Una carta de amor
Aquel día, el equipo parroquial de pastoral obrera (EPPO) tomó la decisión de ver la película La carta. Ninguna persona quedó indiferente tras la proyección. Algunas no sabían que el papa Francisco había escrito en 2015 una carta de amor tan impresionante. Una carta sobre el cuidado de la casa común. El EPPO toma otra decisión: seguir profundizando sobre el contenido de Laudato si’.
Pero, ante la dureza de corazón de nuestro mundo, en octubre de 2023, el Papa vuelve a insistir con una exhortación apostólica sobre la crisis climática (Laudate Deum). El equipo no puede hacer oídos sordos. Dios a través de su Iglesia nos habla claro y, también, a gritos, a través del maltrato a la Tierra y del sufrimiento de los empobrecidos.
Las personas del EPPO se han puesto en contacto con el director del Secretariado diocesano para el Cuidado de la Creación. Y es que, para ellos, el trabajo que es relación debe estar atravesado por el cuidado. Un trabajo humano que cuide de las personas que lo llevan a cabo, de la sociedad y de la casa común. Cuidar el trabajo es cuidar la vida en todas sus dimensiones y es expresión de la caridad. Ellos y ellas experimentan que tiene que ver con sus estilos de vida, sus relaciones cotidianas y las estructuras en las que viven. Esta preocupación intentan impregnarla en toda la parroquia. Y es que una carta de amor, nunca nos puede dejar indiferentes.
Ora et labora
Mientras las graves heridas de la Tierra y de la humanidad sufriente nos están indicando que necesitamos cambiar el rumbo de la historia, nos obstinamos en seguir como si no pasara nada. Más aún, seguimos empeñados en destruirnos y destruir nuestra casa común.
Pero no perdemos la esperanza, «…nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia» (2 Pedro, 3:13). Dios nos quiere colaboradores con Él en esa tarea. Los cristianos y las cristianas no podemos hacer oídos sordos a la llamada de Dios. La gran dificultad es que nuestra respuesta requiere una profunda conversión, porque esta economía que mata y destruye, esta manera de organizar el mundo, también nos tiene seducidos. Muchas veces, de manera inconsciente, nuestras aspiraciones, deseos y prácticas contribuyen a alimentar este sistema perverso y caníbal.
Párate a reflexionar cómo transformar esta realidad y cómo deconstruirte como pieza de este engranaje de muerte para comenzar a construirte como verdadero hijo e hija de Dios y seguidor de Cristo. ¿Qué podemos incorporar a nuestra existencia y compromiso para, junto a otras personas, desarrollar experiencias alternativas de vida y de futuro que cuiden la casa común y a nuestros hermanos y hermanas, especialmente, más empobrecidos? Hechos son amores y no buenas razones.
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Artículo publicado originalmente en la revista ¡Tú!