La pastoral con personas migradas actualiza las respuestas a los desafíos de la movilidad humana

La pastoral con personas migradas actualiza las respuestas a los desafíos de la movilidad humana
Las XLIII Jornadas de delegados y Agentes de Pastoral con Personas Migradas de la Iglesia de España, en las que se dieron cita más de 100 personas de 44 diócesis, concluyeron con un llamamiento a “mejorar actitudes y herramientas que cuiden la acogida y participación de quienes van llegando, y de este modo contribuir eclesialmente a discernir la conveniencia de un nuevo ministerio laical de la acogida”.

Las reflexiones, debates y comunicaciones celebradas en la última semana del mes de abril con la participación del obispo de Mondoñedo-Ferrol, presidente de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad humana, Fernando García Cadiñanos, han servido para “identificar brechas y retos que dificultan la acogida e integración de los migrantes” y compartir algunas de las “respuestas concretas a estos desafíos” que ya están poniendo en práctica en algunas diócesis y otras que proponen personas expertas.

Entre sus propuestas, de cara a la promoción de comunidades acogedoras y misioneras, esta área pastoral de la Iglesia apuesta por explorar sinergias a partir de “la escucha y la participación” y “reforzar el acompañamiento integral y espiritual de las personas y familias migradas, cuidando especialmente los vínculos con quienes estén más solas”.

Asumiendo el papel activo de las comunidades, la Iglesia española quiere seguir promoviendo “cultura y modelos de hospitalidad y estructuras de acogida urgente, temporal y estable”, incluso apelando a particulares, vida consagrada y diócesis, para “ofrecer espacios habitacionales o inmuebles que puedan disponerse al servicio de estos proyectos o estructuras de acogida y hospitalidad”.

Además, quiere “contribuir a identificar en la Iglesia y la sociedad los beneficios de la interculturalidad, fomentando cercanía, escucha activa, desmontando rumores falsos y estereotipos, generando espacios de reconciliación frente a la polarización o las narrativas violentas; prestando atención a la situación de los jóvenes y adolescentes en el ámbito familiar, parroquial, escolar, de ocio, etc”.

Otras muchas líneas de acción, como no puede ser de otro modo, en realidad, son continuación de las ya puestas en marcha, como la propuesta de seguir celebrando, incluso de invitar a las diócesis donde todavía no se desarrollan, los “círculos de silencio” como protesta silenciosa ante vulneraciones de derechos tales como la falta de empadronamiento, la falta de citas para asilo, las dificultades de alquiler y acceso a vivienda digna, la situación en los Centros de Internamiento de Extranjero, la explotación laboral y el racismo.

Evidentemente, después de que la Iglesia española se implicara activamente para que la Iniciativa Legislativa Popular por la regularización extraordinaria de migrantes fuera tomada en consideración en el parlamento, esta pastoral se compromete a estar vigilante durante las fases legislativas, con el fin de “alcanzar el objetivo planteado que consideramos coherente con el Evangelio y la Enseñanza Social de Iglesia, por razones de justicia, dignidad, calidad democrática y bien común”.

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Para ganar en eficacia organizativa, se plantea potenciar “las mesas diocesanas de coordinación, la cultura del trabajo en red y por proyectos en la diócesis o entre diócesis a través de los proyectos del Departamento”, pero también aglutinar algunas diócesis concernidas por “la despoblación con el objetivo de presentarles los objetivos de la Mesa del Mundo Rural como posible proyecto diocesano con las características que ellas mismas determinen”, llamando a identificar “referentes diocesanos” que puedan incorporarse a la reflexión como el Movimiento Rural de Acción Católica o Cáritas.

Igualmente, pensando en la realidad de las redes sociales, propone “trabajar las sinergias y herramientas” que contribuyan a conectar y compartir información, sensibilización y buenas prácticas de las delegaciones… Finalmente, asume la colaboración, en la medida de las posibilidades con “el gesto solidario jubilar de la Conferencia Episcopal Española para el Jubileo 2025 centrado en la atención a mujeres víctimas y supervivientes de la trata de personas”.

Denuncias de vulneración de derechos

Entre las denuncias, la Pastoral con Personas Migrantes destaca las dificultades en el empadronamiento, con las graves consecuencias que acarrea en ámbitos como la enseñanza, a la sanidad y a los recursos sociales, por lo que recuerda a los ayuntamientos “la obligación legal de inscribir a los vecinos que realmente viven en el domicilio”.

También critica el retraso en la obtención de citas para solicitar y renovar asilo, algo que “contribuye a las mafias de compraventa de citas y dejan a las personas totalmente desprotegidas y desamparadas, sin poder acceder al sistema de acogida ni a otros recursos”

Además, insta a la “sociedad civil y a los católicos propietarios de vivienda de alquiler, a romper con estereotipos racistas que discriminan a las personas migradas para facilitar el acceso al alquiler de vivienda digna y el empadronamiento” y recuerda a “empresarios, empleadores, trabajadores, arrendatarios y arrendadores nativos o de origen extranjero, especialmente a quienes profesan la fe católica, que los criterios morales de la Iglesia custodios de la dignidad toda vida humana y el bien común no permiten prácticas de explotación y lucro a costa de la vulnerabilidad o de la situación administrativa de las personas”, como tampoco, continúa, “normalizar abusos que se puedan cometer” en el ámbito de los cuidados cuando se recurre a trabajadoras de hogar y cuidados.