Plutocracia, destrucción y autoritarismo

Plutocracia, destrucción y autoritarismo
Foto | Marc Pell (unsplash)
La «movilización autoritaria» que representa el ascenso de Donald Trump aliado con el magnate Elon Musk, en el contexto de las múltiples crisis que han debilitado los horizontes vitales de las personas, no se entendería sin la traducción en terminología política de las necesidades emocionales de las personas, plantea el filósofo José Antonio Zamora, en este Tema del Mes.

Ni las demandas judiciales ni los escándalos han podido detenerle: Donald Trump ha sido elegido presidente de Estados Unidos por segunda vez. Flanqueado por su mejor amigo Elon Musk, el «payaso del terror» intentará nada menos que remodelar el mundo.

¿Cómo ha sucedido esto? ¿Por qué más de 77 millones de estadounidenses han podido elegir a este Gobierno abiertamente plutocrático y autoritario para ricos del que buena parte de esos votantes tienen poco que esperar? ¿Por qué el resto del mundo o secunda con aprobación su triunfo o parece noqueado por una avalancha de medidas provocadoras, disruptivas o indecentes anunciadas con la pose de un matón de los bajos fondos?

Para intentar entender mínimamente esta situación, habría que adoptar una doble perspectiva. Por un lado, hay que considerar qué procesos y dinámicas de carácter sistémico pueden estar detrás de la estrategia política que representa Trump y una parte importante del populismo de extrema de derecha mundial que le acompaña, es decir, cuáles son los grandes retos a los que se enfrenta el sistema-mundo hoy y qué intereses se ven afectados por la evolución contradictoria de ese sistema. Pero, por otro lado, también hay que considerar lo que lleva a partes muy importantes de las poblaciones de países tan diferentes a identificarse con dicha estrategia de corte autoritario. Aquí solo se pueden ofrecer algunos apuntes sobre ambas cuestiones.

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La crisis de 2007/2008 supuso una enorme conmoción a escala global. Amplias capas de población en las sociedades más desarrolladas, identificadas, si no ideológicamente sí fácticamente, con el programa neoliberal despertaban de golpe con la que se puede calificar de «crisis de la solución a la crisis» (del fordismo). No conviene olvidar que el crac económico-financiero que cierra está etapa no fue resultado de programas socialdemócratas o «comunistas», por usar el lenguaje de la extrema derecha, sino de las estrategias neoliberales desplegadas a lo largo de varias décadas como alternativa a aquellos programas: financiarización y sobreendeudamiento privado y público, deslocalización de la producción industrial, disminución de las rentas del trabajo y recortes de los estados de bienestar, incorporación de las nuevas tecnologías y la digitalización a los procesos productivos y a la logística y distribución, liberalización del comercio mundial e incremento/diversificación del consumo, intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo, cultura del individualismo y de la empresarización del yo, etc.

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