A los 10 años del I Encuentro Mundial de Movimientos Populares: sueños que renacieron
Empiezo este relato con el recuerdo entrañable de nuestra amiga hondureña y compañera Berta Cáceres que fue asesinada por defender los derechos medioambientales y de los indígenas. Su testimonio de compromiso, en este encuentro mundial, nos conmovió y sentimos un zarpazo cuando llegó la noticia de su asesinato. Damos gracias por su vida.
El primer recuerdo fue la gran sorpresa cuando se pusieron en contacto con nosotros para participar desde la realidad del derecho a la vivienda, porque estábamos comprometidos en esta lucha desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), luchando contra los desahucios de las familias. Junto a esta gran sorpresa, hay que unirle la gran emoción que sentimos porque íbamos a participar en el I Encuentro Mundial de Movimientos Populares en la ciudad del Vaticano, sabiendo que el final de este encuentro sería con la presencia del papa Francisco. La verdad es que me costaba aceptar que esto fuera real. A esta emoción, le tengo que añadir el nerviosismo cuando, recién llegado, me dijeron que tenía que participar como ponente, ellos lo llaman panelista, para explicar nuestro compromiso con las familias que sufrían procesos de desahucio.
Encontrarse con personas de todos los continentes fue algo que nos impactó porque de una manera sencilla, cercana y directa se generó vínculos de amistad y una gran enseñanza para la vida y para la fe: En cualquier rincón del mundo hay personas organizadas en movimientos populares luchando por ese otro mundo posible, necesario y urgente y ese compromiso, en algunos lugares, suponía sufrir la persecución y la violencia. Nuestros nombres están en el corazón de cada uno de los que participamos.
Recuerdo que me encantó la dinámica del encuentro: Realizar un diagnóstico de la realidad y propuestas de lucha social desde esas cuestiones tan vitales como son el trabajo digno, la tierra y el techo, añadiendo la ecología y la dignidad de los pueblos. Se articuló con mesas redondas, talleres de trabajo desde el criterio de la participación. Todo el encuentro estaba lleno de nuestros símbolos, mensajes, vivencias, miedos por la criminalización de los movimientos populares, esperanzas, fracasos, conquistas sociales, y, todo esto unido a los cánticos, los bailes, con los lemas exclamados por todos y todas como un grito que quería llegar a todos los rincones del mundo.
Los movimientos populares invitados tenían cuatro características: Estar al lado de la gente, luchar contra las estructuras socioeconómicas que causan la pobreza, la no violencia y que los empobrecidos sean los protagonistas de su propia liberación. Lo que me llamó la atención es que la gran mayoría de estos movimientos populares eran aconfesionales, no eran católicos, de hecho, a la eucaristía de la mañana íbamos pocos. Movimientos populares con proyectos de humanización, donde la fe en Dios no entraba, habían sido invitados al Vaticano y habían aceptado. Era una ruptura con todo lo establecido.
Este encuentro se articulaba en tres mesas redondas, tierra, techo y trabajo con diversos panelistas (participantes), que expusieron sus experiencias de luchas en estos tres campos, habiendo espacios para la participación. Estas mesas redondas se complementaban con sus correspondientes talleres. Al final, se estableció tres grupos de trabajo para elaborar conclusiones finales y de ahí surgió un documento final que se entregó al papa Francisco, el cual lo aceptó y lo validó en toda su integridad.
Llegó el gran día y era ir a la ciudad del Vaticano a encontrarnos con Francisco cara a cara. Nos dijeron que fuéramos con nuestras identidades como eran banderas, camisetas, vestidos o lo que considerábamos oportuno. Ese encuentro consistía en leer nuestro comunicado, después Francisco se dirigía nosotros y nosotras y al final un saludo personal con foto y que esa foto la podíamos llevar a nuestros países para decir que el papa Francisco nos apoyaba. Era un momento especial y recuerdo que mi compañero me dijo: “No puedo creer que esto esté pasando”.
