La pregunta no es lo que va a hacer León XIV, sino lo qué vamos a hacer nosotros

Me pregunta mucha gente que me parece que haya sido elegido Prevost como Papa y haya elegido el nombre de León XIV para su pontificado. Mi respuesta es que estoy contento por esta elección, que era un candidato que me gustaba, pero que pensaba que no tenía muchas opciones y que posiblemente saldría el cardenal italiano Parolin porque podría conciliar las diversas corrientes, lo cual supondría un parón de todos los procesos que abrió Francisco. Me equivoqué, y a modo de broma no diré lo que dijo el rey emérito Juan Carlos de “no volverá a ocurrir”, y la verdad es que siento alegría de haberme equivocado.
Mi respuesta es que estoy alegre y esperanzado con este nuevo papa que ha generado esperanza para una Iglesia y una humanidad que necesita un mensaje, un testimonio valiente y comprometido por la paz, la fraternidad y la justicia social. Es obvio que no tiene el carácter de Francisco, cada persona tiene el suyo lógicamente, y todo indica que va a recuperar ciertas tradiciones vaticanas como dejar la residencia de Santa Marta y volverse al Palacio Apostólico. Un indicativo de la línea y su estilo en el pontificado será cuando nombre a su equipo y empiece a tomar algunas decisiones importantes. Quiero poner el acento en su mensaje de presentación con la expresión de que era necesaria una paz desarmada y una paz desarmante, al igual, que su mensaje a los periodistas que les dijo: “Desarmemos la comunicación de todo prejuicio, rencor, fanatismo y odio y purifiquémosla”. Pide desarmar las palabras para desarmar la tierra. Un bellísimo mensaje.
Pero, una vez dicho esto, les dijo que es importante lo que haga León XIV porque los vientos que vengan de Roma condicionan a las Iglesia locales y si es una palabra acompañada de gestos proféticos continuos es un faro para una humanidad que quiere la paz y la justicia. Y, a continuación, comentó que lo importante también es lo que nosotros y nosotras vayamos a realizar, a comprometernos y construir. A medida que transcurra el pontificado de León XIV nos podremos sentir entusiasmados o decepcionados o mezcla de los dos, donde primara o bien el entusiasmo o la decepción, pero, aunque nos afecte y nos condicione, tenemos que seguir abriendo procesos en la línea del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia para que esos procesos se conviertan en caminos del reino de Dios. Nuestra fe es personal, no es transferible ni delegable, no podemos pararnos, aunque, a veces, caminemos más lentos porque la vida nos agrede o la esperanza se resiente. Tenemos experiencia de esta situación.
Voy a exponer algunos caminos que me parecen fundamentales en relación con la utopía de Jesús.
La utopía de Jesús de Nazaret que nos impulsa a buscar horizontes nuevos. La globalización económico-financiera que promueve el capitalismo neoliberal solo provoca profundas desigualdades sociales y necesita las guerras y la represión para mantenerse. Mata a los pobres, empobrece las poblaciones, somete a los pueblos que solo quieren vivir en paz y en armonía, concentra la riqueza en pocas manos, deshumaniza el alma de los pueblos y destruye el planeta.
La utopía de Jesús nos lleva a crear y recrear la globalización de la vida, de la fraternidad, del respeto entre los pueblos y las naciones y el comercio justo. Nos lleva a construir la paz como esa explosión de amor, misericordia y empatía. Se trata de construir una humanidad de justicia, libertad y fraternidad.
La utopía de Jesús sitúa a la persona en el centro de la historia y cuestionar cualquier sistema político y económico, de la orientación que sea, que no ponga la dignidad humana y el cuidado de la naturaleza como un valor primordial. La creación y la vida humana es la expresión del Dios del amor para los creyentes.
Es la utopía que no cree en los bloques imperialistas que nos conducen al enfrentamiento, a la guerra y al negocio de las armas, que sacrifican en el altar de sus intereses económicos y geopolíticos a la humanidad, generando un sufrimiento humano cruel, inimaginable. Es un dolor humano terrible que siempre es justificado y esta justificación, en muchas ocasiones, es asumida por la ciudadanía de una manera acrítica o indiferente.
Tengo grandes expectativas con el papa León XIV y espero que se cumplan, sabiendo que tendrá sus luces y sombras como cualquier persona, pero, al margen de eso, tenemos nuestra propia responsabilidad que no dependen de lo que haga el Papa, el obispo de turno o el párroco, sino que tiene estar en conexión con el Dios de la vida que entra en conflicto con los dioses de la codicia, la avaricia, el poder y la violencia.
Seguimos caminando desde los sueños de humanidad y desde los sueños de nuestro Dios que quiere la abundancia de vida para todo ser humano y toda la creación. Sembrar y alimentar estos sueños es nuestra responsabilidad, nuestro compromiso y es esperanza para un mundo que gime de dolor.

Consiliario de la HOAC de Murcia. Militante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y de la Asociación Amigos de Ritsona de apoyo a personas refugiadas. Autor del blog Sembrando sueños, construyendo humanidad