Los Diez Mandamientos: un alegato por el buenismo y en contra del malismo

Los Diez Mandamientos: un alegato por el buenismo y en contra del malismo

Cuando era pequeño, nací en 1962, escuchaba en la catequesis y en la escuela que había que ser siempre bueno, que había que compartir y que siempre había que ayudar. Era una enseñanza sólida, coherente y te regañaban si no tenías este comportamiento. Ahora a este comportamiento lo denominan con el término peyorativo de buenismo. La pregunta que nos podemos hacer es si ahora lo positivo es el malismo.

Voy a dar contenido a los Diez Mandamientos como un alegato por el buenismo y en contra del malismo, no como no podía ser de otra manera.

Amarás a Dios sobre todas las cosas. El Dios amor es el Dios de bondad, de la ternura; es el Dios que pone a la persona y su dignidad por encima de todas las cosas. El Dios amor es el Dios de la vida, del respeto y que todos los objetos, todo lo que se produce, no tienen ningún valor en relación al ser humano. El malismo defiende que la economía capitalista es lo mejor y justifica empobrecer para enriquecerse cada vez más las élites sociales, económicas y financieras.

No tomarás el Nombre de Dios en vano. El Dios de la paz grita cuando se utiliza su nombre para fundamentar las guerras y las violencias. El Dios de la paz grita cuando provocamos dolor humano por nuestras maldades. El Dios de la paz grita contra todos los odios. El malismo defiende que la guerra y la violencia son justificables y vertebra el odio contra los más vulnerables y empobrecidos.

Santificarás las fiestas. Es el Dios de la creación, del cuidado de la tierra, es el Dios que quiere un trabajo decente y que quiere el descanso de la persona trabajadora y la conciliación familiar y laboral. El malismo es crear un sistema laboral basado en la precariedad laboral y la explotación.

Honrarás a tu padre y a tu madre. Es la llamada al cuidado de nuestros mayores y el respeto a sus años en condiciones de vida, no aparcados. Es que tengan un lugar en la sociedad y tengan una vejez vivida desde el acompañamiento. El malismo es considerar a los mayores una carga y un gasto que hay que abaratar. El malismo es dejarlos que se murieran en las residencias sin atención médica en la pandemia.

No matarás. Es el Dios de la vida que nunca justifica una muerte. Es el Dios que quiere el diálogo, el encuentro y la fraternidad universal. Es el Dios que dice que todos somos hermanos y hermanas. El malismo discrimina, rechaza, mata y asesina en el nombre del poder y la ambición.

No cometerás actos impuros. Es el que cuida la infancia abominando de la pederastia. Es crear una sociedad desde la igualdad entre los hombres y mujeres y lucha contra la trata y contra la violencia de género. El malismo es quien encubre la pederastia, quien participa de la trata y participa en el tráfico de órganos. Cree que la mujer es inferior.

No robarás. Es el Dios de la honestidad, la generosidad y la honradez. Es el Dios que va en contra de la usura, de la expulsión de los campesinos e indígenas de sus tierras. Es el Dios que va en contra de los que expulsan a familias de su hogar y roba parte del salario que merecen los obreros y las obreras. El malismo es el que justifica todos los medios para acaparar riquezas y propiedades

No dirás falso testimonio ni mentiras. Es el Dios que nos interpela para expresar la verdad, para ser sinceros. El malismo fomenta los bulos y noticias falsas contra las personas migrantes, las refugiadas y los que defienden los derechos humanos o la justicia social.

No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Es el Dios que nos humaniza, que piensa, desea y sueña con ese mundo de personas buenas y felices, que quieren un mundo de bondad, de aceptación, de compasión, de cuidados, de reconciliación, de servicio y entrega. El malismo promueve la deshumanización de personas, colectivos, países, pueblos y organizaciones sociales; una deshumanización que lleva al sometimiento, a la represión y a la eliminación.

No codiciarás los bienes ajenos. Es el Dios que creó el mundo sin fronteras y que puso toda la creación para que toda persona pudiera vivir. Es el Dios que hizo del planeta un lugar lleno de belleza y maravillas. Es el Dios que dice que cada persona, cada familia disponga de lo necesario para una existencia llena de vitalidad. El malismo idolatra al dinero como valor absoluto y en su nombre se puede codiciar lo bienes de los demás, sus tierras, sus recursos, sus aguas, sus viviendas…, utilizando la violencia y la guerra.

Estos dos mandamientos se pueden resumir con una expresión plenamente buenista: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y a prójimo como a ti mismo”. El malismo se irrita ante esta expresión y afirma que hay que despreciar, deportar, someter y odiar a todos los pobres de la tierra y a los defienden una sociedad basada en los derechos humanos y en la ética. El malismo se retuerce y dice cómo voy a tratar a un negro que viene en patera como a mí mismo.