El trabajo como derecho humano fundamental para la vida digna

El trabajo como derecho humano fundamental para la vida digna

Celebrar el 10 aniversario de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decentes es una invitación a considerar la importancia de esta iniciativa que se ha extendido con relativa rapidez por algunas diócesis y empieza a aglutinar a asociaciones, parroquias, movimientos, instituciones y entidades en muchos puntos de nuestra geografía.

Viene a reconocer el trabajo hecho en todo este tiempo:  el impulso de las organizaciones que la componen, la reflexión y denuncia, los análisis compartidos, los gestos de sensibilización, las acciones emprendidas, el empeño en dar relevancia a esto que dice el papa Francisco: El gran tema es el trabajo. No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo.

En dicho empeño se ha reforzado la toma de conciencia de la situación que viven las personas trabajadoras denunciando el sufrimiento que padecen desde las injustas estructuras de nuestra sistema económico, especialmente jóvenes, mujeres y migrantes y se ha difundido el empeño por cambiar radicalmente este sistema de manera que.

  • Pongamos en el centro a las personas, especialmente las más desfavorecidas, víctimas de esta lógica de pensamiento que organiza el trabajo desde una economía que beneficia fundamentalmente a una élite.
  • Pongamos en valor el sentido del trabajo más allá del empleo y reconozcamos socialmente todos los trabajos de cuidados necesarios para la vida humana.
  • Organicemos el trabajo y el descanso, la seguridad y salud laboral de manera más humanizadora.
  • Luchemos por condiciones dignas de empleo, derechos laborales que las hagan posible y que permitan a las personas salir de la pobreza.
  •  Trabajemos en la defensa de los derechos de las personas y las familias y desvinculemos así derechos y empleo garantizando la protección social para todas las personas que lo necesiten.
  • Trabajemos por la igualdad entre hombres y mujeres y por superar la discriminación hacia jóvenes y migrantes.

“Cuidemos el trabajo para cuidar la vida de las personas trabajadoras y sus familias”

En definitiva, cuidemos el trabajo para cuidar la vida de las personas trabajadoras y sus familias de manera que puedan desarrollar sus proyectos de futuro y sea posible el desarrollo del bien común.

Este espacio de coordinación y compromiso que es la ITD ha ayudado a visibilizar el mensaje de que la economía tiene que estar al servicio del trabajo digno, que nos permite desarrollarnos como personas y nos dé la oportunidad del encuentro y la relación con los otros para colaborar en la creación. Porque el trabajo es una dimensión esencial de la vida de cada persona.

También puedes leer —  En marcha por el trabajo decente saludable

Tras estos diez años ahora toca renovar retos, ajustarlos y reorganizar tareas para dar nuevos impulsos a la iniciativa. Un compromiso que nos tiene que llevar a:

  • Dar mayor visibilidad a la iniciativa a nivel diocesano. Tenemos que seguir sumando organizaciones, llegar a más parroquias y entidades, sumar a más personas y conseguir mayor participación social; que se identifique a toda la Iglesia como promotora en la defensa del Trabajo decente.
  • Propiciar la puesta en marcha de la iniciativa en aquellas diócesis donde no existe todavía
  • Utilizar cada vez más las redes sociales, también todos los medios de comunicación, no solo eclesiales, para extender nuestra propuesta y mensajes. Participar en todos aquellos espacios en los que se reflexione sobre la realidad del trabajo en nuestras diócesis.
  • Reforzar la colaboración y el apoyo con todos los obispos para que el Trabajo Decente constituya una prioridad para la Iglesia. Insistir en caminar juntos y juntas en la defensa del trabajo decente y en la necesidad de hacerlo visible desde el apoyo institucional de la Iglesia a favor de la iniciativa y del trabajo digno
  • Profundizar en el diálogo con toda la comunidad política, sindical y social para redefinir la idea del trabajo como actividad humana, desde la necesidad de nuevas políticas que tengan a la persona trabajadora como centro y que aseguren su aportación a la construcción del bien común y al cuidado del planeta.
  • Profundizar al interior sobre cómo propiciamos en la propia Iglesia el trabajo decente.

Queda mucho por hacer. La iniciativa habrá conseguido su objetivo el día en que toda la Iglesia reconozca la centralidad del trabajo como derecho humano fundamental para la vida digna de cada persona y los cristianos seamos auténticos defensores de este principio universal.