No hay presupuestos del Estado para este año
Tenía un profesor en la facultad de Economía (Víctor Fuentes) que miraba los Presupuestos Generales del Estado con detalle. Cada vez que salían los estudiaba de cabo a rabo.
En aquellos momentos, las transparencias eran una tecnología incipiente que algunos traían con su máquina al aula. Pero nuestro profesor seguía utilizando el sistema tradicional y nos llenaba la pizarra de datos, de números y estadísticas. Aquellos encerados infinitos que cubrían toda la parte frontal de unas aulas preparadas para acoger más de cien alumnos (ahora, con Bolonia esto parece una barbaridad) se llenaban de cifras, porcentajes y palabras, que copiábamos con afán sabiendo que la gran cantidad de alumnos que había en el aula no nos iba a impedir asimilar los conocimientos que nos transmitían con oficio y devoción nuestros maestros.
¿Por qué analizaba con ese detalle los presupuestos hasta en su partida más pequeña? Porque tenía claro que la ejecución de las políticas públicas se concreta, de una manera efectiva, en la cantidad de gasto que el Gobierno prevé para ellas. Dicho de una manera más sencilla: las prioridades verdaderas no están en el discurso de los políticos, sino en el presupuesto, en la asignación monetaria real que se hace a cada política y cómo se va a gastar. Por ello nos insistía tanto en revisar hasta la última partida. Un Gobierno puede decir que va a hacer una cosa u otra, que va a tener una prioridad u otra, pero si esto no se plasma en una partida presupuestaria bien dotada, sus promesas quedan en buenas palabras e intenciones, pero sin asignación presupuestaria o con una cuantía insuficiente, no tendrán posibilidad de alcanzar el efecto deseado. La verdadera política, es la de los números, la de la asignación presupuestaria para poner los recursos en aquello que se cree más importante.
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Profesor de Economía