Los ángeles de la UCI. Con Fernando Rivas

Los ángeles de la UCI. Con Fernando Rivas
FOTO | Servicio de Cuidados Intensivos del Hospital de la Paz, Madrid. Vía Comunidad.madrid

Los ángeles y las hadas existen. Hoy he entrado en la UCI del hospital de la Paz en Madrid. Hemos esperado la hora justa de visitas (13:30 h-14:00 h.) Nos hemos revestido con la unción de lo litúrgico y lo purificatorio para adentrarnos en el lugar sagrado, donde los cuidados son intensivos y todos los que lo forman lo hacen como una unidad. Hemos entrado el hermano mayor y yo, Nicolás ha quedado fuera y me ha concedido ese honor. La sala muy amplia, abierta a la luz con amplias ventanas, algunos boxes para reservar a los más graves, los demás en espacios abiertos pero singularizados. Allí decenas de pacientes, distintos, pero no distantes, todos en comunión por una vulnerabilidad que se hace manifiesta, una dependencia total.

Un misterio de la vida, cómo la comunidad, la humanidad, se organiza alrededor de los débiles  y enfermos para cuidarlos y sacarlos para la vida, de situaciones que parecen de muerte, de no vida. Así nos hablaba la doctora encargada del proceso de Fernando Rivas, nos daba cuenta informativa, con delicadeza, precisión, y también abierta a lo que va sucediendo en el proceso. Había llegado sin vida, sin esas claves vitales que son fundamentales: consciencia, temporalización, espacialidad, movimientos, escucha, lenguaje, desconectado de sí mismo, del mundo, de los demás. Se trata de lo propio de la no existencia, la no vida. Pero sin embargo el lugar es de vida y de luz. Lo recibieron en la esperanza y en la lucha por devolverle a sí mismo, a los demás, al mundo.

Yo contemplaba a todos los profesionales que habitan ese espacio y ese tiempo en el día de hoy, y los veía conscientes, dedicando su tiempo ahí mismo y procurando animar el movimiento, esperar el despertar, hablándole al enfermo con ánimo y esperanza, invitándoles a expresarse para conocer su situación. La médica nos hablaba del test examen al que había sometido a Fernando y la positividad de sus respuestas a las cuestiones, lo que da cuenta de su despertar y su ser consciente. Ahora esperar que pueda ser liberado de los tubos que facilitan su respiración, que respire por sí mismo y sin dificultad. Esperando resultados de pruebas y deseando que el proceso sea de bondad y vaya recuperando todas sus funciones y habilidades, sin que sus órganos queden afectados por la crisis vivida.

Pensaba yo en la mayor vulnerabilidad allí concentrada y la mayor dedicación de medios y profesionales a su servicio. Ahí entiende uno los dos conceptos claves de seguridad y social. La seguridad que viene de la fraternidad del cuidado institucionalizado y vocacionado. Da alegría ver ese estilo de ejercicio profesional donde el bien interno de la profesión sale a la luz en pequeños gestos y signos que delatan la temperatura ambiente de lo más humano, allí donde parece que falta la vida. No hace falta mucho más para da cuenta de lo social, en lo estructural. Nos dicen los entendidos que lo humano se reconoce allí donde los restos arqueológicos dan pruebas de que seres humanos enfermos e imposibilitados sólo han podido sobrevivir porque habían sido cuidados por los otros. No hay duda de que esa humanidad, ese carácter social, está bien dimensionado en esta sociedad que se une para atender a sus enfermos, aunque a veces lo haga con limitaciones y medios insuficientes. La UCI de la Paz es un signo claro de ello.

Fernando va saliendo hacia adelante y hay mucha gente fuera que lo deseamos, lo pedimos y lo esperamos, pero no hay duda de que hay un ejército de seres humanos, muy anónimos para él y para nosotros, que ahora mismo lo tienen como centro de su dedicación humana y profesional en la UCI de la paz. Esta es la razón por la que he de seguir creyendo en los ángeles y en las hadas. Hoy tenía rostro de mujer, médica especializada, que nos hablaba con tono tan humano, cuidado y vivo sobre el proceso de este enfermo y de su mejoría, en la espera de lo mejor, van a seguir cuidándolo y estudiándolo, porque la opción es por vida y comunión ante la vulnerabilidad más manifiesta y dependiente. Las enfermeras que se acercaban le hablaban con paz y le invitaban a serenarse para poder liberarle de la maquinaria, se notaba que cada paso del enfermo es un paso también para ellos, cuanto vivido y luchado en su ser profesional.

El rato de comunión con él nos ha permitido abrazarlo, besarlo, acariciarlo y hablarle de lo contento que estábamos porque había superado un momento difícil y ya contábamos con él. Le animábamos a seguir luchando y resistiendo como lo ha hecho siempre. Nos admira cómo Fernando ha vivido sus males y sus enfermedades siempre de un modo muy sano, ejemplar de cómo se puede construir y vivir en medio de los límites, haciendo de ellos posibilidades. Nos miraba con ternura y confirmaba que estaba contento por estar avanzando, aunque todavía está en dolor, fatiga y con límites.  Siendo un lugar aparentemente “inhóspito”, entendíamos lo que tiene de sagrado el “hospital”, allí se hospeda lo débil para ser fortalecido en el abrazo de la ciencia, de los profesionales y toda la comunidad que no olvida al más débil, sino que lo acompaña y espera su reintegración en lo social y en lo fraterno.

Somos una familia y tenemos miles de razones para seguir avanzando en el deseo de cuidar y fortalecer esta “Seguridad Social”, la que nace de la ciudadanía y de la cuidadanía. Los ángeles y las hadas existen.