Poner todo nuestro empeño

Poner todo nuestro empeño
Imagen | Sirichai Puangsuwan
Un escriba –experto en los mandamientos de la ley de Dios judía– dice a Jesús que amar a Dios y al prójimo como si fuese yo vale más que toda ofrenda ritual y que todo sacrificio religioso (Mc 12, 28b-34). Jesús le responde: «No estás lejos del reino de Dios»… pero «aún no has llegado».

Porque lo que Jesús llama reino de Dios consiste en ser conscientes de que Dios nos ama (no de amarle, porque Dios no «necesita» nuestro amor) y, por eso, hacernos prójimos de (aproximarnos a) quien nos necesita. En lenguaje apostólico lo llamamos militancia: me vuelco en servir a personas vulneradas para restituir la realización de su dignidad imposibilitada. Así experimentamos juntas que Dios nos ama a todas (conviene precisar que aún hay quien olvida que aquí Jesús responde acerca del mandamiento más importante ¡de la ley judía!; porque el mandamiento nuevo y más importante –el único mandamiento de Jesús– está en Jn 15, 12: «Amaos como yo os he amado»).

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