León XIV inicia su pontificado llamando a “la hora del amor” frente al paradigma económico “que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”

León XIV inicia su pontificado llamando a “la hora del amor” frente al paradigma económico “que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”
El Papa reivindica una Iglesia humilde, fraterna y servidora, abierta al mundo y sostenida por la caridad como única autoridad

En una homilía ante miles de personas y jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, el papa León XIV inauguró este domingo su pontificado con una fuerte apelación a la unidad, el amor y la justicia. Frente a un mundo herido por la discordia y las desigualdades, el pontífice pidió a la Iglesia y a la humanidad dar paso a “la hora del amor”.

León XIV denunció que “en nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”, en una clara referencia a la encíclica Laudato si’ de Francisco.

Una Iglesia que sirve con humildad

En su mensaje, el Papa se definió como “un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría”, recordando la reciente muerte de Francisco, a quien situó como referencia espiritual y pastoral. “Fui elegido sin tener ningún mérito”, reconoció.

Aludiendo al pasaje del Evangelio que relata el diálogo entre Jesús resucitado y Pedro, León XIV subrayó que el ministerio del obispo de Roma no se funda en el poder, sino en la caridad: “A Pedro se le confía la tarea de ‘amar aún más’ y de dar su vida por el rebaño”. Rechazó la figura del “líder solitario o un jefe” y afirmó que “su verdadera autoridad es la caridad de Cristo”.

Esa caridad es el amor recibido de Dios que libera y convierte, la forma concreta de ejercer la autoridad cristiana, y el alma de la unidad eclesial y del diálogo con el mundo.

Unidad que no anula las diferencias

El Papa expresó una visión sinodal y fraterna de la Iglesia, abierta a creyentes y no creyentes, que “se convierte en fermento para un mundo reconciliado”. Llamó a construir puentes entre las diferencias culturales y religiosas: “Queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él!”.

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“Una unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo.” Así, propuso una Iglesia donde “viven en concordia con los hermanos y aman a sus prójimos”, que camina junto a todos los pueblos, culturas y religiones, reconociendo la diversidad como riqueza y la fraternidad como vocación común.

“Esta es la hora del amor”

León XIV realizó un llamamiento a toda la humanidad: “La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio […] Esta es la hora del amor”, como fermento de justicia, unidad y esperanza para un mundo roto.

Y planteó, citando a León XIII en Rerum novarum: “Si esta caridad prevaleciera en el mundo, ¿no parece que acabaría por extinguirse bien pronto toda lucha allí donde ella entrará en vigor en la sociedad civil?”. Con ello, destaca también que la caridad debe ser el principio generador de un orden social justo, capaz de superar la lógica del descarte y de promover una nueva convivencia.