Reflexiones post #28M
El viernes se hacían definitivos los resultados de las elecciones del domingo 28 de mayo con la resolución de los votos impugnados y el recuento de los votos que se ejercieron desde el extranjero. En Alicante hemos obtenido la representación de un concejal, con un resultado muy ajustado.
Pasado el impacto de los primeros días tras las elecciones, me atrevo a realizar algunas reflexiones ahora que me esperan cuatro años por delante de trabajo municipal desde la oposición.
La primera, es difícil de comprender que personas trabajadoras, que han visto como se ha gestionado una crisis tremenda sin recortes y con aumento de sus derechos laborales: reforma laboral, pensiones, salarios mínimos y coberturas sociales, voten en contra de sus intereses de clase a aquellos partidos que se han opuesto a estas medidas y que, cuando han gestionado otras crisis, tomaron el camino contrario: defender a los poderosos a costa del esfuerzo de la gran mayoría.
Es difícil comprender, pero es igual de absurdo echarle la culpa a la gente, decir que han votado mal, que son incultos y que se merecen lo que les venga encima. Hay que analizar las razones por las que eso pasa y tratar de trabajar para corregirlo en el futuro, pero no podemos estar en una burbuja pensando que todo lo hacemos bien y echar la culpa a quién no nos vota.
En segundo lugar, ya no estamos en una época en la que un solo partido pueda levantar en exclusiva la bandera de la izquierda y pensar que toda la sociedad movilizada va a ir detrás. Las llamadas a la unidad de las fuerzas de izquierda no son un mantra vacío que deba ser repetido para quedar bien. Hay una pluralidad de sensibilidades a la izquierda del partido socialista que exige un esfuerzo y unas renuncias por parte de todos y todas para presentar en las contiendas electorales un frente único que aglutine a la mayor parte de personas posibles.
Y eso hay que hacerlo con inteligencia, sin estridencias, sin querer demostrar a cada momento que en ese 5% que me diferencia de el de al lado yo llevo razón y sin ventilar todas nuestras diferencias en público. Somos plurales, somos diferentes y tenemos objetivos mayormente comunes, por lo que tenemos que trabajar para hacer ver que nuestra lucha vaya en la misma línea y que eso se refleje en candidaturas conjuntas que generen ilusión y no desconfianza entre nosotros y nosotras.
En tercer lugar, las elecciones son muy importantes, deciden gobiernos y representación en los distintos gobiernos, pero la izquierda debe tener claro que no es lo único que nos interesa. Fortalecer las organizaciones de clase, estar presente en los movimientos sociales y lograr tener una sociedad movilizada en defensa de los intereses de las clases más desfavorecidas es, como mínimo, igual de importante que las contiendas electorales. De hecho, es en los lugares en los que las organizaciones están más fuertes donde se obtienen mejores resultados electorales. En un escenario de baja movilización, y con las organizaciones políticas de izquierda bajo mínimos, es imposible sacar buenos resultados electorales. El trabajador o trabajadora necesita de un ambiente de lucha, de debate y de impugnación de un sistema pensado únicamente para que los de siempre sigan teniendo privilegios. Solo ese ambiente puede compensar los mensajes conservadores que reciben a todas horas de medios de comunicación que responden únicamente a los intereses de sus grandes accionistas.
En cuarto lugar, formar parte de gobiernos tiene que servir para lograr arrancar las medidas más justas posibles para los que más lo necesitan, pero eso no debe nunca hacernos olvidar que nuestra presencia en las instituciones no es un objetivo en sí mismo, sino que tiene que ser un altavoz que impulse movilizaciones que permitan que se pueda llegar más lejos en las políticas que se realizan. Pero el objetivo a medio y largo plazo es lograr un sistema más justo e igualitario, en el que no existan privilegios de clase y todo el mundo tengamos las mismas oportunidades.
En mi caso, desde la oposición en un ayuntamiento importante va a suponer intentar realizar una labor de pedagogía aprovechando el altavoz que los votos recibidos nos han dado.
Y por último, tengamos claro las prioridades, nuestros objetivos principales deben ser luchar por el bienestar material de las clases más desfavorecidas, por sus derechos laborales, por sus salarios, por el control de precios, por unos servicios públicos que cubran las necesidades de todos y todas, por garantizar el acceso a la vivienda. Claro que hay otras luchas que son importantes y debemos encabezar, pero no perdamos de vista lo que verdaderamente supone la espina dorsal de este sistema injusto del que parten todas las desigualdades existentes.
En definitiva, que pasados estos días, y sin tiempo de lamerse las heridas, toca arremangarse de nuevo y seguir trabajando por la justicia social, sin sectarismos y con las ideas claras, reforzando a las organizaciones populares y alentando la movilización, animando a quienes están desanimados y convenciendo a quienes tienen dudas, y asumiendo el reto de las elecciones del 23 de julio, que es muy duro lo que puede venir y que no vamos a rendirnos ante los terribles ataques que están preparando contra las clases populares.
Unidos en SUMAR sin que nadie pierda su identidad, con propuestas valientes encaminadas a cambiar este sistema y con orgullo de clase que nos permita hacer frente a todos los medios propagandísticos que solo sirven al capital y sus dueños.
Otra política es posible
Desde el Evangelio somos muchas personas convencidas de que sí es posible construir otra vida social y otra política que haga posible que la persona sea lo primero. Pero eso supone orientar nuestras vidas, personal y socialmente, y la actividad política desde la comunión, desde las necesidades de las familias más empobrecidas.
Para salir de la situación actual en que nos encontramos, necesitamos otra orientación de la economía, la política y nuestra propia manera de vivir. Entendemos que la fraternidad debe presidir toda la construcción de la vida social: familia, empresa, finanzas, política, acción sindical…
El auge de mesianismos racistas y ultranacionalistas, así como nuevas forma de exclusión que deterioran la vida de personas migrantes o de mayores que parecen triunfar, deben abordarse haciendo frente a nivel cultural, y eso conlleva tiempo y procesos de cambio que no se dan a corto plazo.
Las próximas elecciones del 23 de julio traerán un futuro digno y una sociedad decente si los trabajadores y trabajadoras dejan de votar a quienes les desprecian, si dejan de votar por sentimientos irracionales y valoran las medidas que se han tomado que sí benefician a las condiciones materiales de su vida y sus condiciones de trabajo.
¡Aquí no se rinde nadie! ¡Es mucho lo que está en juego!
Portavoz del Grupo municipal Esquerra Unida-Podem
en el Ayuntamiento de Alicante.
Cantautor. Militante de la HOAC de Alicante.