De toda la Iglesia
Cumplir 30 años en nuestra sociedad es ser aún joven, aunque cada vez mires más al horizonte y la conciencia de que, al comenzar una nueva década, ya otees esas «cosas de adultos».
Una persona con 30 años mantiene la vitalidad y las ganas de la juventud, posee ese ímpetu residual de los veinte que combina con la avidez de iniciar nuevos proyectos y los retos que plantea, pese al temor de no saber qué deparará el futuro.
Como personas, sabemos que esto es ley de vida, pero cuando hablamos de una pastoral, ¿cómo se cumplen años?, ¿a qué edad la podemos considerar fundamental para incorporarla en los planes y organigramas diocesanos?, ¿cuánto tiempo tiene que pasar para que «crezca»?
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Militante de la HOAC de Canarias