Organizaciones por la paz proponen dedicar el gasto militar a un “dividendo climático”

Organizaciones por la paz proponen dedicar el gasto militar a un “dividendo climático”
Aumentar el gasto militar al 2% del PIB de los países miembros de la OTAN supondrá desviar millones de financiación para la adaptación climática y aumentar las emisiones de los gases invernaderos, según un estudio de varias entidades de investigación por la paz que proponen crear “un dividendo climático”

De modo similar al “dividendo de la paz” que se consiguió con el fin de la Guerra Fría, el informe de varias entidades de investigación por la paz propone reducir la inversión militar para captar financiación con la que hacer frente al cambio climático.

“La guerra es un acto de negacionismo climático”, afirma Nnimmo Bassey, ex presidente de Friends of the Earth Internaciona (Fundación Internacional Amigos de la Tierra) y director de la Health of Mother Earth Foundation, (Fundación La salud de la madre Tierra), quien en el prólogo del informe escribe que “se nos acaba el tiempo para abordar la crisis climática, pero los líderes políticos del mundo están más centrados en armarse hasta los dientes que en priorizar la acción climática”.

El informe “El clima bajo fuego cruzado. Cómo el objetivo del 2% de gasto militar de la OTAN contribuye al colapso climático”, elaborado por Transnational Institute (Instituto Transnacional), junto con el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, Stop Wapenhandel (Stop comercio de armas de Países Bajos) y Tipping Point North South (Punto de inflexión Norte Sur de Reino Unido), estima que con el gasto militar de la OTAN de este año (1,26 billones de dólares) se podría costear durante 12 años la promesa de dedicar 100.000 millones de dólares anuales de financiación climática.

El gasto comprometido por los países de la OTAN hasta 2028 equivale a unos 2,57 billones de dólares cantidad suficiente para financiar los costes para la adaptación climática de todos los países de ingreso bajo y medio durante siete años.

Pero es que, además, la huella de carbono militar estimada por el gasto de la OTAN ronda este año los 205 millones de toneladas de CO₂, cuantía similar a las emisiones totales anuales de gases de efecto invernadero de muchos países.

El gasto militar mundial en 2022 alcanzó niveles récord de 2,24 billones de dólares, a consecuencia de la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia, con lo que el mundo corre el riesgo que la decisión de los países integrados en la OTAN acelere la carrera armamentística.

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Ya en 2021, antes de fijar el objetivo del 2% del PIB, el gasto militar de la OTAN fue más de 16 veces superior al de Rusia y sus aliados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que comprende Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.

El cierto que Rusia ha aumentado su gasto militar a una cifra proyectada de 102.000 millones de dólares en 2023, sin embargo, todavía sería menos de una duodécima parte del gasto conjunto de la OTAN.

Además, los miembros de la OTAN exportan armas a 39 de los 40 países más vulnerables al clima, alimentando el conflicto y la represión en un momento peligroso de colapso climático.

Un informe del año pasado reveló que las naciones más ricas (conocidas como países del “Anexo 2” en las negociaciones climáticas de la ONU) están gastando 30 veces más en financiación militar que en financiación climática.

“Necesitamos urgentemente reducir las tensiones y encontrar soluciones pacíficas a los conflictos si queremos defender nuestro planeta. No puede haber un país seguro en un planeta inseguro”, apunta el autor del informe, Nick Buxton del Transnational Institute.

Ho-Chih Lin y Deborah Burton de Tipping Point North South, autoras también del informe, afirman que “la cruda realidad que enfrentan los políticos es que para hacer más verde el ejército, necesitamos reducir significativamente el gasto militar y esto requerirá un nuevo enfoque de la seguridad, uno dirigido a construir diplomacia, paz y resiliencia climática en lugar de a la guerra”.

Finalmente, la coeditora del informe, Wendela de Vries de StopWapenhandel, denuncia que “mientras el planeta alcanza un punto de inflexión climático, es una locura que estemos invirtiendo en enriquecer aún más a los fabricantes de armas, en lugar de proteger a aquellos cuyas vidas están siendo devastadas por el colapso climático”.