“La gente está enfadada, tiene mucha rabia, porque no confía ya en la Administración”

“La gente está enfadada, tiene mucha rabia, porque no confía ya en la Administración”
“El pueblo se ha volcado”, relata Teresa, vecina del Parque Alcosa de Alfafar (Valencia). Esa es la esperanza que le queda, después de haber vivido “un infierno, lo peor que puede pasar una persona”.

A través de varios mensajes de audio en los que se le quiebra la voz, la militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Valencia intenta transmitir lo que ha ocurrido. “Veía desde mi balcón que se acercaba el agua y no podía imaginarme hasta qué extremo iba a llegar. En media hora, ya había coches flotando”.

Hace un esfuerzo para recordar la fatídica noche y no quedar sobrepasada. “Procuro neutralizar los recuerdos, porque si no, me pongo a llorar”. “Estuve la noche oyendo el ruido del agua, como si fuera un río grande, como los del norte, se oían los coches flotando y chocando…”

Sin embargo, advierte que “es muy difícil de describir y no se entiende cuando lo ves solo por la tele. Se ven imágenes de policías y militares por aquí y por allí, pero realmente hay rincones y pueblos a los que cuesta entrar”.

Explica que en su barrio hay muchas casas bajas, apenas hay comercios, donde viven familias de personas mayores, muy numerosas: “lo han perdido todo, ha quedado todo arrasado”.

“Vivo en un cuarto piso, la mayoría de mi familia vive en alto, así que por ese lado estamos bien”, explica, aunque matiza que “hemos perdido, como toda la gente que conozco, los coches, y los daños materiales han sido enormes. Pero estamos, que no es poco”.

Uno de sus yernos pasó cinco horas en el techo de una furgoneta hasta que bajó el agua y pudo refugiarse en casa de una familia que le dejó entrar. “Hay muchas historias así, mucha gente ha ayudado, ha salido la vena solidaria que suele darse en situaciones así”.

Al quinto día, continúa llena de indignación, “sigue habiendo coches apilados, como si fueran un dominó, y con los muebles amontonados impiden el paso a las calles. Esto lo sufrimos día a día”.

Es más, “todavía se entra en alguna casa donde hay algún muerto”, indica.

“La lluvia, la tormenta no se puede evitar”, pero “el daño, tantas muertes, tanta destrucción, se podían haber evitado, en parte”. “Cuando pienso en esto, cuando me pregunto por qué ha pasado, me lleno de rabia y me pesa en el ánimo”, explica.

“La gente está enfadada, tiene mucha rabia, porque no confían ya en la Administración. Ha faltado gestión”, dice. Luego rectifica: “ha sido una gestión criminal, no puedo decir otra cosa”. Es una lástima que tengamos tan poca confianza en la Administración, no se la merecen…”, pronuncia y se hace el silencio. “Habrá que exigir responsabilidades”, añade.

“Solo las asociaciones y grupos de voluntarios que funcionan autónomamente están bien organizados y coordinados”, explica, buscando esperanza. El “Colectivo de jóvenes del Parke”, las asociaciones de vecinos, las peñas, los talleres de fallas… se han movilizado, han creado brigadas de limpieza, grupos para ir casa por casa, “asegurándose que la ayuda llega sobre todo a quien más lo necesita”.

“El pueblo se ha volcado, los demás pueblos se han volcado, hay gente trabajando, dando bolsas, con sus camiones particulares, ahí te sientes cuidada y protegida”. “Esto es lo realmente importante, lo positivo que se puede sacar de una situación así”, confiesa.

Varios militantes y simpatizantes de la HOAC de la diócesis de Valencia se han visto afectados por la devastación, en alguna medida, sin haber sufrido daños personales, a pesar de que en algunos casos la destrucción material ha sido considerable. Muchas de ellas participan en sus lugares de origen o de trabajo en las labores de reconstrucción, otras se han unido a la corriente de solidaridad, para colaborar con las brigadas de limpiezas de las zonas afectada o en la recogida de ayuda.

Asociaciones vecinales, sindicatos, partidos y colectivos están recogiendo productos necesarios, alimentos y organizando brigadas de limpieza.