Colectivos canarios convocan huelga de hambre y protestas contra la explotación turística 

Colectivos canarios convocan huelga de hambre y protestas contra la explotación turística 
Foto | planetacanario.com
El turismo en Canarias, el ya histórico y actual monocultivo de producción isleño, está produciendo en la sociedad un debate abierto desde hace tiempo sobre sus límites y  sus alternativas. En periodos electorales y durante la gestión gubernamental ante los balances anuales tildados de récord, cada vez más grupos políticos, sindicales y  sociales se cuestionan si tal tipo de producción y consumo es sostenible en un territorio pequeño y fragmentado.

Dos datos: la población en Canarias se sitúa sobre los 2.236.013 habitantes y durante el año pasado recibió casi 14 millones de turistas, seis veces y medio más que su población. Cerca 20 millones de euros es la cifra que estima el gobierno de Canarias que ha generado el gasto turístico durante 2023, un 35% de la economía insular, aunque muchos beneficios no se reinvierten en las islas.

Cada vez hay más voces que claman un debate serio sobre una moratoria turística. El Parlamento canario abordó el año pasado el asunto y lo sigue teniendo pendiente para profundizar. Así recientemente ha surgido un movimiento transversal en Tenerife denominado “Canarias se agota“, que cuenta con simpatizantes en el resto de las Islas. En dicha isla “alternativas de movimientos sociales nos hemos subido a grúas y a palas,  hemos paralizado obras por la vía legal, nos hemos manifestado, publicado estudios y llevado las protestas a distintas instituciones y, aún así, no se nos escucha”, expresó ayer en rueda de prensa el portavoz de Canarias se agota, Víctor Martín.

Para tal colectivo, “mientras la élite económica celebra un crecimiento del PIB del 3,9%, la realidad de las personas residentes es bien distinta: cortes de agua, vivienda inaccesible, salarios de miseria, pobreza galopante y un medioambiente al borde del colapso. El culpable principal de esta situación es el monocultivo turístico, un modelo depredador que exprime los recursos naturales, destruye el territorio y deteriora la calidad de vida de la población local”.

Según dicho movimiento “la única solución es un cambio en el modelo productivo. Para ello, hay que detener ya el crecimiento turístico en nuestro territorio”. Exigen “moratoria turística y suspensión cautelar de todos los macroproyectos turísticos en marcha; la paralización definitiva de las obras del Hotel de La Tejita; y la suspensión del reinicio de las obras ilegales de Cuna del Alma”. De lo contrario advierten al Gobierno canario de CC y PP con una huelga de hambre el 12 de abril si no se sientan a dialogar y protestas en todas las islas el 20.

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¿Turismofobia?

“Canarias se agota y por ello llegamos a esta situación extrema en la que ponemos en juego nuestros cuerpos y nuestras vidas para defender el presente y el futuro de las islas”, manifiestan. Respecto a si su postura se puede calificar de turismofobia, Isidora Mesa expresa que los colectivos convocantes de las manifestaciones “no somos turismófobos, no somos generadores de odio. De eso se encargan nuestros gobiernos de no cumplir con a legislación y de llevar el pueblo al límite”.

Al respecto, el presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, ha dicho que se convive en una sociedad en la que “todos tienen que opinar”, y que está dispuesto a tener ese debate, pero no comparte “que se tengan tintes de turismofobia, porque se está jugando con la principal fuente de riqueza y empleo en esta tierra”.

Pese a la insistencia de Clavijo en señalar que las protestas del 20 de abril son contra el turismo, los colectivos convocantes insisten en que quieren reivindicar un cambio de modelo de desarrollo en favor de uno más respetuoso con el medio ambiente y la población, con un mayor reparto de la riqueza y que ponga límites a la industria turística, una moratoria turística, una tasa turística, limitación a la compra de viviendas por parte de extranjeros y más vigilancia y protección en los espacios naturales de las islas.

De suyo ya hace 23 años se abordó tal problemática. El Gobierno de Canarias tomó en 2001, cuando Román Rodríguez (Nueva Canarias) estaba al frente del Archipiélago, la decisión de aprobar una moratoria turística, apoyada por unanimidad en el Parlamento.

A partir de ahí se limitó la construcción de nuevas infraestructuras como hoteles o apartamentos porque las Islas necesitaban un respiro. Muchos empresarios vieron cómo varios de sus terrenos pasaron de ser urbanizables para uso turístico a suelo rústico.

Las moratorias constituyen estrategias e instrumentos utilizados por las políticas públicas para plantear el control y limitación, cuantitativa, cualitativa y temporal, del crecimiento de la oferta de alojamiento turístico. Habitualmente se justifican por la necesidad de corregir los fallos de mercado e incorporar criterios de racionalidad al desarrollo territorial del turismo desde planteamientos vinculados con la sostenibilidad.