Caminando junto a las víctimas del sistema, construyendo procesos de humanización
Llum Mascaray, de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Barcelona, presenta el primer panel de los cursos de verano que aborda experiencias de compromiso militante hoacista en la lucha por el derecho a la vivienda y en el ámbito sindical.
Toni Martínez Santamaría, trabajador jubilado de artes gráficas, lleva desde el 15M en un Punto de Información de Vivienda y Encuentro (PIVE) de Sevilla, desde el que acompaña la vida de muchas personas vulneradas en su derecho a la vivienda. La mayoría de protagonistas de estas tragedias son mujeres con criaturas a cargo, marcadas por la violencia machista. “Se sienten aplastadas, paralizadas, pequeñas ante bancos y propietarios que se amparan en una normativa injusta que no tiene en cuenta las situaciones de la gente”.
No les importa la vida de Ismail, de 28 años, que llegó en patera a Canarias hace un año y tras deambular por Cataluña y Galicia, aterrizó hace un mes en Sevilla. Si tiene suerte, por la mañana le recoge una furgoneta para llevarlo al campo a coger sandías y así poder pagar una cama. Otros días duerme en la calle. Tampoco la de su compatriota marroquí Rashida, desahuciada con su marido y sus tres niños pequeños que ahora tiene que compartir con otra familia una vivienda social. No solo no les importa, sino que presionan a personas como Isabel y sus dos hijos para echarlas de la casa en la que viven desde hace 20 años y construir apartamentos turísticos.
Martínez Santamaría vive su compromiso como un regalo. “Esas vidas pisoteadas, desgarradas, de gente sin futuro, te llegan a lo más hondo. Intento cuidarlas, singularizar su situación, que recuperen su humanidad y descubrirles lo comunitario. Sigo con cada una de ellas un proceso de formación y acompañamiento que las haga protagonistas en la resolución de los problemas”, ha manifestado. Entre los principales retos, ha destacado la necesidad de que descubran que todo lo que les ocurre forma parte de un contexto sociopolítico que mantiene esa injusticia, “que no es su culpa”. En su quehacer se plantea facilitar y no entorpecer la acción de Dios. Parafraseando al papa Francisco, “quien acompaña no sustituye al Señor, no hace el trabajo en lugar del acompañado, sino que camina a su lado, le anima a leer lo que se mueve en su corazón”.
José Torralvo, que ha pasado por diferentes sectores laborales lleva los últimos 25 años en el servicio de limpieza de Plasencia, donde ha sido representante de Comisiones Obreras (CCOO). Tras su experiencia de conversión, ya no ha podido desligar su parte sindical de la cristiana. Desde el Sector de precariedad y exclusión de la HOAC acompaña la realidad de muchas familias de dos barrios marginales de la localidad. Situaciones de personas mayoritariamente sin cualificación, en desempleo o con trabajos inestables con los que no llegan a fin de mes, alojadas en viviendas sociales.
“Personas a las que hemos tenido que comprar botellas de butano o medicamentos porque tenían enfermedades crónicas y no los podían pagar. Que han caído en depresión, alcoholismo o ludopatía. Estigmatizadas a la hora de encontrar un empleo decente por vivir en una barriada marginal. Aisladas de cualquier forma de participación social”, explica Torralvo. Desde la parroquia han implicado a profesionales de la abogacía, la psicología, el trabajo social o el sindicalismo para ofrecerles todo tipo de asistencia. “Ante esta realidad vuelvo muchas veces al evangelio de Lucas del camino de Emaús, que me lleva a descubrir la necesidad de salir al encuentro, desde la paciencia y la escucha, para quedarnos con ellos y ellas a vivir experiencias de presencia”, ha relatado.
En su militancia sindical vive esta realidad con compromiso y solidaridad, a la vez que desde la contradicción de que CCOO no sea capaz de llegar a estos colectivos. Salvo casos excepcionales, las personas más vulnerables no se acercan al sindicato. “En la época en la que estaba en la dirección, me he preocupado de que se atendiera a todo el mundo, aunque no se afiliara”. Recuerda muchos casos, como el de Rosa, peruana interna con 1 hora libre al día, a la que asesoró en sus derechos y la despidieron acusándola falsamente de robar y maltratar a la persona mayor que cuidaba. Aun así, “sigo creyendo que los sindicatos son la herramienta más útil para transformar el mundo del trabajo”.
Álbum de fotografías
Vía Susana Castrillejo y Yeli
Periodista
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