Francisco: El amor de Dios y el compromiso de cuidar al prójimo no pueden separarse
“Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado grave que corroe la fraternidad y devasta la sociedad”, ha denunciado.
Concluye la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad con una misa presidida por el papa Francisco, en la que ha resaltado la importancia de amar a Dios y al prójimo.
En su intervención, Francisco ha destacado dos verbos clave: adorar y servir. El primer verbo, adorar, representa la respuesta al amor sorprendente y gratuito de Dios. La adoración, según el Papa, es esencial en la Iglesia y debe ser una parte central de la vida de los creyentes. Adorar a Dios significa reconocer que Él es el Señor y que nuestras vidas dependen de Su amor.
El Papa ha advertido contra las idolatrías, ya sean de naturaleza mundana o espiritual. Y ha instado a los creyentes a luchar contra cualquier forma de idolatría y a mantener a Dios en el centro de sus vidas. La adoración, según el Papa, nos lleva a reconocer la libertad que proviene de Dios y a rechazar los ídolos que nos esclavizan.
El segundo verbo, servir, implica amar al prójimo con el mismo amor con el que amamos a Dios. El Papa ha enfatizado que el amor de Dios y el compromiso de cuidar al prójimo no pueden separarse. Una verdadera experiencia religiosa, según el Papa, debe responder al clamor del mundo y comprometerse con el servicio a los necesitados.
El papa Francisco ha recordado a las víctimas de la guerra, a los migrantes, los solitarios, los pobres y los descartados, instando a los creyentes a ser una Iglesia que sirve a todos.
“Pienso en los que son víctimas de las atrocidades de la guerra; en los sufrimientos de los migrantes; en el dolor escondido de quienes se encuentran solos y en condiciones de pobreza; en quienes están aplastados por el peso de la vida; en quienes no tienen más lágrimas, en quienes no tienen voz. Y pienso en cuántas veces, detrás de hermosas palabras y persuasivas promesas, se fomentan formas de explotación o no se hace nada para impedirlas. Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado grave que corroe la fraternidad y devasta la sociedad. Nosotros, discípulos de Jesús, queremos llevar al mundo otro fermento, el del Evangelio. Dios en el centro y junto a Él aquellos que Él prefiere, los pobres y los débiles”.
La Iglesia, en su visión, debe ser un puerto de misericordia que acoge, sirve, ama y perdona a todos, sin juzgar ni exigir un “expediente de buena conducta”.
Finalmente, el Papa ha concluido su discurso expresando su gratitud a los participantes en el sínodo y ha subrayado la importancia de una Iglesia sinodal y misionera que busca adorar a Dios y servir a la humanidad con el mensaje del Evangelio.
“Gracias por el camino que hemos hecho juntos, por la escucha y por el diálogo. Y al agradecerles quisiera expresarles un deseo para todos nosotros: que podamos crecer en la adoración a Dios y en el servicio al prójimo. Adorar y servir. Que el Señor nos acompañe. Y adelante, ¡con alegría!”, ha concluido.
Redacción de Noticias Obreras.