A los 30 años de la aprobación del documento “La pastoral obrera de toda la Iglesia”

A los 30 años de la aprobación del documento “La pastoral obrera de toda la Iglesia”

Hacemos memoria agradecida

El documento La pastoral obrera de toda la Iglesia fue aprobado por la LXII Asamblea Plenaria de los Obispos de la Conferencia Episcopal española hace 30 años. Hoy damos gracias por todas las personas que han gastado sus vidas en la evangelización del mundo obrero. Sus nombres son innumerables y los llevamos muy grabados en el corazón.

Quiero hacer una breve memoria de la pastoral del trabajo en España; para ello hay que remontarse a la mitad de los años 40 del siglo pasado. En ese tiempo, en un intento de dar respuesta a las situaciones que vivían las personas trabajadoras, surgieron iniciativas en la Iglesia española para acompañar esta realidad con el fin de ser testigos de Jesucristo, el “hijo del carpintero” (Mateo 13, 55). Por esas fechas la Junta de Obispos Metropolitanos decidió poner en marcha la Hermandad Obrera de la Acción Católica, un movimiento cuyo fin era la evangelización del mundo obrero, y le encargan a Guillermo Rovirosa, militante de la Acción Católica, que asuma esa responsabilidad.

Años más tarde, ya constituida la Conferencia Episcopal Española (CEE), en la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar existía lo que se llamaba el “sector del mundo obrero”. Dicho sector desarrollaba las tareas adecuadas para animar la presencia de la Iglesia en esta realidad del trabajo, siendo así el germen de la Subcomisión para la Pastoral Obrera. Esta Subcomisión fue creada en 1985 por la Conferencia Episcopal Española y es el antecedente del actual Departamento de la Pastoral del Trabajo.

Nada más constituirse la Subcomisión, recogiendo distintas reflexiones realizadas, se decidió convocar el I Encuentro General de Pastoral Obrera en abril de 1986 con estos objetivos:

  • Conocer las respuestas pastorales que se estaban dando al mundo del trabajo,
  • hacer proyectos para el futuro, buscando cauces y mar­cos de referencia comunes,
  • despertar el interés para animar la iniciación a la pasto­ral obrera y
  • sensibilizar sobre cómo la evangelización de los pobres y del mundo obrero tiene que ser tarea de toda la Igle­sia.

A partir de este encuentro se empieza a reflexionar sobre los objetivos, criterios de composición y pertenencia a la pastoral obrera para su coordinación en la iglesia española. La metodología de este proceso fue muy participativa: movimientos de apostolado seglar, coordinadoras de la pastoral obrera, comunidades religiosas, curas obreros y parroquias hicieron aportaciones a los cuestionarios enviados. También se realizaron reuniones con organizaciones sociales, principalmente sindicatos, donde se dialogó sobre la situación del mundo obrero y el papel que podría tener la Iglesia ante esta realidad.

Tantas aportaciones dieron pie a varios encuentros nacionales donde se fue concretando el futuro de la pastoral obrera en España. Esta riqueza fue plasmada por los obispos en el documento La pastoral obrera de toda la Iglesia que finalmente fue aprobado por la Plenaria de la CEE el 18 de noviembre de 1994, hace ahora 30 años.

Reflexionamos sobre el presente de la Pastoral del Trabajo

Treinta y seis delegadas y delegados diocesanos de la pastoral del trabajo con nombramiento episcopal, cuatro movimientos (Acción Católica Obrera, Hermandades del Trabajo, Hermandad Obrera de Acción Católica y Juventud Obrera Cristiana), la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, los equipos parroquiales de la pastoral obrera, etc., son actualmente los principales agentes de esta pastoral y hacen que podamos desarrollar nuestra tarea en, al menos, 52 diócesis.

Las buenas relaciones con las organizaciones sindicales y empresariales, con las plataformas de trabajadores precarios, con las asociaciones de vecinos y con las asociaciones de las víctimas de accidentes laborales, entre otras, nos facilitan conocer estas realidades de cerca y ser testigos de Jesucristo en el mundo del trabajo más precarizado.

Unos de los objetivos del documento La pastoral obrera de toda la Iglesia era pasar de una pastoral de “especialistas” a una pastoral asumida por toda la Iglesia. Todavía nos queda camino por recorrer, pero se han dado pasos muy importantes como la extensión de esta pastoral en la mayoría de las diócesis, el trabajo en común o coordinado con otras pastorales o entidades eclesiales, la creciente presencia de esta pastoral en las parroquias, las escuelas de formación social, las asambleas de parados, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, las cartas pastorales y la presencia cada vez mayor de los obispos en los actos de esta pastoral.

La presencia de la pastoral del trabajo en la sociedad y los pasos dados al interior de la Iglesia son una buena medida para poder evaluar la incidencia de esta pastoral en la vida y misión de la Iglesia.


También puede leer Cobertura informativa de la celebración del XXX aniversario del documento La pastoral obrera de toda la Iglesia


Soñamos juntos el futuro

Estamos a las puertas del año jubilar 2025 que tiene como lema “Peregrinos de Esperanza”. La esperanza nos invita a soñar en un futuro mejor. El papa Francisco nos invita a que este sueño sea un sueño compartido.

El mundo del trabajo vive viejas y nuevas dificultades o desafíos: la exclusión y el desempleo, la precariedad, la perdida de salud y de vidas por causa del trabajo, la devaluación de los salarios, las dificultades para la conciliación laboral y familiar… Son dificultades que no se acaban de superar en el mundo del trabajo. Junto a estos problemas van surgiendo otros a los que es urgente dar respuesta: la irrupción de la inteligencia artificial y la robotización, el cambio climático, la migración, los riesgos psicosociales causados por el trabajo, etc.

Ante esta realidad tan compleja nos sentimos esperanzados porque descubrimos en Jesucristo la respuesta liberadora y salvadora para el mundo del trabajo. Esta certeza nos ayuda a no desfallecer y a vivir nuestro compromiso evangelizador en medio de estas realidades.

Queremos compartir nuestro sueño. El sueño de la Iglesia es que el trabajo sea fuente de humanización y para conseguirlo somos conscientes de la necesidad de crear redes. Redes con otras pastorales y entidades eclesiales, pero también con otras organizaciones sociales comprometidas con el mundo del trabajo.

Para humanizar el trabajo debemos trabajar desde cuatro claves:

  • Acompañar la vida de las personas trabajadoras para crear las condiciones en las que podamos vivir nuestra humanidad de manera más plena.
  • Colaborar a un cambio de mentalidad y de atmósfera cultural en la que vivimos, construyendo una sociedad con otra comprensión de lo que consiste nuestra humanidad. El trabajo es esencial para poder vivir con dignidad.
  • Colaborar en el necesario cambio de las instituciones para que estén más al servicio de las necesidades de las personas, en particular de los trabajadores descartados y precarios.
  • Colaborar a construir y visibilizar experiencias alternativas con las personas trabajadoras en la forma de vivir, personal y socialmente. A impulsar la justicia social promoviendo actitudes de “solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo” (Laborem exercens, 8).

Estos treinta años de experiencia facilitan nuestra misión evangelizadora en el mundo del trabajo. Nos sentimos enviados por el Señor a trabajar, porque “la mies es mucha, pero los trabajadores son pocos. Rogad pues, al señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 37-38).