabeza las listas de mujeres) y dirigente entre los grupos creyentes. Además, según la configuración de los ritos de la Mesopotamia de los primeros siglos, se la describe como aquella que consolida y estructura ritos de duelo, de anuncio y de reuniones donde se consolidó la tradición oral que define a Cristo como Señor y Maestro. De hecho, así ese es el núcleo de su anuncio y es gracias a su testimonio oral junto al de las otras mujeres, como se configura el kerigma primitivo de un Cristo vivo, presente y dador del Espíritu.

María Magdalena es la primera persona en percibir la experiencia del Resucitado y cumple funciones evangelizadoras, en su caso dirigido a los discípulos. Su misión de anunciar lo que ha visto (Jn 20, 28) es una fórmula de revelación que la han hecho ser llamada justamente con el título de “apóstol de los apóstoles” y “guardiana de la tradición apostólica”. Su anuncio del Resucitado constituye el núcleo narrativo de la resurrección de Jesús y, como tal, el centro testimonial presente en toda la tradición cristiana y, por tanto, en el pilar de la configuración ritual y textual de la liturgia cristiana.

¿Cuáles serían los hitos de la deformación de la figura de la Magdalena?

El proceso de masculinización ministerial se va consolidando paulatinamente y con mucha fuerza a partir de la institucionalización del cristianismo y su relación con el Imperio romano y su proceso de contextualización al mundo Mediterráneo antiguo. La iconografía esconderá su liderazgo y reforzará el de una mujer solitaria, que huye al desierto a una vida ascética hasta llegar a desarrollar prototipos de silencio, sumisión e incluso de exuberancia y amor erótico asociado a la promiscuidad y pecaminosidad.

“La teología y la historiografía han perpetuado discriminaciones institucionales, en la historia y en la actualidad”

Así pasó de una líder religiosa con magisterio y autoridad a una mujer excluida por promiscuidad y merecedora de un exilio penitente. La recuperación historiográfica e iconográfica actual revela esta evolución y la analiza como violencia patriarcal. Sin embargo, ni el imaginario popular y ni la teología institucional mayoritaria han hecho dicho análisis crítico perpetuando discriminaciones institucionales, en la historia y en la actualidad, fundamentados en ella.

¿Qué nos puede aportar hoy redescubrir y reflexionar sobre ello?

Este es un momento esencial para recordar el liderazgo de las mujeres en los orígenes del cristianismo. Hemos sido testigos de un cónclave con ausencia de mujeres y laicos y con un estilo anacrónico de estructuración como contraste al despliegue del Sínodo de la sinodalidad donde justamente se replantean modelos de participación, democratización estructural y reforma eclesial. Las derivaciones para la reflexión acerca de los lugares ministeriales de las mujeres en las iglesias pueden encontrar en esta recuperación de su figura las bases para la renovación.

“La figura de Magdalena es clave en el proceso de reforma hacia una Iglesia más inclusiva y participativa y permeable al diálogo”

La evangelización depende de la experiencia viva de un Dios presente y accionante que sigue latente entre las mujeres, en medio de la vida que se enfrenta a la vulnerabilidad ya la muerte. El anuncio del kerigma no depende únicamente de una memoria teórica sino de una memoria profética que asume los signos de los tiempos. Aún más, el anuncio del kerigma, que no es solo una repetición sino la hermenéutica de una vida compartida en comunión con el Señor y Maestro, que vive y reúne, parece seguir siendo una voz profética que grita en los márgenes, pero no cala estructuralmente en las instituciones. La figura de Magdalena es clave en el proceso de reforma hacia una Iglesia más inclusiva y participativa y permeable al diálogo.