Antes de llegar al Aula Vieja del Sínodo tuvimos que recorrer parte de la Ciudad del Vaticano y ¡claro! Éramos un grupo que podemos llamar “pintoresco”, que llamaba la atención, para alegría de unos y enfado de otros. Recuerdo que un guardia suizo, que controlaba un acceso de seguridad, y le dijimos dónde íbamos expresó con una sonrisa: “Este papa es único”.
De este encuentro quiero recoger dos anécdotas. La primera anécdota fue que cuando llegamos, alguien de la Curia se dirigió a los que estábamos allí y nos dijo que el saludo personal se suprimía porque Francisco estaba muy cansado. En ese momento se produjo un silencio y una gran decepción, a pesar de que lo podíamos entender. Los organizadores dijeron que no les habían informado de ello. Cuando llego Francisco alguien le dijo lo que nos habían comunicado y llamó a quien lo había dicho, el cual se dirigió de nuevo a nosotros y nosotras y con un rostro desencajado nos dijo que el saludo personal se iba a realizar, a pesar del cansancio del papa Francisco. Todo indicaba que hubo un movimiento de alguien de la Curia para evitar esas fotos. La segunda anécdota fue que la compañera que leyó nuestro comunicado, le dijo al final que le gustaría darle un abrazo y él respondió: “Pues hazlo”. Y se produjo el abrazo.
El papa Francisco expresó su agradecimiento a todos los movimientos populares en su diversidad, por su entrega para generar una humanidad nueva. Francisco se mostró como siempre, cercano, tierno y revolucionario, porque insiste que el cambio social tiene que ser transformador y no se puede dar si no cambiamos nuestro corazón de una manera sincera y honesta. Fueron palabras de un profeta que intenta vivir lo que dice, que intenta ser coherente, de ahí su gran credibilidad, no era un discurso vacío, diplomático o para la galería, fueron palabras con vida, desde la vida y para la vida, pero una vida con trabajo, tierra, techo, cuidado de la madre naturaleza y dignidad. También tiene su sentido de humor, por ejemplo, cuando dijo que le llamaban comunista cuando él se limitaba a expresar lo que decía el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Lo dijo con un tono picarón.
También hizo referencia a que estamos viviendo la tercera guerra mundial en cuotas y cuando lo oímos nos quedamos extrañados, pero, hoy en día lo entendemos perfectamente. Dijo que “Hay sistemas económicos que para sobrevivir deben hacer la guerra” e hizo un llamado a que siguiéramos luchando por la paz.
Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, las 3T, fue recalcado en un discurso histórico, lleno de humanidad para hacerlo vida. Fue emocionante y nos interpeló, de tal manera, que llegó a lo profundo de nuestro ser y salimos de allí con un corazón subversivo para poner nuestro grano de arena para cambiar este mundo y desterrar al dios dinero y que las personas sean lo primero.
Fue muy especial el momento del saludo personal. Recuerdo que a medida que me acercaba a Francisco las piernas me flaqueaban. Llegó el momento del saludo y una pequeña conversación donde brotó la sonrisa y le agradecí su vida porque era esperanza y él dijo que siguiera luchando.
Son muchos recuerdos y enseñanzas que se me quedan en el tintero, pero, quiero terminar con esta afirmación: Desde los movimientos populares decimos que no es cierto que no se pueda hacer nada, porque queda mucho por hacer y transformar. Queremos vivir desde cuatros verbos: sensibilizar, concienciar, movilizar para transformar, porque la vida nos importa y no estamos dispuestos a dejar nuestro presente y futuro en manos de gente sin ética, cruel que se consideran dueños de la vida y de la muerte.
Seguimos luchando porque nuestros sueños renacen y ese Encuentro Mundial de Movimientos Populares provocó que nuestros sueños de utopía renacieran de nuevo.
Consiliario de la HOAC de Murcia. Militante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y de la Asociación Amigos de Ritsona de apoyo a personas refugiadas. Autor del blog Sembrando sueños, construyendo humanidad