La Iglesia no puede naturalizar la injusticia que se comete con las mujeres

La Iglesia no puede naturalizar la injusticia que se comete con las mujeres
La teóloga feminista Belén Brezmes Alonso ha sido la encargada de dinamizar el espacio de formación del encuentro estatal de mujeres de la HOAC, incidiendo en las precariedades de las mujeres en la sociedad y, sobre todo, en la Iglesia.

El tercer encuentro del sector de las mujeres de la Hermandad Obreras de Acción Católica (HOAC), celebrado en Madrid el fin de semana del 24 y 25 de mayo, ha dedicado una jornada a la formación, animada por la pensadora y profesora de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE), Belén Brezmes. “Estamos en un contexto apocalíptico, en un mundo desanimado, sin alma. El ecofeminismo nos advierte de que estamos poniendo en peligro la viabilidad del planeta, sacrificando millones de vidas en el altar del lujo”, ha asegurado.

El capitalismo renace de sus propias cenizas y genera otras esclavitudes, lo mercantiliza todo, privatiza lo común. Nos enfrentamos a realidades sufrientes, como las guerras o el movimiento de personas refugiadas, que como sociedad nos dejan indiferentes. El papa Francisco converge con este análisis y no se ha cansado de denunciarlo en sus discursos, encíclicas y exhortaciones, recuerda Brezmes, que considera que debemos cultivar un sentido crítico ante lo que está sucediendo, porque nos hemos hecho personas individualistas, centradas en nuestro propio interés.

“Tenemos que situarnos en las periferias y desde ahí generar la alegría de la esperanza. Para ello contamos con matrices como la HOAC, espacios en los que poder respirar sororidad. Estas matrices, que están inspiradas en el Dios cristiano, son un ensayo de nuevas formas de estar en el mundo”, ha afirmado. Un Dios que con su forma trinitaria nos muestra relaciones de igualdad, alentando procesos de transformación. Porque tanto varones como mujeres estamos llamados a un discipulado de iguales. “A nosotras no nos tienen que insertar en la Iglesia, estamos por derecho propio”, ha reclamado Brezmes. Por tanto, hay que convertirse, cambiar de mentalidad y abandonar los valores patriarcales.

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La resurrección es la vindicación de la vida

La cruz en Jesús implica una conflictividad sobrevenida por causa de la justicia, por ponerse al lado de las víctimas. “Debemos asumir el debate profético de la situación de las mujeres en la Iglesia como lo hizo Jesús y dejarnos el corazón en la transformación de la realidad, porque la muerte no tuvo la última palabra”, ha manifestado.

Tenemos que caminar hacia una exégesis liberadora, nos dice Belén Brezmes, pues en la tradición occidental Dios se presenta como un poder liderado desde la masculinidad. Las mujeres aparecemos como dependientes y pecadoras. Sin embargo, Jesús describió a Dios desde diferentes puntos de vista, utilizando metáforas femeninas para hablar de Él.

Jesús no estableció distinciones, escogiendo tanto a hombres como a mujeres. En los pasajes de la Biblia puede descubrirse cómo se relaciona con ellas, no desde la superioridad, sino desde la ternura y el respeto, haciéndose cargo de sus problemas, estableciendo una nueva alianza con las mujeres. A partir del siglo II se pierde este discipulado de iguales que continuó con las primeras comunidades y se naturalizó la injusticia, condicionando la realidad en el que se fue manifestada la revelación.

“Necesitamos expresar el malestar que esto nos provoca a las mujeres y señalar que esta Iglesia vive en un pecado de sexismo”, ha trasladado la teóloga en su intervención. Brezmes ha animado a encontrar las grietas que se van abriendo y ensancharlas, a transformar los espacios en los que estamos, “vamos por el buen camino”.