Francisco responde a cinco cardenales que expresaron sus preocupaciones sobre el próximo sínodo
El papa Francisco defiende, en respuesta a un comunicado de cinco cardenales más tradicionalistas, que “la Iglesia debe ser humilde” y que “necesita crecer” en la comprensión de “la insondable riqueza” de los contenidos del mensaje cristiano.
El Vaticano ha hecho públicas las respuestas del pontífice a las aclaraciones solicitadas por cinco cardenales que han difundido a través del periódico National Catholic Register sus preocupaciones sobre aspectos doctrinales que se abordarán en el próximo sínodo.
De este modo, el Papa ha querido dejar clara su postura en aspectos que desde sectores más tradicionalistas consideran conflictivos, como las uniones de personas del mismo sexo, la ordenación sacerdotal de mujeres o la propia sinodalidad.
Los cardenales Walter Brandmüller (Alemania), Raymond Leo Burke (Estados Unidos), Juan Sandoval Íñiguez (México), Robert Sarah (Guinea) y Joseph Zen Ze-kiun (China), asociados a tendencias conservadoras, han adelantado sus posiciones al publicar sus “notificaciones a los fieles” en el diario estadounidense.
Según la información difundida, ya enviaron el pasado 10 de julio una carta al pontífice que Francisco respondió al día siguiente. Pero al no estar conformes con la respuesta ni el procedimiento, enviaron una nueva misiva reformulando sus dudas el pasado 21 de agosto, que no ha sido contestad por el momento.
El sitio web del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha publicado las preguntas de los cardenales y las respuestas del Papa, que han sido también difundidas a través de Vatican news
El papa Francisco, en respuesta a las preguntas de los cardenales, ha pedido aplicar la “caridad pastoral” ante las uniones de personas del mismo sexo, aunque reafirma que la Iglesia entiende el matrimonio como “una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos”.
También ha reconocido que “será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado sólo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia”, mientras no se comprenda bien la función sacerdotal.
Además, pide reconocer que “aún no se ha desarrollado exhaustivamente una doctrina clara y autoritativa acerca de la naturaleza exacta de una ‘declaración definitiva'”, en referencia a la afirmación de san Juan Pablo II sobre “la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”.
Igualmente, el santo padre afirma que el arrepentimiento es necesario para la absolución de los pecados, pero avisa de que “hay muchas formas de expresar arrepentimiento”, y que el mero hecho de acercarse a la confesión “es una expresión simbólica” del mismo.
En cuanto al carácter sinodal de la Iglesia, Francisco responde que “la sinodalidad, como estilo y dinamismo, es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia”, si bien puntualiza que “otra cosa es sacralizar o imponer una determinada metodología sinodal que agrada a un grupo, convertirla en norma y cauce obligatorio para todos, porque esto sólo llevaría a ‘congelar’ el camino sinodal ignorando las diversas características de las distintas Iglesias particulares y la variada riqueza de la Iglesia universal”.
Sobre la Revelación Divina, que es la primera pregunta respondida en el documento, el papa Francisco establece que es válido expresar que esta se debe “interpretar mejor”. “Si bien es cierto que la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que ella nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión”, dice Francisco.
Es más, afirma que “los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más”, lo que puede llevar “a una mejor expresión de algunas afirmaciones pasadas del Magisterio”, como de hecho, matiza, ha sucedido así a lo largo de la historia, citando el ejemplo de la esclavitud y las mujeres.
También afirma que “el Magisterio no es superior a la Palabra de Dios”, pero añade que “también es verdad que tanto los textos de las Escrituras como los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su substancia perenne de los condicionamientos culturales”.
Además, explicita que “la Iglesia debe discernir constantemente entre aquello que es esencial para la salvación y aquello que es secundario o está conectado menos directamente con este objetivo” y que “una sola formulación de una verdad nunca podrá entenderse de un modo adecuado si se la presenta solitaria, aislada del rico y armonioso contexto de toda la Revelación”.
Redactor jefe de Noticias Obreras
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