El legado de Francisco para la Juventud Obrera Cristiana: Hacer lío, vivir el Evangelio

El legado de Francisco para la Juventud Obrera Cristiana: Hacer lío, vivir el Evangelio

El pasado lunes enseguida se tornó en un día entristecido, al vernos despedirnos del papa Francisco. La Juventud Obrera Cristiana (JOC) es un movimiento apegado a la dinámica realidad juvenil, lo que a veces ha visto cómo nos alejásemos de la realidad vaticana y nos centremos en la concreción eclesial de nuestras parroquias, ciudades y diócesis. Sin embargo, tras 12 años de papado con Francisco, han sido numerosas y frecuentes las veces que hemos sonreído con emoción y sinceridad al leer las noticias, escuchar sus discursos, observar sus gestos o leer sus documentos.

Francisco ha sido un Papa que ha tenido una especial y continua sensibilidad con los sectores marginados de la sociedad. En sus palabras, o en sus recepciones, acciones y actos, veíamos presentes a las distintas facetas de la pobreza, a migrantes, presos, prostitutas, personas no europeas, en definitiva, personas de las periferias existenciales.

Sin embargo, como jóvenes obreros cristianos, también hemos sentido la interpelación en las palabras de Francisco. En primer lugar, quiero destacar varios de los discursos que el papa Francisco pronunció en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de 2013 en Río, la primera como pontífice.

Ante la juventud argentina les escuché decir cómo decía el archifamoso: “Hagan lío”, una cosa que acompañó de “no licúen la fe en Jesús, la fe es entera”. Una clara llamada a articular la vivencia espiritual con la acción, algo ampliamente vivido en nuestro movimiento, con la pedagogía de la acción.

También en esa JMJ el papa Francisco alineó a ancianos y jóvenes, los dos polos de la vida que se están excluyendo en el sistema socioeconómico imperante. Algo que, de forma personal, me parece bastante conmovedor. Por un lado, la denuncia a la exclusión a la población no productiva, pero, por otro lado, la forma de tejer solidaridad entre generaciones, y de no resultar paternalista u ofrecer victimismo a la juventud. Oigan, mírense entre excluidos y valórense, parecía decir.

De forma muy destacable, en su pontificado tenemos la celebración del Sínodo de los jóvenes y la publicación de la exhortación Christus vivit. Algunas secciones son bastante interpeladoras:

“Cuando la Iglesia abandona esquemas rígidos y se abre a la escucha disponible y atenta de los jóvenes, esta empatía la enriquece porque permite que los jóvenes den su aportación a la comunidad, ayudándola a abrirse a nuevas sensibilidades y a plantearse preguntas inéditas” (65).

Una interpelación a la iglesia concreta, que también especifica a la pastoral juvenil que “debe de incorporar recursos variados para ayudar a los jóvenes a crecer en la fraternidad, creando espacios atractivos donde se viva con un sentido” (261). “Los jóvenes son capaces de guiar a otros jóvenes y vivir un verdadero apostolado entre amigos”.(115)

No han sido solo ideas pastorales, también a menudo, de una forma bastante humana, el papa Francisco se dirigía directamente a las personas jóvenes: “(122) Jóvenes queridos, ustedes no tienen precio. No se dejen comprar, no se dejen esclavizar por las colonizaciones ideológicas que nos vuelven esclavos. No hay que detenerse por inseguridad, no hay que tener miedo de apostar y de cometer errores. Los sueños se conquistas con esperanza. (142) Vivan, entreguense a lo mejor de la vida (143) Os propongo ir más allá de los grupos de amigos y construir la amistad social, buscar el bien común (169). Sean servidores de los pobres, protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir a las patologías del individualismo consumista y superficial.”

En estas líneas y en tantos discursos se observa la invitación a que las personas jóvenes sean protagonistas. Nuevamente, algo que podemos decir que sentimos muy nuestro, y que reclamamos a menudo en los ambientes sociales y eclesiales que participamos. Los jóvenes son sujetos valiosísimos en la misión y en llegar a las periferias existenciales. ¿Acaso la JOC no es un agente clave en esta tarea de la Iglesia?

Más allá de los que pertenecemos a la Iglesia, queda el trabajo con los movimientos sociales, con la consabida reivindicación de las 3T. Y la referencia a que “no hay esperanza social sin un trabajo digno para todos” como dijo Francisco ante los trabajadores italianos. Tampoco cabe ninguna duda de que la encíclica Laudato si’, y la llamada al cuidado de la casa común provocó la atención y el respeto de los sectores sociales ecologistas y conservacionistas, entre los que se encuentran numerosas personas jóvenes.

Finalmente, hemos podido leer estos días como colectivos LGTBi han dado las gracias por la vida del papa Francisco. Estos colectivos dentro y fuera de la iglesia han destacado alguna de las intervenciones de Francisco al respecto, y aquellas valiosísimas declaraciones en las que dijo “ser homosexual no es delito” en referencia a la persecución de la diversidad sexual. Unas palabras que sin duda han confortado a toda la comunidad LGTBi católica, entre la que se encuentran numerosas personas jóvenes.

En definitiva, numerosas personas dentro y fuera de la Iglesia nos admiramos de ver como el Evangelio brillaba en la figura del papa Francisco. Su ejemplo, sus gestos, su magisterio lo demuestra. Y no debemos minorizar la valiente denuncia de las inhumanidades de este mundo de injusticia y muerte, a menudo delante de poderosos dirigentes, en distintos parlamentos, sabiendo que interpelaba con valentía a los responsables.

Igual que cuando empezó su pontificado, hoy oramos por él. Damos gracias al Dios Padre-Madre por su servicio a la Iglesia, y le pedimos inspiración al Espíritu para que guíe a su pueblo. Descanse en Paz.