“No nos dejemos robar la esperanza de una lucha conjunta por el trabajo decente”

“No nos dejemos robar la esperanza de una lucha conjunta por el trabajo decente”
FOTO | Abraham Canales (i), director de Publicaciones de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y de Noticias Obreras; y Antonio J Aranda, director del Departamento de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal
La presentación de documento ¿Qué entiende la Iglesia por trabajo decente? en Elche ha permitido conocer el recorrido conjunto de esta prioridad irrenunciable y realizar un llamamiento a comprometerse, junto con otras personas e instituciones, a la justicia social a través del trabajo decente

El salón de actos del CEU de Elche fue el escenario del acto público que permitió, este jueves 3 de octubre, la presentación del documento ¿Qué entiende la Iglesia por trabajo decente?. Organizado por la pastoral obrera y la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) de la diócesis de Orihuela-Alicante, en la presentación intervino Abraham Canales, director de Publicaciones de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y de Noticias Obreras.

Con esta convocatoria también se conmemoró el décimo aniversario de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), reuniendo a medio centenar de personas, para recordar una década de esfuerzo, sino también para reafirmar el compromiso de la iniciativa y de la Iglesia en este objetivo irrenunciable para la justicia social.

Durante su intervención, Canales ofreció una visión amplia sobre el origen, desarrollo e impacto del concepto de “trabajo decente”, un término que ha marcado la agenda tanto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la de las organizaciones sindicales y la de la Iglesia.

Un camino conjunto

El “trabajo decente” surgió en 1999 cuando la OIT, en una de sus conferencias internacionales, lo acuñó como una respuesta a las crecientes desigualdades y explotación laboral provocadas por la globalización. Para Abraham Canales, este hecho fue “un hito histórico que cambió la agenda mundial en materia de trabajo”, ya que colocó al trabajo decente como una prioridad universal. “Este concepto es fundamental, no solo por su valor intrínseco, sino porque abrió el camino a la creación de políticas y programas que buscan proteger los derechos de los trabajadores”, afirmó durante su intervención.

Canales subrayó que la OIT, única agencia tripartita de la ONU (integrada por gobiernos, empleadores y sindicatos), decidió priorizar el trabajo decente para contrarrestar los efectos negativos de la globalización: desempleo, bajos salarios, explotación y pobreza. “El trabajo decente, en palabras de Juan Somavia, exdirector de la OIT, es una necesidad vital para construir una sociedad más justa y equitativa”, añadió para recalcar que “este es un eje estratégico que hoy continúa”.

El vínculo entre la defensa del trabajo decente y la Iglesia católica es profundo. Canales trazó un recorrido desde Juan Pablo II, quien en el Jubileo de los Trabajadores en el año 2000 hizo un llamamiento a unirse a la coalición mundial por el trabajo decente. “El Papa subrayó la importancia de un presente y un futuro donde la dignidad humana estuviera en el centro del trabajo, buscando siempre la justicia y la solidaridad”, comentó Canales.

“Podemos afirmar que la Iglesia –una iglesia que escucha y se compromete– y la OIT transitan un camino conjunto en la búsqueda activa por el trabajo decente y la justicia social. Creyentes y no creyentes caminan juntos”, destacó para recordar que esta es la génesis de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente.

Con Benedicto XVI, la defensa del trabajo decente continuó, siendo destacada en su encíclica Caritas in veritate. En ella, el Papa definía el trabajo decente como “un trabajo que es expresión de la dignidad de cada hombre o mujer, que es libremente elegido, que respeta a las personas y las comunidades, y que les permite vivir con dignidad”. Canales destacó esta encíclica como “un punto clave en el magisterio social de la Iglesia”, donde se reafirmaba que el trabajo decente no es solo un derecho, sino una necesidad para el desarrollo humano integral.

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“En este camino que estamos haciendo ya tenemos más claro que el trabajo decente se incorpora al magisterio a través de Juan Pablo II y Benedicto XVI; se define el concepto, su significado e importancia para la vida; y se reafirma que debemos avanzar juntos en el objetivo universal del trabajo decente y es un llamamiento claro al compromiso para hacerlo efectivo”, destacó Canales

Francisco: el trabajo en el centro de su magisterio

El papa Francisco ha llevado la defensa del trabajo decente a un nivel superior durante su pontificado. En Evangelii gaudium, Laudato si’ y Fratelli tutti, el Papa habla de la importancia del trabajo para la dignidad humana y para el cuidado de la creación: “El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno”, recuerda en su última encíclica.

Para Canales, este compromiso con el trabajo, expresado en sus texto, en su labor pastoral y junto a los trabajadores y trabajadoras, es una de las contribuciones más significativas de Francisco ya que, “el trabajo no es solo una forma de ganarse el pan, sino un camino hacia la realización personal, la integración social, el cuidado de las personas trabajadoras y de la creación”. El trabajo es el gran tema, insiste el Papa.

Francisco ha sido un defensor incansable de los derechos de los trabajadores más vulnerables convocando, escuchando, acompañando a los trabajadores más humildes y sin derecho. “Las 3T: tierra, techo y trabajo, frutos de los diálogos con los movimientos populares se incorporan al magisterio social de la Iglesia como criterio de justicia social”, destacó Canales referenciando la encíclica Fratelli tutti. Además, “a Francisco también se le ha oído denunciar –cada vez con mayor insistencia– la plaga de siniestralidad laboral que provoca el trabajo indecente, por la ausencia de seguridad y salud laboral, uno de los principios fundamentales de la OIT”, remarcó.

En este sentido, recordó que la reducción de la jornada laboral, el salario básico universal y la regularización extraordinaria de los trabajadores migrantes son “propuestas concretas que la Iglesia plantea para ejercer la solidaridad, cuidar la vida y promover el trabajo decente”, apunto

El camino hacia el futuro: un compromiso conjunto por el trabajo decente

A lo largo de su intervención, Canales hizo un llamado a seguir fortaleciendo el compromiso de la Iglesia y de la sociedad civil en la defensa del trabajo decente. “Este camino no ha sido fácil, pero es fundamental que sigamos caminando juntos, Iglesia, sindicatos, OIT…, para lograr que el trabajo sea una fuente de dignidad para todos, especialmente para aquellos que sufren condiciones indecentes”.  

Canales destacó la importancia de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, que durante estos diez años ha logrado movilizarse y crecer en la defensa del trabajo decente. “Es fundamental que sigamos visibilizando las injusticias que padecen muchos trabajadores y trabajadoras, y que busquemos caminos conjuntos que promuevan la justicia social”, afirmó.

El concepto de trabajo decente, como bien explicó Canales, va más allá de tener un empleo. “El trabajo decente es aquel que cuida de la dignidad intrínseca de cada persona: es libremente elegido, ofrece un salario justo, es solidario, respeta la vida personal y familiar, y permite la participación en la vida social y comunitaria”, concluyó invitando a todos los presentes a seguir luchando por un trabajo decente para todos: “No nos dejemos robar la esperanza de una lucha conjunta por el trabajo decente”