Margarita Ramos: “Cualquier política no puede ser ajena al anhelo de conseguir la paz”

Margarita Ramos: “Cualquier política no puede ser ajena al anhelo de conseguir la paz”
Margarita Ramos, catedrática de Derecho del Trabajo de la Universidad de La Laguna, dará este martes 25, a las 19:30 horas, la conferencia La arquitectura y la artesanía de la paz, en la Escuela de Formación Sociopolítica y Fe Cristiana, en la Casa de la Iglesia de la Diócesis de Canarias, pudiéndose seguir también a través de la plataforma Zoom.

Partiendo de la encíclica Fratelli tutti, la ponente insiste “en que trabajemos juntos aceptando que hay opiniones distintas, enfoques diferentes, diversidad de culturas y expresiones, porque esa diversidad en el fondo nos enriquece”.

¿Qué líneas va a desarrollar en su ponencia?

Desarrollo el discurso que fundamentalmente mantiene el papa Francisco con la encíclica Fratelli tutti sobre la paz en el mundo, en los entornos más cercanos donde vivimos, la paz a nivel personal, y cómo el compromiso cristiano tiene que ver mucho con la construcción de la paz. La idea de fraternidad universal, la idea de justicia en el mundo y justicia social, o la idea de igualdad están intrínsicamente relacionadas con la paz.

¿Quiénes se plantean la arquitectura tienen en cuenta la construcción de la paz?

Esta dicotomía que establece la encíclica Fratelli tutti en la arquitectura y la artesanía de la paz nos lleva a comprender que la arquitectura se refiere a los grandes proyectos, a las grandes decisiones y a los grandes poderes, organismos que, a nivel mundial en una determinada nación, en un determinado país o región, toman las autoridades públicas.

Mientras que la artesanía haría referencia más a los grupos sociales y a la sociedad civil organizada, e incluso a las personas a título individual. La encíclica hace una llamada a la responsabilidad y al compromiso que deben tener todas las organizaciones públicas, los grandes organismos y entidades que rigen la vida de los pueblos, y las personas que tienen responsabilidades políticas, de comprometerse con el objetivo de la paz. Cualquier política que se haga no puede ser ajena al anhelo de la consecución de la paz universal, porque es un anhelo implícito a la condición humana. El ser humano por su propia naturaleza anhela vivir en paz con los otros, con el entorno, con la naturaleza y, por tanto, los arquitectos de las grandes decisiones no pueden apartarse de este anhelo que es el sentir que identifica y es connatural al propio ser humano.

“En todos los conflictos del mundo hay ansias de dominio”

¿Hay alguna diferencia en qué pueden aportar la artesanía de la paz, o es en el mismo sentido?

Claro está que es en el mismo sentido. Se trata de que tanto los poderes públicos, como las personas y la ciudadanía desarrollen todas las habilidades y competencias que tienen para poder crear un mundo en paz. Somos conscientes y realistas de que la paz no es un objetivo que se alcance y ya está. Eso no funciona así. La paz hay que conseguirla paso a paso ante cada una de las circunstancias que se nos presenta. Hay que hacerlo cada día. Estamos hablando de dos planos diferentes: del gran plano donde se toman las decisiones políticas que rigen la vida de los pueblos, llamadas a tomar decisiones que eviten los conflictos y llegar a las guerras, y que traten de armonizar los distintos intereses en confrontación. Pero, también tenemos que hacerlo aquí a nivel pequeñito, pero trascendental, nosotros como seres humanos y como seres vivos conscientes que la paz es fundamental para poder vivir en plenitud y trabajar por ella ante cada conflicto, cada adversidad, cada circunstancia inesperada que nos sobreviene. Tratar de enfocar nuestra respuesta no hacia la confrontación con el otro, no hacia la violencia y la agresividad hacia el otro que es diferente, que tiene una opinión distinta, sino, respetando los legítimos intereses y la diversidad de opiniones. La encíclica insiste en que trabajemos juntos aceptando que hay opiniones distintas, enfoques diferentes, diversidad de culturas y expresiones, porque esa diversidad en el fondo nos enriquece.

¿Qué intereses hay detrás de los conflictos que hay en el mundo?

Hay conflictos que son movidos fundamentalmente por odios raciales o tribales, hay otros que son de carácter económicos, vinculados con temas de drogas de lobbys económicos, de tratas de seres humanos. Y luego también tenemos guerras que tienen que ver con ansias imperiales, de ocupación de otros territorios, de la devastación de las culturas, de la falta de reconocimiento de la autonomía de otros estados como es el caso de la guerra de Ucrania. Pero, en todos hay un elemento común y es el ansia de dominio. Como dice la encíclica el ansia de dominio es uno de los principales venenos de la convivencia en paz a lo largo y ancho de todo el mundo. De algún modo todas esas manifestaciones de poder y de dominio son el trasfondo de esos conflictos que no se resuelven, que se enquistan, que no encuentran una salida pacífica y que terminan convirtiéndose en verdaderas guerras.

¿Cuáles serían las pautas para ser personas arquitectas y artesanas de la paz?

La primera herramienta es la toma de conciencia de lo importante que es trabajar para la paz y no la violencia, construir la paz y no el odio. Es informarse, leer, escuchar, aprender y ser consciente de que los conflictos y las guerras nunca han contribuido ni a la mejora, ni al bienestar, ni al avance de la humanidad. Y que, por tanto, preservar una convivencia pacífica constituye uno de los elementos fundamentales para que nuestra vida pueda desarrollarse plenamente, para que pueda haber un desarrollo humano en total plenitud. Esto es un compromiso que va de lo mayor a lo ínfimo, un compromiso que hay que adoptar a nivel político, económico y social y, por tanto, como ciudadanos también. Tenemos que ser conscientes a qué opciones políticas votamos y apoyamos para que rijan la convivencia colectiva. Y, por otro lado, exige también una toma de conciencia a nivel personal y de grupo, de colectivos y de sociedad civil organizada, porque a paz no vendrá por sí sola. La paz hay que construirla cada día, en cada circunstancia u ocasión que se nos presente. Ahí ha de estar nuestra conciencia y nuestro compromiso como seres humanos, involucrarnos en la realidad tal como es, no huir de ella, involucrarnos frente a los problemas y también tratar de encontrar una solución compartida, negociada, dialogada, y no tratar de imponer nuestro dominio, criterio o cultura sobre las demás personas, porque eso es lo que nutre todos los conflictos.