“Habemus” piso: cuando la comunidad resiste y cuida

“Habemus” piso: cuando la comunidad resiste y cuida
FOTO | Ali leyendo el contrato de su vivienda en Martos. Vía PAH Jaén
Una familia trabajadora migrante realojada en Martos (Jaén) gracias a la red solidaria tejida por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y otras organizaciones sociales, frente a la desidia de la Administración

Ali abre la puerta del piso con una mezcla de alivio y vértigo. Detrás de él, Khadija y sus tres hijos cruzan el umbral de su nuevo hogar. Es un piso en Martos, una ciudad cercana a Jaén, que no conocían. Pero en esa vivienda recién alquilada empieza algo más que una mudanza. Comienza una vida posible. Una tregua. Una necesidad conquistada. “Habemus piso” es más que una celebración: es “la materialización de que cuando la sociedad se organiza, frena desalojos y construye alternativas”, afirma con radicalidad la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Jaén.

Durante semanas, el calendario familiar tuvo un día marcado con angustia: el 22 de mayo. Era la fecha del siguiente intento de desalojo de esta familia trabajadora migrante en situación de vulnerabilidad, con menores a cargo, y sin alternativa habitacional ofrecida por los servicios sociales. Hoy esa fecha se contempla con alivio.

El nuevo hogar no ha llegado por vía institucional. Ha sido posible gracias a una red de solidaridad que, ante el abandono, ha sabido organizarse, presionar, acompañar y cuidar. La PAH, la Fundación Don Bosco, Cáritas diocesana, el despacho del abogado Miguel Rincón, maestras, vecinas, militantes… Samaritanos que de forma colectiva han tejido parte de una red para no dejar tirado a nadie. “Carmen de la PAH y Bea de Don Bosco han sido presencias cercanas que no han dejado caer a la familia”, señala el manifiesto difundido por la plataforma. También destaca el compromiso del despacho legal: “Militantes con toga, demostrando que la justicia social se escribe con letras pequeñas y pasos grandes”, destaca la plataforma.

Jaén capital, sin parque público de vivienda

La crónica de este realojo se convierte en denuncia estructural. La PAH acusa directamente a los servicios sociales del Ayuntamiento de Jaén de no haber estado a la altura del drama humano. Y lanza una interpelación clara a la política municipal: “¿Hay alguna centralidad política más importante que Jaén tenga un parque municipal de vivienda? ¿Un parque municipal que impida que 3 menores deban cambiar de colegio y de vida, a un mes y medio de final de curso?”,

El texto denuncia que la capital jiennense continúa perdiendo población —y, a veces, humanidad— al carecer de un parque público de vivienda que ofrezca alternativas dignas ante desahucios. La familia de Ali y Khadija ha tenido que abandonar obligados la ciudad. Martos les ha acogido. Jaén, no. Una situación que no puede volver a ocurrir. “Sus vecinos y maestras los echarán mucho de menos”, señala la PAH.

Viviendas para especular, no para vivir

El contraste duele más cuando se observa el movimiento de capital e intereses inmobiliarios en la capital. La promotora Zertum, del grupo Alvores, ha registrado ya 142 inversores para su proyecto “Plaza Norte”, que ofrece rendimientos por viviendas de alquiler de larga estancia. Mientras se anuncian rentabilidades, siguen sin construirse las viviendas de protección oficial prometidas.

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“Una familia tiene que exiliarse de la capital, mientras se promueven pisos como productos financieros”, critica la plataforma.

La lógica del mercado se impone sobre el derecho a la vivienda. La ciudad expulsa a quienes no pueden pagarla. La PAH señala la paradoja y la urgencia de intervenir.

“Los derechos se arrancan con lucha y se custodian con amor”

El piso no es solo un refugio. Es un símbolo, un lugar de seguridad, de crecimiento, de cuidado, de vida. Pero también un espejo: lo que ha pasado con esta familia puede repetirse. De hecho, se repite cada semana.

“Un desahucio no es un trámite: es un terremoto en vidas concretas”, subraya el manifiesto. “La vivienda es un derecho, y los derechos se arrancan con lucha y se custodian con amor”. La PAH propone, por ello, una reorganización colectiva desde la “ética del cuidado”, anticipando las crisis antes de que estallen. No basta con reaccionar. Hay que construir comunidad.

“Reaprender a ser comunidad implica tejer redes horizontales: vecinas, profesionales y colectivos que anticipen la crisis, no solo reaccionen ante la misma”.

En paralelo, la denuncia alcanza también al plano político europeo. La PAH, invitada a un encuentro en Barcelona con eurodiputados para compartir su experiencia, ha sido vetada por el Partido Popular. El PSOE, que en principio iba a frenar ese veto con el apoyo de otras fuerzas políticas, ha cedido y permitido su exclusión,, según cuenta la plataforma.

“Con el consiguiente silenciamiento de miles de familias que sufren desahucios y alquileres abusivos, y que luchan cada día por un techo digno”, lamentan.

La voz de quienes sostienen la vivienda como derecho social, como dignidad encarnada, sigue siendo incómoda en ciertos lugares.

Respirar, seguir, resistir

Ali y Khadija, con sus tres hijos, empiezan a reconstruir su vida en Martos. El colegio, las rutinas, los miedos. Saben que no están solos. Que la comunidad que los sostuvo, los seguirá acompañando. Que la PAH no descansa. Que otras familias vendrán. Y que resistir, como vivir, también se aprende en común.

“Esta vez fue Ali y Khadija. Mañana puede ser cualquiera. Por eso hay que seguir en pie, tejiendo redes, rompiendo inercias”.

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