Emilce Cuda: “Las leyes laborales no nacen de un laboratorio, son necesidades que surgen de situaciones injustas”

Emilce Cuda: “Las leyes laborales no nacen de un laboratorio, son necesidades que surgen de situaciones injustas”
En un mundo donde no todo está perdido, la secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Emilce Cuda, reflexionó sobre el trabajo en el magisterio del papa Francisco en la apertura del curso 2024-2025 del Aula Rovirosa-Malagón del Instituto de Pastoral de Madrid.

La teóloga argentina destacó la necesidad de escuchar más que de doctrinar, mostrando la importancia de construir puentes Norte-Sur, entre las Américas, con España y Portugal, y de conectar organizaciones, algo que ella asume en su trabajo en la Curia vaticana.

El magisterio social del papa Francisco es una continuación del camino iniciado con la Rerum novarum, dijo Cuda, quien reflexionó sobre la diferencia entre trabajador y obrero, una novedad surgida con la Revolución Industrial, en un momento en que comenzó la lucha por derechos que la Iglesia católica ayudó a llevar adelante. Esto representó un avance, porque hasta entonces los trabajadores luchaban por la supervivencia. Se trataba de superar la injusticia nacida de la falta de reglamentación de las relaciones laborales, y, con el avance de la organización sindical, la lucha por la vida se transformó en una lucha por derechos.

En este sentido, destacó que “las leyes laborales no nacen de un laboratorio, son necesidades que surgen de situaciones injustas”. Partiendo del principio de que el trabajo lo es todo, lo que se logró en los últimos 150 años fue que los trabajadores se organizaran para que sus necesidades fueran reconocidas como derechos, subrayó la secretaria de la Comisión para América Latina.

Cuda reflexionó sobre el diálogo social, un concepto presente en la Fratelli tutti, que ocurre entre partes organizadas de una sociedad en conflicto. En ese diálogo, todos están sentados a la misma mesa, para lo cual es necesario reconocer a los que están en la periferia como interlocutores válidos, para escucharlos en la toma de decisiones, un modelo surgido con la Rerum novarum y retomado por el papa Francisco. No podemos olvidar que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), nacida en 1919, es la estructura más alta en la mesa de diálogo. El retroceso actual, que se hace explícito cuando el papa Francisco habla de los descartados, es causado por el hecho de que todos los trabajadores que lograron organizarse en la lucha por derechos han perdido esa conquista.


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En este contexto, surge el concepto de solidaridad, y Cuda afirma que el diálogo social requiere solidaridad, porque “estamos en un momento en que la lucha por derechos está retornando a la lucha primaria por la vida”, lo que debe llevarnos a ver cómo restaurar el valor de lo que significa el diálogo social. Del mismo modo, ante el desempleo estructural, consecuencia del salto tecnológico, es necesario entender que el trabajo es trabajo cuando el Estado lo reconoce como tal, cuando hay garantías sociales. Una realidad que provoca cambios en la Doctrina Social de la Iglesia, respondiendo a una realidad marcada por nuevas relaciones, que pasaron de conocimiento y amor a aquellas que provocan ignorancia y división, lo que lleva al papa Francisco a ver la unidad como un paso necesario hacia la justicia.

La actual crisis institucional es consecuencia de la desaparición del trabajo, según la secretaria de la Comisión para América Latina, algo que se expresa en las actuales campañas políticas, en torno a símbolos religiosos, llevando a una “política de devoción” que organiza la esperanza de las personas desde una perspectiva que asusta, encierra, aísla, ofreciendo falsos misticismos de salvación, ya que aislarse se convirtió en una forma de abusar de las personas. Ante esta vida amenazada, en una sociedad en que los derechos sociales son abdicados cuando estoy fuera del sistema, es necesario salir de la lógica de la rentabilidad e ingresar en la lógica del cuidado, reconocer el cuidado como un trabajo, cambiar el hábito de consumo, incluyendo el consumo de discursos o propuestas académicas.

Frente al cambio de época actual, “no podemos repetir las categorías del siglo XX”, enfatizó Cuda. En una sociedad en que ya no tenemos partidos políticos, sino movimientos, nos encontramos, según la teóloga argentina, con discursos violentos con los que se ganan procesos electorales, lo que hace que las personas se unan porque están muriendo. Esto significa que, en ausencia de un plan estratégico, los movimientos populares se convirtieron en una forma diferente de hacer política.

Dado que el trabajo está en el centro del problema, como denuncia la Fratelli tutti, solo mediante el diálogo social la crisis actual podrá ser combatida, siempre que todos estén en la misma mesa. De acuerdo con Cuda, la solución viene del subsuelo del planeta, de la comunidad organizada, lo que llevó a muchas comunidades a organizarse en red y por la vida. Es necesario crear una comunidad de comunidades, transferir conocimiento, transferir elementos de negociación, aprender de otros a cuidar la vida. Esto ocurre porque todo conocimiento es válido, lo que muestra la importancia del conocimiento trans e interdisciplinar.

Para la secretaria de la Comisión para América Latina, “el conocimiento que necesitamos para vivir no es el que aprendemos en las universidades”, insistiendo en que todo conocimiento es válido en momentos críticos. Cuda advirtió contra el acoso, de varios tipos, contra el falso misticismo, y enfatizó que los líderes vienen desde abajo, de la comunidad, nacen, deben ser reconocidos por su pueblo, algo presente en el magisterio de Francisco, que llama a organizar la esperanza, pero de una forma diferente de la que muchos pretenden, definiéndola como “un ancla que lanzamos lejos y de la que tiramos para llegar a ese lugar”.

Por último, insistió una vez más en que la lucha por los derechos sociales en el siglo XX es hoy una lucha por la vida, y en la necesidad de ver el camino a seguir hoy, en un mundo que cambió, lo que debe llevar al descubrimiento creativo de nuevos caminos y no permanecer en los odres viejos.